La boda de Luis y Gemma en Alberic, Valencia

El día de nuestra boda

Una boda casi perfecta. El casi es porque tomamos una mala decisión que casi mató a uno de nuestros perros. Aclaro que nuestro peque está mejor y por fin en casa. Después de 20 años juntos, llegó el día, que empezó perfecto, fue todo tal cual lo teníamos planeado, él salía del chalet de su hermana y yo de casa de mis padres. Allí ambos recibimos a muchos invitados, familia y amigos, que nos quisieron acompañar desde el principio. Llegamos al Huerto de San José y el novio tuvo que esperar unos 10 minutos para entrar, porque no habían llegado todos los invitados (eso es algo común, que no sean puntuales). Yo esperé unos 20 minutos hasta que me dieron paso para entrar. Todo estaba siendo perfecto, una ceremonia bonita, cercana, familiar, y llegó el momento de los anillos. Entonces entraron nuestros 2 perritos, con su cuidadora de confianza, que nos llevaron los anillos. ¡En qué mala hora decidimos que ellos nos los llevaran! Siendo junio no esperábamos 35°C a la sombra a las 13h. Cuando lo decidimos, pensábamos con el corazón y no con la razón. Pero ahora os podemos decir que evitéis que vuestros perros pasen ese mal trago solo por compartir ese día con ellos. Nuestros perros son braquicéfalos (de nariz chata), y aunque uno de ellos es muy fortachón, el otro es más nervioso, se altera más y respira peor. Cuando llegaron lo supe de inmediato, "Jacky está muy mal, ¡llévatelo, corre!", es lo que le dije a la cuidadora enseguida. Pero llegábamos tarde. Estaba sufriendo un golpe de calor. A nosotros nos dijeron que el peque estaba bien, que estaba en casa con la cuidadora, pero nos escondieron lo mal que estaba realmente. Y, por mala comunicación, llamaron a un veterinario que no era el nuestro, y su respuesta fue "dejadlo descansar un par de horas que se relaje". Si nosotros hubiésemos sabido que en 1h seguía igual de mal, lo hubiésemos enviado directamente al hospital (que es donde vamos normalmente). Pero, para que pudiésemos disfrutar de nuestra boda, nos lo escondieron. Las horas pasaban, nosotros seguimos disfrutando de todo lo organizado, completamente ajenos al estado "no recuperado" de nuestro Jacky, y a las ocho o las nueve de la noche, nuestra familia decidió informarnos del mal estado de Jack y que hablásemos con la cuidadora para decirle dónde llevar a Jack. Por supuesto, la fiesta dejó de ser fiesta ya para nosotros, y nuestra mente y corazón estaban con él, hasta que pagamos lo que nos faltaba y despedimos a la gente para poder ir al hospital veterinario con él.