La boda de Joni y Scarlett en Palacios De La Sierra, Burgos

Mi mañana consistió en peluquería y maquillaje, mientras mi pareja ultimaba algún detalle de la decoración con ayuda, como el seating plan. Después vinieron las fotos con las damas de honor y mis padres. Mientras tanto, mi pareja, que es camionero, fue sorprendido por sus amigos con un camión nuevo a estrenar todo decorado para acudir a la ceremonia. Ese fue uno de los momentos más maravillosos, pues ya comenzó el cúmulo de emociones y buenos sentimientos que pudimos sentir durante todo el evento.

En el lugar de la ceremonia, que empezó un poco más tarde, ya estaban todos los invitados, y la llegada en camión fue espectacular, porque nadie se la esperaba, con bengalas de humo incluidas. Aparte, la pareja de mi primo diseñó un arco de flores para la ceremonia que dejó a todo el mundo impresionado, que además iba a juego con mi ramo, y los centros de mesa. La temática fue la madera porque mi pareja se dedica a ello, y los colores, el rojo y el verde.

Tuvimos la suerte de tener a mi primo de maestro de ceremonias, que es actor de improvisación, y lo hizo todo a la perfección. Las damas de honor entraron al ritmo de la música con mi madre y mi perrita y repartieron botellitas de Puerto de Indias para muchos invitados, además de que estos tenían acceso a cerveza y refrescos mientras duraba la ceremonia. Lo divertido fue que no pusimos código de vestimenta y el resultado fue muy variopinto y desenfadado, justo la boda que nos habíamos imaginado, rural y sin mucho protocolo. Esto también se reflejó en nuestra ceremonia, donde hubo lecturas divertidas, pero también muy emotivas que nos hicieron reír y llorar por igual. Al final, el casamiento se produjo de manera oficial por uno de los mejores amigos de mi pareja, que es concejal.

Con ayuda de la wedding todo salió bien, pese a varios momentos improvisados e inesperados. Luego tuvo lugar el cóctel, en el que todo el mundo quedó encantado, en especial con el cortador de jamón. Durante ese rato también muchos invitados nos pidieron fotos de grupo que, aunque no queríamos, fue inevitable.

Después empezó el banquete al que entramos con bengalas de humo y todo el mundo se vino arriba. La comida fue exquisita y el postre que escogimos, pese a ser muy extraño, encantó a todo el mundo. Nada más cortar la tarta, entró una charanga dentro de la carpa, lo que hizo que todo el mundo se animara y no tuviera tiempo de relajarse. También se abrió la barra libre y empezó la fiesta. Durante la fiesta lanzamos fuegos artificiales y pusimos un fotomatón. Había estado amenazando lluvia todo el día y al final jarreó, pero a nadie pareció importarle, y de regalo luego salió el arcoíris.

Después de la charanga, se puso una mesa dulce, una cuantiosa recena y empezó el DJ. No pensábamos hacer baile de novios, pero nos rodearon y acabamos haciendo uno improvisado. La fiesta continuó hasta las seis de la mañana, a la que no dudaron unirse los jóvenes del pueblo cuando les cerraron los bares. No nos importó que se colaran. Incluso me encontré una firma divertida en el libro de firmas que ponía: no sé quién sois, pero enhorabuena.

Al día siguiente, los que pudieron levantarse de la cama volvieron al lugar de la fiesta y les dimos pollos asados para comer. Luego nos hicieron la sorpresa para conseguir el dinero de los amigos, que fue muy divertida, con el río que teníamos al lado de protagonista. Por la noche hicimos barbacoa con lo que sobró del viernes.

Fue una auténtica boda de fin de semana, llena de emociones, risas, amor, alegría, y tengo unos recuerdos maravillosos que atesoraré siempre. Una experiencia inolvidable.