La boda de Lucía y Pablo en Castanedo, Cantabria

A la salida de la misa nos sorprendió una gran lluvia de pétalos y arroz. Tras sobrevivir a ello nos esperaba otra sorpresa, mi hermano me había contratado un coche clásico para el camino hasta la finca donde era el almuerzo, ¡era precioso! Una vez en la finca pudimos disfrutar del aperitivo con los invitados en sus increíbles jardines, estaba todo hermoso y con muchos detalles.

La comida fue fantástica y la disfruté muchísimo y eso que todo el mundo me decía que el día de la boda no te enteras de los platos. Una vez terminado el postre comenzamos a repartir regalitos. El muñeco de tarta, unas cestitas para futuras embarazadas y los detalles de la boda. A los hombres les regalamos un llavero con el nombre de cada invitado grabado, les llamó mucho la atención. Y a las mujeres un neceser.

Una vez comenzado el baile entregué el ramo a mi mejor amiga, esa que me había hecho llorar tanto en la iglesia, ella se emocionó muchísimo. Luego mi cuñada nos había preparado otra sorpresa: los farolillos voladores. La gente participó mucho y quedó precioso en plena noche. A la 1 de la mañana y con mucha pena acabó la música en la finca y nos trasladamos a una zona de copas para continuar la celebración.

La verdad es que todo salió perfecto, mejor de lo que me esperaba. Se hace muy corto el día, pero merece la pena el tiempo invertido en la organización. Ahora nos vamos a sacar un reportaje de fotos, ¡pero tendremos que esperar a que salga el sol! Así que mientras tanto me quedaré deseando que llegue el día para ponerme de nuevo mi vestido de novia.