La boda de Lisa y Sonia en El Olivar, Almería
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L&S
24 Ago, 2019El día de nuestra boda
Mi nombre es Sonia Casado y mi mujer se llama Lisa Feier. Nos hemos casado jóvenes con tan solo 25 y 23 años y ahora que escribo esta biografía seis meses después, puedo decir con seguridad, orgullo y lágrimas en los ojos... ¡Que ha sido el día más importante de mi vida! Nos casamos el 24 de agosto de 2019. En este post quiero comentar diferentes recuerdos de instantes que me han marcado para siempre.
Recuerdo estar subida en un coche de caballos con mi padre, mi sobrina y mi sobrino. Tenía una sonrisa enorme llena de felicidad, pero estaba hecha un manojo de nervios.
Yo: Papá estoy muy nerviosa.
Mi padre (al conductor de caballos): ¡Darnos otra vuelta! (riéndose)
Yo: Papá, se me va a salir el corazón del pecho.
Papá (se reía, estaba brillante): Hija, tranquila...
En ese momento, el coche de caballos accedió a la zona ajardinada de la finca. Escuchaba el sonido del andar de los caballos y sentía que el corazón se me iba a salir por el pecho y por la boca. Notaba los latidos más fuertes que nunca había sentido jamás, en cambio sentía que estaba llena de alegría. Me sentía muy viva, muy feliz. Veo la puerta de la entrada nupcial, y me recorre algo por todas mis entrañas. ¿Cómo puede ser que sienta palpitaciones y no esté mal? Del coche de caballos a mi entrada nupcial lo describo así: parece una montaña rusa. Subes la cuesta, gritas, te ríes, te pones de los nervios, pero después sientes felicidad y alegría. Así me sentí yo metafóricamente hablando. Me bajo del coche de caballos, veo una alfombra enorme roja, familiares de fondo, y mi mujer...
Seguir leyendo »(Coro rociero): “Hoy te prometo amor eterno, ser para siempre tú y yo en el bien y en el mal. Hoy te demuestro cuánto te quiero, amándote hasta mi final”. Es lo único que escuché.
Estaba caminando del brazo de mi padre, no podía parar de sonreír. Yo sentía mis ojos llenos de lágrimas viendo a mi mujer a metros sobre mí. Yo sentía que estaba flotando, que estaba caminando hacia la felicidad eterna. Llegué y la dije que estaba preciosa. Ella parecía un ángel caído del cielo para nuestra unión. La ceremonia fue muy breve y emotiva. Habló mi cuñada y habló mi hermana. Mi hermana siempre ha sido mi ejemplo a seguir. Ella escribió una carta en un papel que usaba de pequeña para escribir cartas y llevó a la comedia momentos que hemos vivido juntas. Se me hace difícil hablar de la siguiente situación porque se me ha quedado marcado en el alma... En el momento en que mi hermana hablaba de cuando éramos pequeñas hasta hoy, habló de mi abuela que en paz descanse y yo notaba su falta, en cambio la sentía conmigo porque días antes soñé con mi difunta abuela que ella me llevaba al altar (lloro).
Me encuentro mirando a mi hermana y de repente me doy la vuelta y me entregan una palomita blanca pequeña, cariñosa, sensible. Ando la alfombra roja hacia el exterior llorando... Me paro un instante, miro la paloma, la alzo manos hacia arriba y grito: “te amaré con toda mi alma porque el alma nunca muere”. Esta frase la tengo tatuada en la espalda con una rosa, porque mi abuela se llamaba Rosalía. Doy un beso a la paloma, me quedo en silencio y la lanzo con todo el amor y fuerza hacia al cielo. Me sentí liberada, era lo que necesitaba hacer, lo quería hacer y lo hice.
Seguimos con la ceremonia. Mi mujer y yo intercambiamos muchas miradas de amor y nuestros votos fueron los siguientes:
Lisa: Hoy mezclo mi vida con la tuya para siempre.
Sonia: Prometo caminar a tu lado pase lo que pase, cuidarte y hacerte sonreír estemos donde estemos.
Lisa: Prometo hacer que cada mañana no te falte un beso de buenos días.
Sonia: Sí, quiero el beso en las mañanas y las noches.
Lisa: Prometo que antes de discutir contigo iré a gorronear la nevera para que se me quite el enfado.
Sonia: Te prometo que el día de mañana nunca te mandaré dormir al sofá y a ningún otro sitio que no sea conmigo, porque quiero que seas lo último que vea antes de cerrar los ojos y lo primero al abrirlos.
Lisa: Prometo ordenar la leona de nuestro armario.
