La boda de Juan Manuel y Vanesa en Sitges, Barcelona

Llegar con el coche hasta la puerta de la iglesia fue una odisea debido a la multitud que se hallaba en la zona y que no paraba de hacernos fotos a nuestro paso. Me sentí como una gran estrella de cine. Lo peculiar de la situación me ayudó a relajarme un poco. A pesar de todo, y en contra de lo que dicta la "tradición", llegué a la iglesia antes de la hora.

A la entrada de la iglesia, dos personas repartieron un pasaporte que hicimos nosotros mismos (que era el programa del evento), junto al arroz, los pétalos y las pompas de jabón para los más pequeños. La ceremonia fue muy emotiva, y estuvimos arropados por muchos familiares y amigos (y algún que otro curioso que incluso nos pidió hacernos un selfie).

Tras la ceremonia, y algunas fotos, nos desplazamos al restaurante La Pedrera (Canyelles), donde los invitados habían estado tomando un refrigerio y jugando al tiro al arco. A nuestra llegada nos sorprendieron con una actuación de gaitas (algo muy especial para mí, pues no solo son mis raíces, sino que además fui miembro de un grupo de gaitas durante 25 años). Antes de empezar el aperitivo clausuramos el juego con nuestro "tiro de honor".

En el interior del restaurante se sirvió la cena. En el salón habíamos colocado una mesa con un "tren de firmas" y la maleta que utilizamos para las fotografías del preboda con cosas importantes para nosotros. Fue en el inicio de la cena, cuando tuvo lugar un percance que ensombreció la celebración, y es que mi suegra sufrió un microinfarto y tuvo que ser evacuada en ambulancia antes de empezar a cenar. A pesar de la delicada situación continuamos con la celebración por deferencia a nuestros invitados (aunque muy pendientes de las novedades que pudiesen llegar del hospital). Pudimos disfrutar de momentos entrañables junto a los presentes que nos alegraron enormemente la velada tras lo ocurrido.

Dos días después de la boda, y tras hablar con los médicos, partimos a nuestra luna de miel. Una espectacular ruta en tren por Europa. En parte debemos agradecer haber podido viajar con cierta tranquilidad a la amabilidad de Nuria, la directora de G&M Viatges, ya que ante la situación que teníamos se ofreció a estar pendiente de nosotros por si debíamos interrumpir el viaje y regresar con urgencia (para hacer las gestiones pertinentes en nuestro nombre).

Un mes después de nuestro Gran Día, volvimos a vestirnos de novios, ya con la felicidad de tener a mi suegra recuperada. Ese día, gracias a Joan Ars, nuestro magnífico fotógrafo, pudimos disfrutar intensamente de algunos instantes perdidos el día de la propia boda.