La boda de Jorge y Ana en Madrid, Madrid
Elegantes Verano Naranja 5 profesionales
J&A
05 Sep, 2015El día de nuestra boda
A veces te preguntas cómo será ese día, si estará a tu lado toda la gente que quieres, si no lloverá, si tu chico se emocionará al verte entrar en la iglesia... La verdad es que el día de tu boda nunca es del todo como esperas. Yo intento no pensar demasiado en cómo quiero que sean las cosas. Lo mejor es tratar de tenerlo todo bajo control, pero este día es imposible.
Llevaba 8 meses liada con mil historias para que todo fuese perfecto, pero la perfección no existe. Haceros a la idea y sufriréis menos. Sin embargo, el día fue único y ¿no es eso lo más importante?
Ese 5 de septiembre se levantó con nubes en Madrid, quizá un poco más de frío del que pensaba que haría, pero el sol seguía ahí y con eso era suficiente. Fue el primer sábado en meses en el que las sábanas no se me pegaron y me desperté con una sonrisa. Mi perro vino a despertarme y mi madre me dio un gran abrazo. ¡Por fin, ya estaba todo listo!
Fuimos a la peluquería con champán y medias noches para todos. Se trata de los compañeros de toda la vida de mi madre y no me imaginaba vivir ese día sin ellos. Toñi tenía claro qué colores me quedaban mejor, ya me había maquillado antes y en sus manos no hay error posible. Lo que tenía claro es que no iba a ser una novia de tonos pastel, ¡quería color!
Seguir leyendo »Félix decidió que el peinado iba a ser diferente al de las pruebas y yo me dejé llevar. Muchas pensarán que era una locura, pero creedme que en estas cosas muchas veces hay que dejar hacer a los que saben y precisamente por eso yo fui a Hair Krone. Poco a poco se fue dando forma a todo, hasta que dos horas después, estaba listo. ¡Perfecto!
La verdad es que después de aquí no comí nada, tenía el estómago totalmente cerrado, así que me dispuse a volver a casa con mi madre y esperar. No se hizo para nada largo: trajeron el ramo, vinieron dos amigas y al poco llegaron las fotógrafas de 35mm.
Para entonces comenzaba a estar nerviosa, quizá por la cantidad de gente que iba a estar ya en marcha para llegar unas horas después a la iglesia. Tanto Jorge como yo no somos personas de mucho bombo, nos gustan las cosas sencillas y evitamos aglomeraciones, pero hoy era diferente. Al final unas 110 personas acudirían a nuestra boda. Familia, amigos... no queríamos que faltase nadie.
El rato de las fotos en casa se hizo ameno. La verdad es que se agradece que profesionales como 35mm Fotógrafas te ayuden a relajarte y hagan tonterías para hacerte reír. Se nota que están muy curtidas en la materia y a la mínima que te distraes o te agobias, ellas lo notan y te lo dicen. Unas fotos con el vestido, con mi madre, con mi padre, con mis amigas y… como no, con mi perro. ¡Iba precioso con su pajarita!
Tiempo de terminar y de esperar el momento de salir de casa. Mi primo Javi fue a buscar el coche y junto a mi padre, nos dispusimos a ir hacia la iglesia. En el viaje, de unos 20 minutos, notaba como el corazón me batía en el pecho. Miraba por la ventana del coche (embutida con el vestido en la parte de atrás sin opción a escapar ni a moverte) y pensaba en cómo estaría él.
La verdad es que la mayor parte de lo que pasaba por mi cabeza era sobre mi chico. Me imaginaba que estaría nervioso, trataba de imaginar cómo iría vestido (puesto que lo había guardado en celoso secreto) y deseaba abrazarle. Era nuestro gran día y no me imaginaba vivirlo con otra persona.
Al llegar a la iglesia estaba hecha un flan. Salí del coche, más fotos, mi amiga Patricia colocándome el velo y el corazón que se aceleraba. Cogí del brazo a mi padre y le dije "No dejes que me caiga" y él respondió "Nunca". Y comencé a escuchar, justo al lado de la puerta, los primeros acordes de "All of me – Luciana Zogbi " una versión preciosa del tema de John Legend que escogí por la letra de la canción.
Ahí todo pasó como un suspiro. Le vi al final del pasillo y no había nadie más. Sólo estábamos él y yo. No sirvió de nada que las fotógrafas me dijesen que fuese más despacio ni que mirase a la cámara. Sentí una emoción inmensa: "Me iba a casar con él", el corazón se aceleró más y comencé a sentir que se me escapaba una lágrima al llegar hasta el altar. Ahí estaba. Nos abrazamos y sentí que los dos llorábamos. "Estás increíble", me decía una y otra vez.
La misa fue preciosa, amenizada con BSO de películas que había escogido meses atrás. Al terminar, nuestro amigo Jordi leyó un poema precioso y nos dispusimos a firmar y a salir. Petardos, pétalos y arroz llenaron de color la plaza de la iglesia de San Matías. Aplausos y besos, sorpresa por encontrar a algunas personas que no sabía que podrían venir, entre ellas una de mis mejores amigas que una semana antes fue mamá.
Las fotos las hicimos en El Capricho, corriendo por la hierba y entre flores. Miradas, sonrisas, caricias. Era de nuevo como estar a solas. Y al poco rato, fuimos para el cóctel en El Castillo de Monteviejo. Llegamos casi de noche. En el cóctel no comimos prácticamente nada haciendo fotos con amigos y familia y cuando quisimos darnos cuenta, teníamos que entrar en el restaurante.
Durante la cena tuvimos varios regalos para unas amigas que están embarazadas y para dos de mis pilares fundamentales, esas amigas que están siempre y que, precisamente por eso, las tres nos hemos casado el mismo año (¡para fastidiar y arruinar a los demás amigos!). A estas les di unos gorros de mosqueteras (“Más que perras” como ellas dicen) para que no se olviden nunca de eso de "Uno para todos y todos para uno".
¡Sin duda 2015 será un año para no olvidar jamás!
Los amigos de Jorge también tuvieron un baile preparado para nosotros y alguna sorpresa más, como una consola falsa, ya que dentro de la caja lo que en realidad había eran unas botellas llenas de monedas de céntimos y billetes envueltos en papel con frases de mi chico. (¡A la vuelta del viaje nos pusimos a hacer paquetititos de monedas!)
El momento de inaugurar el baile para mí también fue mágico. La canción escogida "Kiss me - Ed Sheeran". Unos acordes que nos permitían mirarnos y estar de nuevo "solos". Abrazados y sonriendo. ¡Qué rápido estaba pasando todo!
Después de este baile ya nos metimos en más fotos en el photocall, copas y muchos más bailes hasta las 5 de la mañana. Hubo tiempo para todo, incluido para curiosear en el libro de firmas en el que nuestros amigos fueron pegando fotos polaroid con sus mensajes.
Cuando tocaron las cinco campanadas, igual que Cenicienta, fuimos al autobús y de vuelta con todos nuestros amigos regresamos a Madrid. Y todo, sin perder la sonrisa ni un minuto.
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