La boda de Jetzabel y Francisco en Málaga, Málaga
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J&F
06 Oct, 2012El día de nuestra boda
El gran día empezó a las ocho y media de la mañana, y eso que para las once y cuarto de la noche anterior ya estaba dormida. Me levanté muy muy tranquila, al igual que los días de antes.
Por la mañana mi madre, que estaba muy nerviosa, y yo discutimos, pero fue poca cosa, aunque me hinché a llorar. Luego comprendí que era una tontería y es que estaba todo el mundo nervioso salvo yo, así que ni se lo tomé a mal ni nada.
Después de preparar miles de cosas, ponerlas en la mesa del salón para fotos, en la cama de mi madre para más fotos, llegó mi peluquero. Fue entonces cuando me fui dando cuenta que el momento de la boda estaba ya ahí, que era ese día.
Después de hacerme mi peinado, muy bonito por cierto, llegó la hermana de mi amiga, que se encargó de maquillarme. No antes de haber almorzado claro, ¡una pizza entera me comí! Me decían que se quita el hambre el día de la boda... ¡pues a mí no!
Después de peinarme, comer y maquillarme, llegaron los fotógrafos y el vídeo, con lo cual empezamos todas a arreglarnos. Fue muy emocionante, sobre todo cuando llegaron mis amigas, mis tías, mi abuela, mi cuñada. ¡Éramos tantos, que más emoción daba!
Seguir leyendo »Justo antes de salir repartí unos regalos que tenía para mi familia y para mis amigas (que eran mis damas de honor). Con lo cual todos más emocionados y muy muy contentos.
Cuando nos avisaron de que mi marido estaba en la iglesia fuimos corriendo, ya que después de mi boda había otra y no quería llegar muy tarde. Pero salí tan corriendo que se me olvidó una cosa... ¿qué cosa? ahora leeréis...
Llegué a la iglesia ¡y mis damas de honor no habían llegado! Bueno, pues unos minutos en la puerta parada esperando. Cuando llegaron, me arreglaron el vestido y para adentro.
¡Qué guapo estaba mi marido! No me lo podía creer, ahí estaba, en el altar, con mi suegra, con su cara de niño pequeño, feliz. Me senté a su lado y nos sonreímos. Fue algo mágico. Lo peor fue lo que vino después... Me senté frente al altar, el cura empezó a hablar y puse mis manos sobre mis piernas. ¡Entonces me di cuenta! ¡Mi ramooooooo! ¡No lo tenía! Me lo había dejado en la casa de mi madre y había entrado sin mi ramo.
No me lo podía creer, se lo dije a mi padre, que estaba al lado, y me volví y se lo dije a mi madre. Ella no se enteraba y me tuve que volver varias veces, pero el cura me miró como diciendo... ¡cállate ya! Entonces mi madre se dio cuenta de lo del ramo y me dijo de ir ella a la casa (pero sé que en el fondo no quería perderse la misa), así que le dije que no. Para mi sorpresa una tía mía fue corriendo (literalmente) con los tacones hasta casa de mi madre a recoger mi ramo. Cuando en mitad de la misa noto que me tocan el hombro, miro y ¡era mi tía con mi ramo! ¿Cómo se me pudo haber olvidado?
Después llegó el momento de decir la frase que me había aprendido de memoria, y... ¡se me olvidó una parte! Yo no me lo podía creer, ¡si la había repetido mil veces!
Para colmo, cuando el cura me dijo: "repite lo que yo diga" (en el momento de dar las arras), hubo una frase que no entendí, sólo entendí la última palabra "bienes"; con lo cual para no quedar mal y decir ¿qué has dicho? me empecé a reír un poco y dije bienes (para que no pareciera que no lo había escuchado). En esto salta el cura:"Nada, que a Jetzabel le hacen gracia los bienes, porque como bienes hoy en día hay pocos ya que todo va por hipoteca".. Jajaja. ¡Qué fatiga!
Por fin acaba la misa, que después de todo lo que pasó fue preciosa. Leyeron mi hermana y mi cuñada, las dos perfectamente, y el cura hizo la misa muy amena y muy simpática.
