La boda de Javier y Ylenia en Tomelloso, Ciudad Real
Modernas Verano Rosa 7 profesionales
J&Y
20 Jul, 2019El día de nuestra boda
Bueno, ya hace un poco más de un año que fue mi boda, pero lo recuerdo como si fuese ayer. Pasé un año superagobiada con los preparativos, porque quería hacer muchos detallitos y cosas manuales, y no me arrepiento de nada.
Todos los invitados se lo pasaron genial y la recuerdan como una de las mejores bodas en las que han estado (o por lo menos eso me dicen). Y la verdad es que eso hace que todo el esfuerzo que dedicamos a que la boda fuese única y a nuestro gusto haya valido la pena.
Respecto a ese día, fue el día más feliz de mi vida, sin lugar a dudas; lo repetiría una y mil veces. Estaba supernerviosa, la noche de antes no dormí nada, pero tampoco me levanté cansada; me desperté enérgica y con ilusión de que al final, el día había llegado.
Primero fuimos a la peluquería mi madre, mi hermana, mi cuñada y yo, y fue muy divertido; nos sentíamos como reinas, ahí con todas las peluqueras y maquilladoras para nosotras. Después fuimos a casa de mis padres, que es donde yo me iba a vestir y donde había dormido. Me puse mi pijamita de novia y a esperar al fotógrafo. Mientras tanto, se fueron vistiendo mis padres y mis hermanos, y era muy gracioso porque yo estaba ahí en pijama viendo como se arreglaban todos.
Seguir leyendo »Vino el fotógrafo y el videógrafo (al fotógrafo, Mario, ya lo conocía de la preboda, es un chico majísimo). Y estuvo haciéndome mil y una fotos, fue muy divertido, no me sentí para nada incómoda. Me ayudaron a vestirme, y la verdad es que estaba muy feliz con cada cosa que me ponía, ¡porque mi vestido me encanta! Cada vez que me lo ponía, me sentía una princesa de cuento. Cuando ya me hizo bastantes fotos, me dijo que saliéramos al patio de mis padres para hacerme unos retratos a mí sola. Y yo pues con tranquilidad y como si de una modelo se tratase, la verdad es que en esos momentos no estaba pensando en que en un poquito me casaba.
Y entonces vino mi padre y me dijo: ¡Ylenia, que nos vamos! Y yo: ¿A dónde? Y mi padre: ¡A la iglesia, que te casas! Y ahí todo lo tranquila que había estado durante la mañana se fulminó. Me di cuenta de que esto iba en serio, de que me casaba, y me puse supernerviosa. Quería hacerlo, por supuesto, ¡pero me entraron unos nervios! Es que fue como que no me lo esperaba... (tonta de mí, que estaba en mis mundos de yupi haciéndome fotos). Total, que ya salimos corriendo, ya había venido el coche clásico a mi puerta que me iba a llevar a la iglesia. Salí a la calle y estaban mis vecinos esperando fuera y me empezaron a decir ¡guapa! y esas cosas, y yo muerta de vergüenza, ¡pero, sobre todo, de nervios!
El viaje en el coche lo recuerdo como si fuera un manojo de nervios. Iba todo el rato diciéndole a mi padre: ¿pero ya está Javi (mi marido) en la iglesia? ¿Lo habéis comprobado? ¿Seguro que están todos? ¿Pero qué hora es? ¿Ya es hora? ¡Papá, estoy muy nerviosa!
En fin, que llegamos, aparcó el coche en la iglesia y me bajé, y estaban todas mis tías y amigos en la calle, me vieron bajar y estaban llorando como magdalenas. Y yo los vi y me vinieron las lágrimas a los ojos, pero me dije: no, no puedes llorar. Así que cogí aire, me paré un segundo y dije: venga, adelante.
Pasé a la iglesia del brazo de mi padre. El camino hacia al altar fue muy bonito, con la música que había elegido, todo el mundo me miraba y me sonreía, me sentí muy querida por mis amigos y familiares. Alcé la vista y lo vi al final del altar esperándome, ¡estaba superguapo! Con su pajarita roja (me imaginaba que llevaría pajarita). Fui hasta el final, le di un beso en la mejilla y me dijo que estaba muy guapa, y yo al él, claro. Nos miramos con complicidad y supe que estaba haciendo bien, que quería pasar el resto de mi vida con él.
