La boda de Jose Luis y Jordi en Les Borges Blanques, Lleida
Al aire libre Verano Azul 8 profesionales
J&J
21 Sep, 2019El día de nuestra boda
La boda no es sólo el día de la boda. Una boda hay que disfrutarla desde el momento en que se decide dar el paso de casarse. Tenía claro que iba a disfrutar de todo el proceso, de todo el viaje que supone la celebración de tal evento.
Sabíamos que queríamos una boda íntima, una boda fuera de lo convencional. Nunca me ha importado el qué dirán o los compromisos, por eso los invitados fueron los que realmente quería. Se quedó familia fuera, sí, y lo recomiendo a todas las parejas porque solo así el día de vuestra boda será memorable.
Empezamos diseñando nuestros Save the Date sin saber dónde lo haríamos. Al final encontramos un sitio de ensueño, Masía Les Garrigues, y aunque está a casi dos horas de trayecto desde donde vivimos, el sitio fue lo que realmente queríamos: un jardín exterior con una fuente/piscina al lado y con una carpa tipo cabaña. El picoteo lo podríamos hacer tipo cóctel en el exterior y encima, el interior era un salón luminoso. La zona de discoteca era como un salón tipo oeste, con su barra, su tarima, sofás, mesitas y una zona amplia de baile. ¡Teníamos el sitio!
Seguir leyendo »Empezamos con los preparativos. Tastet delicioso, trato increíble y recomiendo hacer fotos para que después puedas recordar qué se pidió, ¡porque sino te haces un lío! Hicimos unas invitaciones curiosas tipo pasaporte que nos quedaron superoriginales y encantaron a la gente.
Empezamos a mirar los trajes y uf, ¡qué recuerdos! Dicen que las novias cuando encuentran el traje dicen que ese es “su vestido”, ¡pues creedme que con los chicos pasa lo mismo! Yo me probé varios y estaban muy bien, pero hubo uno que dije: ¡es este! Nada más salir del probador, mi madre y mi tía se pusieron a llorar al verme. Fue una sensación increíble. Por supuesto, ni mi marido ni yo sabíamos qué traje iba a llevar el otro, ¡iba a ser sorpresa!
Hubo un día que me llamaron desde un teléfono raro y me dijeron que eran de la agencia tributaria. Me quedé asombrado y extrañado y me dijeron que tenía que ir a recoger mi traje a la tienda (Casa Juana) donde lo tenía porque debía más de medio millón de euros y la estaban embargando y que si no iba a pagar el resto del traje en efectivo y retirarlo, se lo quedaría hacienda. Yo pensaba que era una broma de la radio y a la operadora del teléfono le seguí el rollo haciendo bromas y demás por si era de la radio dar algo de juego, pero fui y cuando vi a varias dotaciones de los Mossos en la puerta y en el interior junto a funcionarios de hacienda, el mundo se me vino abajo. ¡Teníamos que pagar 3 trajes de golpe y sin estar del todo terminados de arreglar! Por suerte, conseguimos sacar los trajes de allí.
Seguimos preparando la boda y empezamos a buscar le baile. ¡Yo jamás he bailado! Ni en discoteca ni nada. Pues bien, encontré un sitio (Dance Works) que el trato fue maravilloso. Hay veces que la vida te pone en su camino a gente especial, gente que deja huella. Y Miki, el profe, es una de esas personas. No solo es un excelente profesional, sino que es una maravillosa persona que hizo que esa etapa de nuestra vida, de nuestra historia, fuera de lo más especial que hemos vivido. Partíamos de no haber bailado nunca absolutamente nada y consiguió que desde el primer momento nos sintiéramos muy cómodos y seguros. ¡Creó algo mágico! Recuerdo la última clase que nos hizo; nos propuso hacer el baile delante de un montón de chicas que tenían una clase de baile de zumba o algo similar después de nosotros. Muy vergonzosos dijimos: vale, de perdidos al río. Pues bien, Miki apagó las luces, puso unas luces tenues de colores, nosotros nos preparamos en nuestra posición y empezó a sonar “Amarte por mil años más”, bailamos nuestro vals, algo que de recordarlo ahora, se me saltan las lágrimas de emoción y se me ponen los pelos de punta. ¡Fue algo indescriptible! Aunque estábamos mi marido y yo junto con los dos profes y más de 15 chicas, en ese instante estábamos los dos solos, el mundo se paró y viví una de las sensaciones más bonitas de mi vida.
Seguimos los preparativos y compramos montones de cositas por Aliexpress, algunas chorraditas. También cogimos cosas originales como unos M&M personalizados que esperé hasta el verano y resulta que por el calor del verano no los mandaban. ¡Me casaba en septiembre y hasta el día 3 no estaban operativos! ¡Qué apuro! Tuve que pagar un envío urgente, pero al fin llegaron a falta de dos días de la boda. Compramos arroz de colores, abanicos personalizados con la fecha de la boda, tronquitos con el nombre de los invitados para el sitting, gafas de sol de colores y sombreros de colores para la disco. También mandamos a pedir un árbol de huellas personalizado. ¡Hacedlo, es una idea genial! Pedimos también un reloj de arena para hacer una ceremonia de la arena que escribí yo y quedó tremendamente icónica y emotiva. Contratamos un transporte de autobús para todos los invitados porque al tener barra libre y estar a casi dos horas, no quería que nadie condujera. ¡Y todo un acierto! La gente agradeció enormemente el detalle y la calidad del transporte contratado.
