La boda de Kiki y Mari Carmen en Benalmadena Costa, Málaga
En la playa Invierno Blanco 6 profesionales
K&M
29 Feb, 2020El día de nuestra boda
¡Pues os cuento mi perfecta boda imperfecta! Después de seis meses de preparativos, manualidades, geniales invenciones mías que llevaba a cabo mi pobre esposo sin rechistar, ideas locas y un sinfín de trastes y cajas por el piso, nos plantamos en el día de antes de la boda. Estuvimos todo el día llevando la decoración al restaurante, quedando con gente que iba llegando y ultimando detalles. Mi pareja estaba muy, muy nervioso, y a mí me dio por reír, no entendía por qué estaba tan atacado (luego contaré el motivo). En fin, que terminamos cenando con algunos invitados y a dormir.
Por la mañana nos levantamos temprano, desayunamos y yo me fui al apartamento donde me vestía, a 10 pasos de casa. Todo muy bien. Lo típico, peluquería, maquillaje, fotos... Y llegó el momento de ir a la ceremonia. Primero llegó él en nuestro 600 de colorines y luego yo. Pues aquí va el primer contratiempo… Empezó a hacer un aire horrible, yo iba con mi padre y delante mi hijo bebé con mi madre y mi otro hijo de seis años, con un globo cada uno que con el viento se venía para atrás y le daba a mi pobre padre globazos en la cara. A todo esto, estuve más de cinco minutos esperando para entrar detrás de un adorno de palets, porque la canción se había quedado pillada y yo no entraba sin canción.
Seguir leyendo »Una vez en el altar comenzó la ceremonia. La tela del arco le daba todo el rato al oficiante en la cara, la tuvimos que agarrar con la mano. El pobre, con los nervios (fue un familiar y estaba emocionado) no se acercaba el micro, todo el rato se lo tuvimos que estar subiendo. Leyeron los amigos, luego dije yo mis votos inventados en ese momento y llega el turno del novio y... ¡Me había preparado una canción! Nuestro amor será leyenda, de Alejandro Sanz, que teniendo en cuenta que el pobre lo de cantar no es lo suyo y encima los nervios (por eso estaba loco el día de antes), a la tercera frase se emocionó y apenas le salía la voz. El resto de la canción me la recitó y yo a la misma vez la iba diciendo bajito.
Después todo bien, nos hicimos algunas fotos en la playa, nos reímos mucho y los fotógrafos más jajaja. Llegamos al cóctel y antes de entrar ya estaba sonando la canción. Ahí nos tienes escondidos otra vez esperando que la pusieran de nuevo. Nos sentamos a comer y a mí me dio por coger el micrófono y hacer que saludaran todas las mesas, los camareros, los niños, el dueño del restaurante... Vamos, que yo sola animé la fiesta jajaja. Cuando estaban sirviendo el postre hubo un momento tenso. Nosotros habíamos contratado una charanga para después del baile abrir la barra libre, pero se presentaron sin avisar y allí se pusieron a tocar. Mi cara era un poema… Los quería matar en ese momento.
Les dijimos que pararan, que aún no era el momento, pero hablando con el dueño del restaurante y los fotógrafos decidimos que siguieran, así el momento del baile que era al aire libre se retrasaría y nos pillaría anocheciendo. Pues llegó el momento. La canción empezó a sonar, cada uno entramos desde un sitio diferente y luego nos juntábamos en el centro. Pues a mitad de todo el altavoz se cascó y empezó a entrecortarse hasta que dejó de oírse. Nos queríamos morir, pero nos hicieron un corro y bailamos sin música. A partir de ahí ya todo genial.
Bailamos, nos reímos y disfrutamos. Cuando llegamos a casa yo caí muerta en la cama y a mi marido le tocó quitarme las 40 horquillas (se acordó de la peluquera y de toda su familia jajaja). Mi consejo es que os dejéis llevar y que todo vaya surgiendo. Si hay contratiempos, pues se solucionan con calma, pero lo más importante es disfrutar del día tan único y maravilloso.
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