La boda de José Manuel y Laura en Ávila, Ávila
Rústicas Verano Morado 8 profesionales
J&L
14 Ago, 2021El día de nuestra boda
Si tuviéramos que definir con una palabra nuestra boda, sería emocionante.
Nuestra boda fue una montaña rusa de emociones desde el principio y nadar un poco a contracorriente. Pedida en junio del 2020, y fecha en agosto del 2021: nos casábamos en pandemia y lo teníamos asumido, pero lo importante era casarnos. Además, somos la primera boda en el grupo de amigos y en una de las familias, en la otra la segunda. Había ganas.
Decidimos hacer a mano todo lo que fuese posible de la decoración como medida de ahorro. A mí se me dan bien las manualidades, y mi chico es muy bien mandao, así que no fue difícil, pero sí un proceso largo... Hicimos el save the date de forma digital (y así diseñamos nuestro logo), las invitaciones completamente a mano una a una, las etiquetas para los detalles, los conos del arroz, los carteles, los meseros, el protocolo de mesa... Todo lo que se nos ocurrió.
Tras algunos altibajos, proveedores que no funcionaban, wedding planners que nos dejaron con el culo al aire a dos meses de la boda (gracias a Dios, tras esto, encontramos a Olivia y Compañía y ahora no podemos estar más contentos), y mucha gente diciéndonos que pospusiésemos, la fecha se iba acercando a pasos agigantados. A pocas semanas de la boda, se endurecieron de nuevo las restricciones: sin cóctel de pie, reducción de invitados, y hasta la 01:30h. Adelantamos una hora la ceremonia, cóctel sentados y algo más cortito y listo (el aforo no nos afectó porque éramos poquito más de cien, tras varios recortes anteriores).
Seguir leyendo »El mismo día, los nervios estaban ya a flor de piel. Nosotros nos quedamos en el lugar de la celebración, Sofraga Palacio, desde el día anterior, así que nos despertamos allí ya listos para empezar el día. No podríamos haberlo gestionado tan bien sin la ayuda de Sonia y Roberto de Olivia y Compañía, nuestros organizadores, que estuvieron atentos desde el primer momento y a los que estaremos eternamente agradecidos.
A la hora de vestirnos, José Manuel se fue a la habitación de sus padres y yo me quedé en la presidencial con mis amigas. Los fotógrafos y videógrafos de Instantánea y TomaPrimera cubrieron la boda desde el inicio de los preparativos. Son unos profesionales como la copa de un pino, y nos ayudaron a quitarnos los nervios ante la cámara y a disfrutar. La habitación presidencial da a la puerta principal, así que pude ver, entre las cortinas, a mi chico salir hacia la catedral. Ale, a llorar un poquito. Menos mal que estaba Débora, de DGH Makeup, con sus brochas mágicas y, aunque lloré y lloré, el maquillaje aguantó intacto hasta el día siguiente.
José llevó traje y camisa de Hugo Boss, y yo, Laura, un dos piezas de Otaduy, zapatos de Flordeasoka, y velo de Cherubina.
A la ceremonia, en la Catedral de Ávila, fuimos andando ambos, ya que se encuentra a tres minutos andando de Sofraga. Cuando llegó el novio, el ambiente era emocionante. Tras todo lo vivido desde que empezó la pandemia, era necesario un día de fiesta y reencuentros. Para cuando llegó la novia, ya estaba todo el mundo dentro. La Catedral estaba decorada con paniculata, eucalipto y olivo, gracias a las maravillosas manos de Marian, de la floristería Don Zoilo, y de Marta, nuestra magnífica decoradora de Gris Berenjena.
Fue una boda sin padrino ni madrina, ya que no queríamos esas figuras, así que José Manuel entró acompañando a los invitados más rezagados y se colocó directamente en el altar. Tras entrar los niños, se colocó de espaldas al pasillo. Yo entré llorando muchísimo. No pude contener la emoción, y arranqué a llorar en cuanto le vi, así que no tenemos ninguna foto bonita de mi entrada porque en todas parezco una magdalena. Cuando me coloqué al final del pasillo, le hicieron una señal a José Manuel para que se diera la vuelta y magia. Ya éramos dos llorando. La ceremonia fue estupenda, íntima y familiar, ya que la homilía la hizo mi primo. Ahí ya lloramos todos. La ceremonia fue amenizada por las chicas del Cuarteto Dalí, y fueron muchos los invitados que nos felicitaron por la música.
