La boda de Judith y Juan Antonio en Alcala De Los Gazules, Cádiz

El día de nuestra boda

Pues, qué decir… Los momentos y días previos al enlace fueron un no parar y un estrés constante de preparativos de última hora; en resumen, un batiburrillo de emociones entre alegría, ilusión, nervios y otros sentimientos. Tan pronto como cruzamos la puerta de la Iglesia para adentrarnos en el altar, todos los nervios y preocupaciones se esfumaron de golpe para dar paso a la ilusión, las ganas y la emoción de vivir un momento tan especial. Nuestro enlace fue una ceremonia religiosa en la que tuvimos la suerte de tener a nuestra peque haciendo de damita y a un sacerdote amigo de la familia que le dio, si cabe aún, un toque más personal, cercano e íntimo a la ceremonia; y acompañando al rito religioso, una cantante a dúo con un piano, dando forma a la banda sonora de nuestra boda; ¡qué más se puede pedir! El reportaje de fotos lo realizamos en unos hermosos jardines cercanos a la iglesia, de los cuales guardo muchos recuerdos de la infancia y que aparte de retrotraerme de nuevo a mi niñez, hicieron que el reportaje fuese aún más especial. A la hora de desplazarnos al lugar del banquete optamos por un precioso y elegante BMW X4 negro que nos transportó seguros y fresquitos hasta el banquete, donde nos estaban aguardando los invitados (si os casáis en verano y os desplazáis a otra localidad, os recomiendo un coche con aire acondicionado; vuestro pelo y axilas os lo agradecerán). Ya una vez allí, inauguramos el banquete por la puerta grande y dimos el pistoletazo de salida a la que sería la fiesta padre, rodeados de todos los nuestros; eso sí, provistos de abundante, buena y sabrosa comida para que no fallasen las fuerzas en la pista de baile. Inevitablemente, todo lo bueno se acaba, y como era de esperar, en algún momento la fiesta tenía que terminar; eso sí, no sin antes haberlo dado todo y reír, bailar y disfrutar como niños, tanto nosotros como nuestros invitados. En resumen, una vez que nos dispusimos a dar el “sí, quiero”, dejamos de lado todas las preocupaciones y nervios y nos centramos en vivir y disfrutar el momento desde que llegamos al altar hasta el último minuto de la celebración, atesorando un montón de bonitos y felices recuerdos de nosotros y de nuestros allegados, que en definitiva es de eso de lo que se trata cuando se va a dar el gran paso.