La boda de Joan y Laura en Blanes, Girona
Al aire libre Verano Rosa 11 profesionales
J&L
08 Jul, 2017El día de nuestra boda
El día de nuestra boda. Es pensar en ese día y me vienen tantas emociones. Me vienen mil recuerdos, mil momentos. Y no sólo de ese día, sino de toda la preparación previa.
Yo soy una persona nerviosa, nerviosa, nerviosa, pero no sé qué pasó ese día que cuando me levanté me di cuenta de que estaba súper tranquila. Creo sinceramente, que todo el trabajo hecho los meses (año y medio casi dos) antes y la tranquilidad que me dieron todos los proveedores, hizo que ese día me levantara a las 9:30 de la mañana sin nada de nervios.
Fue una mañana muy divertida. Desayuné con mi pareja (sí, nos vimos antes de la boda, pero es que después de 12 años juntos y casi 8 de convivencia, la persona que más tranquilidad me puede dar en este mundo es él, mi actual marido, así que decidimos disfrutar del desayunar juntos), y con nuestros padres.
Después, ya cada uno se fue por su lado a arreglarse para el gran día. Los dos estábamos en el mismo hotel hospedados, sólo que cada uno en una habitación. En ese momento, después de desayuno, llegaron mis sobrinas, preciosas y me dio tiempo hasta a jugar con ellas, cosa que me relajó mucho. Ya, el tiempo fue corriendo, vinieron a peinarme y maquillarme. Cuando me vi en el espejo ya arreglada, me quedé de piedra. Me encantaba, y eso me fue dando aún más tranquilidad.
Seguir leyendo »Llegaron los fotógrafos, y primero sólo estábamos mis padres y yo. Fue un momento muy bonito, ya que lo encontré íntimo y me sentí relajada haciendo las fotos. Los fotógrafos se portaron de lujo, nos ayudaron mucho, nos hicieron reír… y tengo fotos preciosas de ese momento. Entonces, nos dejaron un momento a solas para que mis padres me ayudaran a vestirme. Fue un momento muy especial porque me costó mucho encontrar vestido y ellos fueron muy amables al acompañarme a muchas citas y probarme muchos (pero muchos) vestidos, hasta que dimos con el ideal. En este punto puedo contar que vivo en Brasil, y que encontrar vestido a 9.000km de distancia no es fácil, y menos si tienes escasos 15 días para encontrarlo. Pero al final, las cosas salen y para mí ya verme vestida en ese momento con el vestido precioso, me pareció un momentazo.
Justo después llegaron mis hermanos con sus parejas y mis sobrinas, ya todos arreglados, guapísimos. Mi hermano fue el padrino y me sorprendió con una increíble carta de parte de mi pareja además de su poema y el ramo. Me encantó el ramo, sólo le había dicho a la florista algunas ideas, y acertó totalmente.
Hicimos muchas fotos divertidas, brindamos con cava y yo me lo pasé en grande en ese momento. Recuerdo reírme mucho, y estar super relajada.
Ya todos se fueron, y nos quedamos mi padre, mi hermano (él conducía hasta el sitio de la boda) y yo. En un momento en que nos quedamos solos, le di a mi padre un regalo especial que tenía guardado para él. Y fue un momento muy bonito que recordaré siempre.
A todo esto, os cuento que durante todo el día llovió. Sabíamos que existía esa posibilidad, y así fue. Toda la boda estaba prevista para que se hiciera fuera, a excepción de la cena. Pero, yo estaba tan feliz y contenta que no me importó nada en absoluto, e incluso le dije a mi pareja que les dijera que podían ir a por el plan B y montar todo dentro. Pero, él sabía que después me habría sabido mal y decidió consultar como 300 páginas web de clima, ¡para ver que justo 30 minutos después de empezar la ceremonia pararía de llover!
La organizadora del lugar donde nos casamos nos ofreció la opción de comenzar un poco más tarde y así esperar a que parara de llover y así lo hicimos. Os cuento que el sol salió mientras yo iba hacia el altar. Lo recuerdo y me emociono. Y le doy las gracias a mi marido por saber aguantar el chaparrón (nunca mejor dicho) y gestionar todo para que finalmente todo fuese como habíamos soñado.