Sonia: prometo seguir haciendo recetas y no ahumar la casa con el fuego del aceite.
Lisa: Prometo ponerme unos palillos en los ojos para no dormirme cuando veamos una película juntas.
Sonia: Prometo no obsesionarme en hacer algo y volverte loca a las 4 de la mañana.
Lisa: Prometo no mezclar la ropa para que no se destiña.
Sonia: Quiero jugar como niñas hasta que el cuerpo no aguante más y que se te pongan los ojos chinos hasta que me grites “para ya”.
Lisa: Quiero que seas mi último pensamiento del día.
Sonia: Sí, quiero que con los ojos llorosos gritándome de mala leche cierres la puerta cuando nos enfademos para que no me vaya.
Lisa: Sí, quiero que me ablandes cuando me encabezone.
Sonia: Sí, quiero probar muchas golosinas contigo porque te gusta probar de todo, aunque luego me las tenga que comer yo.
Lisa: Sí, quiero proyectar mi vida a tu lado.
Sonia: Sí, quiero vivir enamorada de tu mirada que me alimenta a desde el primer día en que perdí la noción del tiempo mirándote a los ojos.
Lisa: Sí, quiero aprender a amarte cada día un poquillo mejor.
Sonia: Sí, quiero evolucionar como persona y como mujer y ser madre contigo.
Lisa: Sí, quiero Éric.
Sonia: Sí, quiero Lara.
Lisa: Sí, quiero de nuestra casa un hogar y de nuestro hogar un refugio.
Sonia: Sí, quiero envejecer contigo y prepararte unas palomitas, sentarnos en el sofá y ver nuestro vídeo de boda a los 70 años.
Lisa: Señora Feier…
Sonia: Señora Casado…
Las dos: Hoy sí, quiero, sí quise ayer, sí querré siempre.
Cuando el oficiante de bodas nos hacía intercambiar palabras y dar el sí, quiero (otro momento que me ha marcado muchísimo) la dulce voz con la que lo decíamos, el sentimiento tan vivo, la sincerad pura y las miradas cómplices de amor fueron únicas. Por fin nos damos el ansiado sí, quiero (por fin me puso y la puse la alianza). ¡Nos metimos unos morreos! Jaja. ¡Qué risa recordarlo, de verdad! Los familiares y amigos eufóricos. Aquí ya era momento de seguir disfrutando, pero ya sin los nervios, sin lloros... Desde este momento, ¡momento de desmelenarse!
(Coro rociero): “Por esto te canto, te canto, te digo a la cara... Que me tienes loca, que estoy enamorada”.
¡Señoras y señores, alegría y risas! Nos lanzaban arroz con ansias y gritaban “vivan las novias”. Menuda risa. Me acuerdo que les dije: “¡No apuntéis!” Y recuerdo que mi tío tenía más de una bolsa, que íbamos a montarnos en el coche de caballos y seguía lanzando arroz y pétalos eufórico. ¡Es que ahora me ahogo de la risa recordando este momento! Es divertido el momento del arroz y pétalos, la verdad.
De aquí nos fuimos a los hermosos jardines de la finca con nuestros dos cámaras y video a realizar el shotting. Que enamoramiento... Mi mujer y yo disfrutamos como unas jóvenes enamoradas. No hacía falta que nos dijeran en cada momento si sonreír, si mirarnos... En el shotting es tan natural... En ese momento me sentí muy compenetrada con mi mujer, disfrutando del atardecer, y si defino este momento lo definiría vulgarmente y perdónenme por la palabra, como “enchochaditas perdidas”. ¡Tal cual! Las fotografías parecen de revista y prefiero que las veáis porque una imagen vale más que mil palabras y eso es muy cierto.
¡Aquí viene anécdota! Oigo un walkie. “¡Tenemos ya el can can de Sonia!”. Ahora sí que me rio. Cuando recogimos el vestido ni la mujer de la tienda ni yo nos dimos cuenta del can can. Osea, estaba comprando, pero a la hora de revisarlo ni cuenta. Tal que la llamé mientras que me vestía en el hotel para que lo trajera. Nos desplazaron hacia la zona del cocktail y me guía la jefa de sala a un escondite... ¡Y ahí me encuentro yo, con el vestido medio quitado, desnuda perdida y ella colocándome el can can! Jaja. Menos mal que me lo trajeron, porque con el vestido que llevé lo necesitaba sí o sí. Entramos hacia la zona del cocktail y allí ya saludamos a los familiares y amigos, nos hicimos fotografías y de ahí pasamos a la zona del banquete. Aquí he de reconocer que empieza la locura... Entramos al banquete con una cantadita de electrónica. ¡Qué adrenalina, qué chute de alegría!
