La boda de Jorge y Adriana en Tabeaio, A Coruña

El día de nuestra boda

Después de más de un año de preparativos con mucha ilusión y nervios por fin llegó el día. Ese día madrugué para ir a mi peluquería de siempre, no notaba los nervios, aunque si me encontraba intranquila por si algo salía mal.

Era un sábado con un sol enorme, un día precioso que presagiaba lo que quedaba por llegar. Salí de casa de mis padres como manda la tradición, y mis amigas fueron las que me ayudaron a vestirme, feliz y contenta, la emoción aumentaba por momentos. Llegó el momento de las fotos en casa, donde el fotógrafo se mostró amable y comprensivo desde el primer momento, a pesar de que ya se notaba que estaba muy nerviosa. Y llega el coche clásico a recogerme, los invitados ya habían salido hacia la iglesia, nos quedamos mi padre y yo solos en casa, haciendo tiempo para llegar tarde como toda buena novia que se precie y allá nos fuimos. La entrada fue mágica, de mano de mi padre, el mejor padre que una puede soñar tener, con un cielo claro y azul, y un sol precioso, con invitados aplaudiendo, y con la música de los gaiteiros sonando. Si no lloré en ese momento fue porque no quería estropearme el maquillaje (jaja) porque ganas no me faltaron, y la entrada en la iglesia no fue menos. Pero el "momento" fue cuando mi marido se dio la vuelta, y me miró creo que fue uno de los momentos más bonitos de la boda, le pidió permiso a mi padre (para estas cosas somos muy tradicionales), y me cogió la mano.