Cuando llegué al sitio, El Convent de Blanes, y lo vi todo decorado, precioso… tal y como lo había visualizado en mi mente, fue increíble. Y ahí estaba mi pareja, guapísimo, espectacular, de verdad. Y mi padre, y el beso que me dio justo antes de empezar a caminar, ay. Muy emocionante todo.
Cuando llegué al altar, dimos la bienvenida a todos nuestros invitados. Qué momento. Fui recorriendo las caras de la gente a la que quiero, todos estaban ahí y yo me sentía super feliz y agradecida.
La ceremonia fue preciosa, participaron nuestras hermanas, sobrinos, amigos… fue muy divertida y emotiva. Una ceremonia religiosa al aire libre en la que quisimos que todos se sintieran muy incluidos.
La salida de la ceremonia fue muy divertida, con tanto arroz y pétalos cayendo, salimos como pudimos. Y de ahí nos fuimos a hacer fotos. Ahí mi pareja y yo ya nos pudimos relajar más, apreciar lo guapos que estábamos. Increíble… Una vez más, el trabajo de los fotógrafos increíble, nos cuidaron un montón y me lo pasé en grande. Además, al terminar el catering ya nos tenía preparada una selección de lo que estaban ya sirviendo en el aperitivo para nuestros invitados.
El aperitivo fue la caña. Estaba todo riquísimo. El catering era de total confianza, y nos ayudaron mucho. No sólo la comida estaba especialmente rica, es que la decoración fue una pasada, todo. La gente estaba encantada. Además, cuando anocheció salió una luna llena inmensa (confieso que miré el calendario lunar porque me hacía ilusión casarme con luna llena, pero cuando la vi, no pude estar más feliz).
Después de las fotos con los invitados, todos fueron entrando al salón. Mi pareja y yo nos quedamos fuera, hasta que sonase nuestra canción elegida para hacer la entrada. Teníamos pensado en qué punto de la canción entraríamos, así que mientras sonaba el inicio de la misma, nos marcamos un bailecito ahí los dos solos. El momento de entrar fue BRUTAL!! Jaja, entramos saltando y bailando, todo el mundo gritando y con las servilletas. La imagen de la sala, iluminada, con todo el mundo así… de nuevo, nunca lo olvidaré.
Antes de empezar la cena, nosotros leímos unas palabras, en las que recordamos a nuestros amados abuelos que no nos pudieron acompañar y al padre de mi marido, que tampoco pudo asistir a la boda. Muy emotivo y me emociono al recordarlo. Durante la cena, mi sobrina de 10 años leyó unas palabras, divertidísima, con su visión de niña. Adorable. Repartimos regalos, yo comí mucho (mucho), bailamos, disfrutamos e hicimos el brindis con nuestra tarta de boda.
Ya después de la cena, llegó el momento del baile. Señores, teníamos dos bailes preparados y a los dos nos ponía nervios. Pero tanto el bolero como la salsa salieron estupendamente. Y después de la salsa llegó mi sorpresa para el novio, que nadie más que yo sabía, un violinista eléctrico. Mi pareja es amante de la música, así que fue un regalo perfecto para él.
El violinista entró, y sólo por la cara que puso mi marido, ya supe que había merecido la pena.
A partir de ese momento, disfrutamos a tope, nos sacamos fotos en el fotomatón, bebimos, bailamos, saltamos, abrazamos y yo terminé más despeinada que en toda mi vida, pero más feliz imposible. De ahí nos fuimos a la playa, sólo los supervivientes, para terminar la fiesta a las 6 y pico de la mañana, con la salida del sol. ¿Puede ser más perfecto?
¡Sí! Después de algunas horas de sueño “noche de bodas”, nos levantamos, mi familia se había encargado de ir al sitio de la boda a recoger todo lo que se había quedado ahí y nos encontramos todos en la piscina del hotel para bañarnos un rato y después ir a comer todos juntos.
Para mí no podría haber sido mejor. Y seguro que aquí me dejo mil detalles por contar (dron, baile de mis sobris, detalles, regalos, comentarios), pero lo más importante está.
Disfruté de la preparación, me estresé con algunas cosas, como debe ser, pero ese día fue fantástico. Doy gracias a todos, a nuestros amigos y familiares, a todos los que nos ayudaron, proveedores, todos. Y en especial a mi marido, por todo, pero por encima de todo por elegirme y por hacer junto a mí una boda y una familia increíbles, ¡gracias!
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