Bueno, pues después de la misa, de las firmas, las fotos, toca el momento de salir, cuando la gente te espera con el arroz. Ahí va una tía-abuela mía a darnos la enhorabuena y unos besos y venga a hablar, cuando estábamos en la misma puerta de la iglesia. Mi padre le tuvo que decir que nos iban a tirar el arroz, que luego nos diera los besos. La pobre ya está mayor y no se da cuenta de las cosas.
Nos tiraron varias toneladas de arroz y otras tantas de pétalos de rosa y confeti. ¡No paraban! ¡Fue increíble! Y cuando pararon se acerca nuestra sobrina (de dos años) y nos dice: "Tita Keka guapa, princesa; Tito Pan guapo, princeso. Toma" ¡y nos da un puñado de arroz! ¡Yo me la comía a besos!
Después lancé un ramo que había hecho (aunque se me olvidó decírselo a los fotógrafos, así que se fueron antes y no sacaron ni fotos ni vídeo. Menos mal que un tío mío si que hizo fotos, y además han salido muy muy bien) y nos fuimos al reportaje de fotos.
Nos hicimos el reportaje, que estuvo muy bien. No ha sido el típico de poses de modelo, cosa que no nos gustaba. Ha sido todo muy natural. Fran me cogió a caballito y empezó a correr, me cogió y empezó a darme vueltas, corrimos, nos sentábamos en bancos, nos besábamos, nos echábamos agua de una fuente... ¡Nos lo pasamos genial!
Después del reportaje llegamos al hotel donde se celebraba el convite, y tuvimos que esperar de nuevo a mis damas de honor (una de las salidas al pueblo estaba cortada y tuvieron que dar un rodeo enorme) así que veinte minutos en la puerta del hotel esperando a que llegaran. Cuando llegaron cogieron las pistolas de pompas de jabón y se fueron al paseo marítimo, donde estaban los invitados, y empezaron a hacer las pompas. ¡Quedó precioso!
Después, otra vez a saludar y besar a gente, con muchas fotos, ¡y por fin la entrada al salón!
En la puerta del salón estaba el libro de firmas y el photocall, porque los más de quince adornos que hice para el photocall (bigotes, labios, antifaces, coronas, monóculos, gafas, bocas de gato,...) ¡se los habían llevado los invitados a sus mesas! A la gente le gustó el detalle aunque se creían que estaban allí para cogerlas.
En el momento de la cena me lo pasé genial, fue todo muy divertido. Lo único que hubiera cambiado era poder levantarme a hablar con los invitados, ir mesa por mesa. Los del hotel me recomendaron que mejor no lo hiciera porque no podían servir si yo no estaba sentada en la mesa presidencial. De modo que estuve toda la noche allí hasta que empezó la tarta. Ya entonces si que me levanté, di lo regalitos y estuve hablando con todos.
Depués de comer, reír, seguir comiendo, dar los regalitos y hablar con la gente llegó el momento del baile. Como no sabemos bailar, fue algo sencillo, agarrados y dando vueltas; eso sí, fue muy divertido para nosotros, porque no paramos de hablar y de reírnos salvo un momento en el que los dos empezamos a cantarnos la canción.
Luego llegó el momento de la fuente de chocolate, de más bailes, de la tarta de chuhcerías, de las bebidas, seguir bailando, poner las ligas (a solteras y solteros, y alguna que otra casada y algún que otro casado), ¡se la pusimos hasta a nuestros padres!
Al terminar subimos a la habitación, me quité los 500 ganchillos que tenía y mi marido me desabrochó los 500 botones del vestido. ¡Fue entonces cuando salieron más granos de arroz que los que yo le echo a la paella! Dejamos el suelo de la habitación preparada para hacer arroz.
Luego nos dimos un bañito en el jacuzzi y empezó nuestra noche de bodas, seguida de una luna de miel preciosa en un crucero por las islas italianas.
En definitiva, me lo pasé genial, mira que pasaron cosillas que no estaban para nada previstas, pero no me importó, no me lo tomé a mal, ni me molesté, ni nada. Es un día para disfrutarlo, y eso hice yo. Disfrutar todo lo que pude y más, porque fue MI BODA y ni que se me olvidara el ramo en casa de mi madre, ni que la gente se llevara las cosas del photocall me iban a impedir que yo disfrutara de ese precioso día.
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