Al acabar y tras firmar en la sacristía junto con nuestros testigos, nos hicimos unas fotos en el interior de la catedral que reflejan a la perfección lo bonito de ese lugar. Salida con mucho arroz, abrazos, besos con mascarilla, y varios "¡vivan los novios!". También muchos curiosos que estaban paseando y que se sumaban a las celebraciones.
Mientras los novios nos hacíamos las fotos por la muralla y por los jardines de San Vicente, los invitados se desplazaron (andando) hacia el Palacio de los Sofraga, donde les esperaba su magnífico equipo, encabezado por Beatriz J. y Beatriz R., y de nuevo la maravillosa decoración de Gris Berenjena (como tip de ahorro, nosotros decidimos reutilizar las flores de la catedral para la celebración posterior, así que muchas manos amigas se dedicaron, bajo las instrucciones de Gris Berenjena y de Olivia y Compañía, a bajar las flores de un sitio al otro tras el arroz y los abrazos, antes de que el grueso de invitados se moviese).
Cuando los novios llegamos a la celebración, ya estaban todos sentados (el cóctel debía ser así) y con su copa lista para empezar. Al llegar, los invitados recibieron una velita de Monamí que quisimos obsequiarles como recuerdo del día. Hicimos nuestra entrada con la canción de Blah, Blah, Blah de Armin Van Buuren, y estuvimos esperando detrás de unas cortinas hasta el momento justo de la canción mientras escuchábamos como los gritos y la emoción iban en aumento dentro. La entrada fue magnífica.
La música del cóctel estuvo a cargo de High Volume Events y su pinchadiscos de vinilo, que fue la sensación de la cena por lo inusual y por lo profesional que fue el chico que acudió. Se nos queda la espinita de no haberles contratado para amenizar la fiesta, porque el cóctel fue sublime.
De la comida de Sofraga Palacio no tenemos palabras. Aún nos siguen llegando felicitaciones y elogios tanto de lo rico que estaba todo como de la calidad del producto (elegimos solomillo, y aún se nos hace la boca agua). El aperitivo que más gustó fue la tosta de sobao pasiego con foie (y con una palomita encima), que causó furor tanto por sabor como por presentación. La profesionalidad de la gente se da por descontada. Nos hicieron sentir increíble, siempre atentos a nosotros, siempre arropados.
Nuestro primer baile llevábamos ensayándolo desde abril: unas sevillanas. La familia de José Manuel es andaluza y él, a pesar de ser eso, nunca había aprendido a bailar sevillanas (a su familia le encantan y, en feria, están siempre bailando), así que decidimos dar la sorpresa. Aunque los nervios nos traicionaron en una ocasión, en la que nos reímos mucho, fue un primer baile superespecial.
¡Como recena sacamos una tarta (la que habíamos cortado) de Oreo! Estuvo a cargo de la pastelería Wooca, y fue la estrella de la noche para todos los que la probaron. Simplemente, increíble.
Durante la fiesta, decidimos poner un fotomatón a cargo de Instantes Fotomatón, que a todo el mundo le encantó y se llevaron el recuerdo. Ya que la fiesta era cortita, al menos que fuese divertida. Las fotos (nos han llegado todas después a los novios), muestran la fiesta tal como fue, y el estado de muchos tras unas cuantas copichuelas. También decidimos poner alpargatas para cambiarse los zapatos y poder disfrutar del ratito de música estando cómodos y, como no todo el mundo bebe copas, un córner de mojitos (que entraban estupendamente y estaban riquísimos).
La situación por pandemia nos obligó a cortar todo al pasar la 01:00h. Tras despedirnos de todo el mundo, nos quedamos solos en el silencio del jardincito. Pudimos comer tarta con calma, hablar con el equipo que estaba allí recogiendo, apreciar la decoración... En una esquina habíamos puesto fotografías desde que éramos pequeños hasta el presente en las que salían, más jóvenes o más mayores, todos los invitados de la boda. En otra, lucía el protocolo de mesas, con nombres de chirigotas en lugar de números y unas ilustraciones. Un banco lleno de flores, la fuente...
Como hemos dicho al principio, fue un día emocionante. Aunque echamos en falta a mucha gente, todos estuvieron presentes de alguna u otra forma.
Nos casaríamos mil veces más.
José Manuel y Laura.
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