La ceremonia fue muy bonita, con muchos nervios, él estaba más tranquilo, yo un poco nerviosa, pero bien. Se me calmaron un poco los nervios al verle. Luego su papá nos leyó un discurso muy emotivo, todo el mundo llorando. Y al final, la gente nos dio la enhorabuena uno a uno y ahí me di cuenta de que habían venido todos los invitados que yo quería, que estaban todos los que necesitaba a mi lado ese día, y que se habían puesto sus mejores galas. Fue un día precioso.
A la salida de la iglesia nos tiraron arroz y confeti de oro. Aviso para las que quieran tirar arroz, a mi marido se le quedaron las marcas de arroz en el traje negro. Con un cepillo se quita, pero hay que tener cepillo a mano. No sé de dónde, pero una tía mía sacó uno y empezaron a cepillarle.
Después, mientras los invitados se iban al cóctel, nosotros nos fuimos a hacernos las fotos. Fuimos a la posada de los portales de Tomelloso a Pinilla. También nos hicimos unas fotos en la esquina del ayuntamiento (que parecerá una tontería, pero tampoco hace falta grandes fondos para que las fotos queden bien). Nos divertimos, nos sentíamos modelos, y muy juntos, compenetrados.
Luego ya nos fuimos al salón de bodas. Entramos en el salón y todo el mundo comenzó a aplaudir, ¡parecíamos estrellas de cine! El salón estaba precioso, el jardín decorado como nosotros queríamos, con todas nuestras manualidades. Mis hermanos nos leyeron unos discursos, también muy emotivos y graciosos.
Entramos en el salón a comer, la comida fue fantástica y la gente disfrutó mucho. A mitad de la comida, mi familia nos hizo un baile con la música de La La Land, quedó fenomenal, parecía un musical y nosotros no sabíamos nada al respecto. Luego nos animamos a bailar con ellos.
Después fuimos dando los regalitos, dimos barajas a los hombres y mermeladas a las mujeres. Y a las mujeres también les dimos unos alfileres que hice yo con fimo, con forma de donuts y porciones de tartas. ¡Ah! No lo he dicho antes, pero también hicimos kits de niños y de adolescentes. Y a las chicas que participaron en mi despedida les regalé un marco con una foto de la despedida y una dedicatoria.
Cuando estábamos repartiendo los regalitos y llegamos a la mesa de nuestros amigos, nos hicieron una búsqueda del tesoro con un pruebas y acertijos, y cuando lo resolvíamos, nos iban dando algunos regalos.
Tras la comida, hicimos nuestro baile nupcial. Aquí es cuando volví a ponerme de los nervios. Yo llevaba un vestido con mucha cola, mis tías y mi madre me recogieron la cola con unos alfileres supergrandes, pero aun así, el vestido era voluminoso para bailar. Y nosotros habíamos ensayado nuestro baile (música de Juego de Tronos tocada con violonchelos), pero con la ropa de estar por casa, no con ese pedazo vestido. Además, no habíamos ensayado mucho y en ese momento tenía la sensación de que no me acordaba de los pasos. Así que antes de entrar al baile hicimos un mini ensayo en el salón, mientras no nos veía nadie. Luego nos plantamos en medio de todo el mundo, hicieron un corro alrededor nuestro y bailamos, ¡y nos quedó precioso! Pensaba que no iba a gustar mucho, porque no era un baile complicado, pero tengo muchas primas frikis y les encantó la música, estaban llorando de emoción.
Más tarde tiré el ramo/camiseta, que lo cogió mi prima más pequeña (espero que no sea ella la próxima en casarse). Y nos hicimos muchas fotos, bailamos, me lo pasé en grande.
Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado. En resumen, ¡un día perfecto que repetiría sin duda! Espero no haberos aburrido mucho.
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