La boda de Jesús y Tamara en Gandia, Valencia

El día de nuestra boda

La magia invadió por completo el 16 de septiembre de 2017. La noche y el día anterior llovía tanto, que solo estaba pendiente del cielo, pensando en cómo sería nuestro gran día si no paraba de diluviar. Pero como he comenzado diciendo, la magia invadió el día y hasta las pequeñas y oscuras nubes contribuyeron para esa perfecta luz del atardecer mientras decíamos, ¡sí, quiero! Él estaba increíble, mientras avanzaba por el pasillo al altar, no podía ver a nadie más que a él... Me sentí como una verdadera princesa.

Todo salió perfecto, tantos meses preparando cada detalle personalmente, con tanto mimo, dieron resultado. A la gente le encantó desde el seating plan, hasta el photocall (que era lo más sencillo del mundo y a lo que menos atención destiné) pero cada centro de mesa, cada mesero, todo era una pieza importante, cuando entre al salón y lo vi todo en su sitio, con sus velas encendidas respiré hondo y me sentí satisfecha y orgullosa del trabajo realizado, asique me deje llevar (tal vez demasiado). Disfrutamos como niños, rodeados de nuestra familia y amigos reímos, bebimos, bailamos, recibimos alguna sorpresa y también las dimos... Nos dedicamos a pasarlo bien y que cada invitado también lo hiciera. Cada vez que cierro los ojos y pienso en ese día, aún a punto de celebrarse nuestro primer aniversario, se me llenan los ojos de lágrimas de emoción. Ojalá pudiese revivir ese día en cada aniversario, sin cambiar nada.