La boda de Jose y Lorena en Zamora, Zamora

El día de nuestra boda

El día de la boda fue el día que más tranquila estuve. Me levanté relativamente pronto, desayuné, escuché música con mi prima, hablamos, reímos, incluso hubo alguna lagrimilla por parte de mi prima. A las 13.30 h nos fuimos a la peluquería, y seguía sintiendo la misma calma, ¡como si la cosa no fuera conmigo! Mi prima se empezó a poner nerviosa, creía que no llegábamos a la finca, y yo era quien la tranquilizaba. A las 17.30 h llegamos a la finca, y allí estaban mis tres amigas de toda la vida (nos conocimos con 3 añitos en el cole). Ellas eran las "encargadas" de vestirme junto con mi prima. Fue un momento precioso, lleno de risas, brindis y abrazos. A las 19 h empezó la ceremonia, yo no podía borrar la sonrisa de la cara, hice un paseo con mi padre, y cuando llegamos al lugar concreto cogí del brazo también a mi madre para entrar con los dos (me casé el día de su 38 aniversario de boda). Tras agarrar a mi madre, levanté la vista y allí estaba él, emocionado, mirándome, sin poder parar de llorar mientras yo esbozaba una enorme sonrisa en mi cara. La ceremonia fue preciosa, hubo velas, hilo rojo, miradas cómplices, caricias, anécdotas... Creo que todo el mundo, menos yo, utilizó los pañuelitos de lágrimas de felicidad. A ratos me sentía hasta mal por no emocionarme ni un poquito, pero es que estaba tan feliz que era incapaz de sentir ninguna emoción más. A partir de ese momento el tiempo pasó X2, abrazos tras la ceremonia, fotos, cóctel, más fotos, cena al aire libre en el jardín, regalos, vivan los novios, monólogo, vídeo, baile, fotomatón, fiesta (olvidé tirar el ramo)... Y mucho, mucho, mucho amor. Es un sentimiento maravilloso, saber que te has casado con el amor de tu vida, que tras 12 años nos seguimos queriendo y mirando como el primer día. Estamos realmente felices.