Llegó el día de antes y nosotros nos desplazamos a la localidad ese día para que el día de la boda estuviéramos al lado y terminar de hacer los últimos preparativos. Esa noche diluvió, yo estaba desde las 3 am mirando el tiempo y parecía que nuestra boda de ensueño no se iba a poder hacer. Hablamos con el director al llegar a las 9 a la masía y nos dijo que estaba casi imposible, por lo que empezaron a preparar un plan B en el interior. Estaba bonito, pero no era lo que había soñado tanto tiempo.
Estuve mirando minuto a minuto el tiempo y a falta de 3 horas de la ceremonia, el cielo se empezó a abrir y dejó de llover. Corriendo fui a buscar al director y a la wedding planner y movilizaron a todo el personal para prepararlo todo en tiempo récord en el exterior. Me preocupaba que estuviera mojado todo, pero al final hizo un sol de justicia y en menos de 2 horas estaba todo seco, ¡con un cielo totalmente despejado y un día espectacular!
Me fui a vestir yo en una habitación y mi marido en otra, todavía sin saber cómo era el traje de cada uno. Tocó mi turno, cogí el brazo a mi madre, empezó mi música y echamos a andar. Mi madre no podía parar de sonreír, ¡fue algo superbonito! Tocó el momento de que saliera mi marido. Yo tenía los tiempos medidos al segundo de las canciones y cuando empezó a sonar la suya y vi que no salía, empecé a ponerme supernervioso; no porque fuera a salir corriendo, no sé, ¡pero supernervioso! ¡Y le vi aparecer! Caminando junto al brazo de su madre, una mujer que jamás había volado y que le dan pavor los aviones y no sabíamos si iba a venir porque era un vuelo de 3.000 km, y verles aparecer juntos acercándose a la cabaña… ¡Madre mía, qué emoción! Lo recuerdo y no puedo evitar emocionarme.
La ceremonia fue preciosa desde el inicio hasta el final. Pero cuando salió mi hermano a decir unas palabras, jamás es de darme abrazos ni mostrar cariño, pero ese momento hizo un discurso que jamás olvidaré, precioso, no sabía que me tenía tan bien valorado y que soy un orgullo para él. Y cuando nombró a mis abuelos recientemente fallecidos que no pudieron ir, nadie pudo retener la emoción. Fue un regalo indescriptible el discurso de mi hermano. Después hicimos la ceremonia de la arena, preciosa; los dos al unísono pronunciando unas breves frases y con la última palabra de la última frase “que el paso del tiempo sea testigo de nuestro amor eterno” cayó el último grano de arena. ¡Precioso! Hicimos el intercambio de anillos, que nos los traían nuestros sobrinos pequeños. ¡Qué bonito el momento, cómo cuidaron y entendieron el momento los dos! Finalizamos la boda con el correspondiente beso y salida entre los invitados lanzándonos montones de arroz de colores.
Justo antes de empezar el pica-pica, anuncié un juego. Había repartida una pinza entre diferentes invitados y tenían que pasársela sin que se dieran cuenta a otro invitado. Durante el banquete, en algún momento pararía el juego y los que tuvieran la pinza tendrían que hacer un reto de baile. Fue muy divertido y dio mucho juego a la interacción entre la gente. El picoteo, espectacular, en un lugar precioso, con música… ¡Excelente!
Pasamos al banquete y la comida fue espectacular. Las canciones de entrada de platos fueron un acierto porque crearon debate a ver quién acertaba cuál era porque alguna era curiosa. El timming que controló la wedding planner fue brutal, incluso me sorprendió que llevara un pinganillo en plan película de estas de agentes secretos que se comunicaba con todo el mundo y era alucinante. Eran como ninjas que estaban en todos sitios pendientes de todo y ni te dabas cuenta.
El momento tarta, precioso. Regalos, que uno de ellos fue a nuestros padres, el molde de nuestras manos con los anillos, otro fue un regalo porque ese día también era el aniversario de mi hermano y les regalamos un cuadro grande de una foto que les hizo el fotógrafo en el jardín al inicio de la ceremonia, etc.
En un momento paramos el banquete y dijimos que le juego de la pinza había terminado y salieron a bailar los que tenían las pinzas. ¡Qué panzá de reír! Les poníamos canciones y tenían que bailarlas. Al rato, pedimos a la organizadora que nos dejara hacer un ensayo rápido en el salón antes de que entraran los invitados y así fue, ¡qué desastre! ¡No nos salía nada, estábamos nerviosos! Al final pasamos al salón de la disco, entraron los invitados, se apagaron las luces y empezó a sonar la música. ¡Nos pusimos a bailar y nos salió precioso! Enlazamos la primera de “Amarte por mil años más” con la de “Danza Kuduro”, momento en el que saltamos a la tarima y empezamos a bailar enseñando la coreo a todos, en un momento de la canción empezamos a sacar a todos a la pista y volvimos a subir nosotros a la tarima y al ritmo del estribillo estábamos todos bailando a la vez! ¡Superdivertido!
Seguimos la noche bailando y bailando y llegó el momento de despedirse. Acompañamos a los invitados al autobús porque nosotros nos quedábamos en la masía esa noche, ¡cortesía de la masía en una habitación preciosa! Todos quedaron encantados y aun después de un año de la boda siguen recordándola como la mejor boda a la que han asistido, por calidad de la comida, por lo emocionante de la ceremonia, por lo cercano y divertido que fue todo. Normalmente la gente está siempre con los móviles, ¿pues quieres creer que no se hicieron apenas una decena de fotos porque nadie estaba pendiente del móvil? Eso lo dice todo.
Mi consejo: disfrutad del día, disfrutad de la preparación, es un viaje conjunto y de hacerlo así, será no solo el día más maravilloso de vuestra vida, sino una de las etapas más felices y bonitas de vuestra vida.
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