Quiero resumir la cena en varios momentos. Mi madre estuvo atenta en todo momento, estaba preciosa. ¡Mi reina! Qué maravilla, qué contenta estaba. Mi padre. parecía un presentador de la TV con el traje que llevaba. Mis sobrinos, para comérselos. Mi hermana, confidente de mis travesuras. Mi abuelo, ese hombre con mal genio, pero con un corazón de oro... ¡Y más familiares! Hubo momentos en la cena que fueron emotivos y otros de máximo cachondeo, yo no sé si ya era porque todos nos estábamos empezando piripis o porque somos así de guasones cada vez que nos juntamos.
1º momento de la cena: Se escucha una canción y empieza a salir cada uno de una mesa y mi mujer y yo intrigadas hasta que de repente están todos nuestros familiares y amigos haciendo una coreografía supercoordinados. Ya mi mujer y yo nos vinimos arriba, nos pusimos a bailar… Me acuerdo que cogí una silla y me subí a bailar con todo el vestidazo como una loca. Sinceramente, ¡no sé cómo no me caí!
2º momento de la cena. La conga. ¡Qué risas! Aquí ya me quité la cola del vestido porque no daba más abasto con tanta locura.
3º momento: Lanzamos el ramo sin prepararlo. “¡Qué todas las solteras se pongan en pie!” Ahí parecíamos las reinas de la fiesta. Lisa y yo somos muy guasonas. Me acuerdo que lanzamos el ramo con tal ansia que acabó detrás de todas las mujeres a la otra punta y corrieron mi prima y mi hermana peleadas tiradas por el suelo por el ramo.
4º momento Mi mujer se decide a estirarme la pierna en una silla y a quitarme la liga con la boca. ¡Por Dios, qué vergonzosa! Qué pícaras y qué risas… No estaba nada ensayado. Y ahora digo una cosa… ¡Qué ganas de noche de bodas!
5º momento. Mi prima siempre quiso ser cantante y su economía no pudo hacer que ella se formara y nos cantó la canción “Will alway love you” de Whitney Houston con micrófono en medio de la cena. Este momento fue tan especial... Sentía a mi prima con los pelos de punta en toda la canción y Lisa y yo bailamos románticamente. ¡Qué orgullosa estoy de mi prima! Nos encantó.
6º momento: Dimos las gracias por apoyar el matrimonio LGTBI.
De aquí ya tengo ganas de contar el momento baile. La jefa de sala nos coloca los imperdibles en los vestidos, ni tacones ni nada, ¡Converse! Todo el mundo ya se encuentra en la zona de barra libre, la zona de carpa, de discoteca... Estaba deseando que llegase ese momento, bailar con mi mujer delante de todos. Nos encontramos en plena pista situadas en silencio, mirándonos una a la otra de frente y empieza a sonar la canción de “Ghost”. Me siento natural, relajada, flotando en un universo entre los brazos de mi mujer. Me siento segura. Su mano con mi mano, su aliento con mi aliento, su mirada... Su mirada que me enamoró en desde la primera vez que la vi. Siento verdad. Me siento yo misma. Nos fundimos entre el baile de “Ghost” y de repente... ¡Empieza la locura! Suena “Crazy in love” de Beyoncé mezclada. ¡Qué divas! ¡Qué adrenalina! ¡Cómo lo disfruté!
Es difícil describir cada sentimiento, porque cada 3 segundos cambiamos nuestro estado de ánimo. En esta vida quien tiene una línea recta, no está viviendo, pero cuando esa línea es cambiante de subidas y bajadas como un electro... ¡Ahí te sientes viva! Aquí ya empiezo a tener lagunas. Nos hicimos fotos en el photocall de Mario Bross (parezco una “choni” en las fotografías). Me acuerdo de ver cómo una amiga nuestra se cuela en la barra y se coge una botella de Jagger... Baile, risas, disfrutando en familia y amigos esa noche tan maravillosa. Podéis ver nuestra boda en las fotografías, qué vestidos llevamos, qué peinado… Prefiero que veáis las fotografías que describirlo por aquí.
Para los prometidos, la boda se pasa como un soplo al viento. Vive cada instante porque será la única vez que lo vivirás con tanta intensidad. Lisa Feier, eres la mujer de mi vida. Crecemos juntas día a día, porque no existen fechas señaladas para demostrarnos el amor que nos tenemos una a la otra. Nos deseamos, nos amamos, nos cuidamos… Y pronto formaremos una familia. Sé que te elegí para envejecer junto a ti y te elegiría una y mil veces más. ¡Te amo!
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