La boda de Jordi y Lorenna en Caldes De Montbui, Barcelona

Por si fuera poco ese día llovía y decían que para el fin de semana seguramente llovería. Entre una cosa y otra llegó la noche y me despedí de mi chico (él dormía en casa de sus padres y yo en nuestro piso) y ya no lo vería hasta llegar al altar. Después de un sueño reparador, me desperté antes de que sonara el despertador. Lo primero que hice fue mirarme en el espejo cómo tenía el sarpullido. No sólo había desaparecido, sino que me miraba en el espejo y me vi preciosa aún sin maquillar.

No temáis chicas porque el día de vuestra boda la felicidad es el mejor maquillaje. La ilusión con la que esperas ese día te ilumina la mirada. Así que me relajé en la ducha y me fui para la peluquería. Quizás algunas recordéis el debate que abrí sobre mi desastrosa prueba de maquillaje y peinado. Me fui a la peluquería (sí, la misma peluquería en la que hice la prueba) muy tranquila con la idea de que si no salía bien, ya me maquillaría yo en mi casa. Bueno, pues el mismo día tanto maquilladora como peluquera hicieron un gran trabajo, tanto maquillaje como peinado fue improvisado. Cuando me vi en el espejo casi lloro, ¡de alegría!

Así que más feliz que una perdiz fui a casa de mis padres a vestirme. ¡Ah! Antes de vestirme tuve que maquillar a mi madre y a una de mis hermanas. Cuando acabé, me vestí y en nada llegó el fotógrafo. Toda mi familia estaba en casa y alucinaron al verme con el vestido (sólo lo había visto mi madre y una de mis hermanas). Llegó el coche que alquilamos (mediante bodas.net) y junto con mi padre y mi cuñado (que era el padrino) fuimos hacia la iglesia.

Jordi me decía que no le hiciera esperar demasiado (habitualmente soy tardona) pero ese día llegué a los alrededores de la iglesia casi 15 minutos antes. Así que aparcamos e hicimos tiempo hasta las 18:05h. Bajamos del coche, entró mi cuñado a la iglesia. Me recoloqué el velo y la cola del vestido, me cogí al brazo de mi padre, respiré hondo y empecé mi camino hacia el altar. A pesar de que quería mirar a los invitados, enseguida se me fue la mirada a mi chico que me estaba mirando con unos ojos...no podía dejar de mirarle y ¡lo vi tan guapo! Claro, ¿qué voy a decir, no? No dejábamos de mirarnos y casi se me cae la lagrimilla en algún momento. Al terminar la ceremonia nos hicimos algunas fotos en el casco antiguo de nuestro pueblo y luego ya nos dirigimos al banquete de celebramos en La Baronia.

A nuestros invitados les encantó el lugar, el menú, el trato, etc. todo salió perfecto. Después de la cena y las entregas (en las que improvisamos totalmente los bailoteos mi marido y yo), fuimos al exterior de la finca donde hacíamos el baile. ¡Por suerte no nos llovió! Y pudimos hacer el baile alrededor de la piscina, que estaba iluminada con velas flotantes. ¡Nos lo pasamos en grande hasta casi las 4 de la mañana! Mi marido aguantó bastante bien, pero yo terminé por quitarme los zapatos y bailar descalza. Ya os podéis imaginar cómo quedaron las medias. Lo que tenía claro es que quería darlo todo en el baile hasta que el cuerpo (y el dj) aguantase. Los últimos invitados se fueron y nosotros nos fuimos a la habitación que teníamos allí. Tras 20 minutos de quitarme horquillas del pelo mientras mi marido me iba desabrochando los botones de mi vestido, llegó el esperado momento de quitarnos la ropa, ducharnos y caer rendidos en la cama hasta el día siguiente (bueno quizás no fue así exactamente...).

Para los dos fue un día muy especial, emotivo, divertido, etc. A todos los novios y novias, les damos el consejo de que disfruten al máximo, que el día pasa volando y no dejéis que los nervios ni malos rollos de trabajos, familia y demás historias os estropeen nada. Os lo dice un manojo de nervios andante. Ese día tienes que pensar que es como una obra de teatro, sólo vosotros sabéis qué tiene que suceder y cómo. Y si algo no sale exactamente como habíais planificado, no se acaba el mundo. Lo importante es estar relajado y pensar en que has estado mucho tiempo preparando esto con todo el amor del mundo, y algo que se prepara con tanta ilusión, no tienes que dejar que nada lo estropee.

Los días después a la boda estábamos tan flipados de que ya estábamos casados… Mi marido no dejaba de decirme: "Es que es muy fuerte, eh. Ya eres mi mujer". Qué gracioso. Mi consejo a las que os estresáis (que es lo más normal del mundo), ese día respirar hondo y ser vosotras mismas, os lo pasaréis genial. Yo la verdad es que me lo pasé tan bien que desearía casarme cada día de mi vida. Eso sí, ¡siempre con Jordi!

Vaya rollo os he soltado en un momento. Por cierto, la foto principal es de nuestra postboda. Que las de la boda aún no las tengo en resolución buena. ¡Un besazo y ánimos a todos!