La boda de Jose y Rebeca en Alaior, Islas Baleares

Los nervios ya habían cedido y estábamos tranquilos, todos los preparativos fluyeron con calma. A las 15:30 vinieron a la finca a peinarnos y maquillarnos. El ambiente respiraba alegría, me sentía como si me estuviera preparando entre amigas y familia sin haber ni una pizca de tensión ni nervios me sentí muy cómoda. En cuanto me acabaron de arreglar mi hermana me ayudó a vestirme y esperé a que llegara mi padre que también se vestía en la finca. Quería que mi padre y yo nos viéramos en la intimidad vestidos junto con mi hermana, mi madre, mi cuñada, mis amigas íntimas y la fotógrafa. Fue increíble, nos echamos a llorar al vernos y todo ha quedado plasmado en cada foto. Fue una mezcla de emociones, un momento muy especial.

Jose y yo queríamos un mismo encuentro para nosotros, en privado él, yo y la fotógrafa para captar ese momento. Un “first look” del cual estamos muy contentos de haber hecho. Fue un momento íntimo, la fotógrafa consiguió captar cada gesto, cada caricia, fue perfecto, aprovecho para hacernos unas cuantas fotos juntos porque después de la ceremonia no íbamos a hacer el típico reportaje de novios ya que al celebrarlo todo en el mismo sitio no queríamos dejar a nuestros invitados.

Llegó el momento de la ceremonia, entré con mi padre con la canción “Mil años” de Christina Perri cantada por una amiga. Y ahí estaba Jose que había entrado con su madre con la canción “Noches de boda” de Juaquin Sabina su cantante favorito, esperándome en el altar que habían montado él y mi padre el día anterior. El mismo concejal que nos casó en el ayuntamiento vino a la finca para oficiar la ceremonia, fue una ceremonia especial con textos nuevamente elegidos por nosotros y diferentes a los del ayuntamiento y justo caía el sol nos leímos los votos que habíamos escrito cada uno y de fondo la melodía de “For the Love of a princess” de Braveheart mi película favorita. Nuevamente nos caían las lágrimas de alegría, de saber que ese día nos estábamos casando con el amor de nuestra vida. Y para finalizar celebramos la ceremonia de la luz. Al acabar los invitados nos tiraron flores secas que había preparado yo los días anteriores, cada detalle y cada parte de la finca decorada decía de nosotros. Todos y cada uno de los que estaban allí nos habían ayudado a recoger tarros, hacer flechas, pompones, pai pai esa semana fue divertida al hacerlo todo juntos, todos participaron en nuestro gran día.

Decidimos que el banquete fuera un finguer cocktail para ser más informal, la gente se sentó donde quiso y cuando quiso. Fue una mezcla de comida andaluza por parte de Jose y menorquina por parte mía. Todos quedaron satisfechos.

Antes del baile cortamos nuestra tarta con “La vida es bella” de fondo, la película favorita de Jose. Los novios se los dimos a mi prima y su novio. Y para abrir el baile Jose y yo bailamos “Wherever you will go” de Charlene Soraia, al ser Jose tan tímido mandamos apagar todas las luces y que los invitados encendieran bengalas repartidas justo antes por Cecilia, nuestra organizadora. No podría haber quedado más romántico, Jose no lo sabía así que me miró satisfecho por haber pensado en él, porque este momento le apuraba mucho.

El baile siguió en marcha, pero con mucha, mucha marcha, ¡¡bailamos todos!! Nos lo pasamos pipa. Entre bailoteo y bailoteo nos hacíamos fotos en el photocall que habíamos hecho, quedaron fotos muy chulas. Y para abrir el Candy Bar sacaron una tarta para los cumpleañeros, mi padre, mi hermana y nuestro testigo amigo íntimo. La cara de sorpresa de los tres no tuvo desperdicio. El Candy Bar triunfó, pusimos donuts recién hechos, ¡¡y también una mezcla de chuches todo voló!! Y seguimos con la fiesta hasta las 4 de la mañana.

¡¡Fue el día más feliz de nuestra vida tras el nacimiento de nuestras hijas!! Casarnos ha sido lo mejor que podíamos hacer y más si te casas con el amor de tu vida y celebrando la boda de tus sueños. ¿Qué más se puede pedir?