La boda de Jose y Ruth en Pontevedra, Pontevedra
Rústicas Otoño Marrón 4 profesionales
J&R
23 Nov, 2019El día de nuestra boda
Por hacer honor un día más al "orgullo" gallego, el tiempo no nos acompañaba (aunque diré que no contábamos con ello). El frío y la amenaza de lluvia estuvieron con nosotros desde primera hora de la mañana hasta el "Sí quiero". Tras dormir toda la noche del tirón (mentira eso de los nervios y el no dormir, con el estrés acumulado caes como si no hubieras dormido en años) mi madre y yo nos fuimos a las 8.00 a.m para la peluquería (Elena Cortegoso Peluquería y Estética). Tras el estrés inicial y los nervios propios del día (¡esos sí que existen!), me veo peinada, maquillada y lista para salir a las 10.30 a.m.
¡Mi padre y padrino de boda, todo un caballero, me recoge en la puerta de la peluquería con el coche, para ahorrarme la llovizna que me habría arruinado parte del peinado! (en una anotación diré que mi madre había acabado media hora antes y que había aprovechado para ir a vestirse a casa). Salimos hacia Casona da Torre.
Mi futuro marido llevaba allí desde las 9.00 a.m. ultimando detalles y colocando las pocas cosas que quisimos llevar (¡ya que está todo perfectamente acondicionado para que no tengas que gastarte ni un euro en decoración si no quieres!). Tras el cuidado inicial de encerrar al novio en la habitación para no vernos, me dispuse a enclaustrarme en mi magnífica Torre (de verdad, chicas, si sois de cerca de Redondela no os recomiendo otro sitio que no sea ese). ¡Y a vestirse! Un tira y afloja literal hace que mi madre, mi padre y yo consigamos que el vestido quede en su sitio.
Seguir leyendo »Con la wedding planner asombrada por nuestra rapidez y puntualidad, los saludos a la gente que quiere ver a los novios minutos antes... Esperamos el momento. Y esperamos. Y esperamos. Y cuando llevamos diez minutos pasados de la hora señalada para la ceremonia, ¡solo contamos con unos 50 de los 140 invitados! Más nervios y frustración. ¡Por una vez que la puntual soy yo! Media hora después estaba saliendo por la puerta de atrás, con tres personas levantándome el vestido para no mojarlo antes de gran momento, para ir hacia el coche que me dejaría en la puerta principal de la Casona.
¡Y así empezó todo! Bajé del magnífico coche de mano de mi padrino de boda, ante la expectación de todos. Subí las escaleras y allí, en la entrada del salón de ceremonias estaba… ¡Mi futuro marido! Desde ese momento, hasta las dos y algo de la mañana (que terminó todo) ya no pude dejar de sonreír. Estaba pletórica, ¡de verdad! Reviviría mil veces más esa sensación. Tras las palabras del alcalde, el discurso de mi hermano (que hizo que todos sin excepción hicieran uso de los pañuelos estratégicamente colocados), la lectura de mi cuñada de la ceremonia de la luz, ya éramos marido y mujer. Por fin, tras la tradicional tirada de arroz (¡quilos y quilos de arroz!). ¡comenzó la fiesta!
Los invitados pudieron disfrutar de los aperitivos mientras nosotros nos íbamos a los jardines con los fotógrafos para una sesión rápida de fotos (incluyendo el bosque de bambú negro con el que cuenta el sitio). En cuanto acabamos nos reunimos con los demás y disfrutamos de un vermú y algunos pinchos calientes que nuestros padres, siempre atentos, tuvieron la cortesía de dejar a un ladito. Y brindamos, les dimos a todos las gracias por venir, comimos... ¡Y vaya si comimos! Primera calidad, camareros que sabían seguirle el juego a nuestros invitados, y llegó la hora de cortar la tarta, entregar los detalles, el ramo... ¡Y de las sorpresas que nos esperaban!
Bailamos "Stand by me" en dos versiones y abrimos así el momento más esperado por gran parte de los invitados...¡La barra libre! Los camareros muy atentos, el DJ que nos puso todo lo que quisimos, mis abuelos cantando, una fuente de chocolate que fue un éxito... Y para la fiesta contamos con 123FLASH Fotomatones, y no sé qué decir...¡Los quiero en todas y cada una de mis celebraciones! Con un "Dale Martín" que duró horas, un atrezo infinito, una ayuda para cambiarte y una energía digna de mención, estos dos chicos hicieron que todos los invitados se fueran con un recuerdo, una sonrisa, y ganas de más fotos.
Sin duda, un día mágico que volvería a repetir pues todos los sábados de mi vida, por ejemplo. Gracias a todos los que estuvieron ahí, a la peluquería, al fotógrafo, al proveedor del mejor sitio del mundo, al fotomatón y a nuestros invitados, ¡que fueron los mejores del mundo! ¡Gracias por el día más mágico de mi vida!
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