La boda de Javier y Nereida en Riaza, Segovia

La iglesia, de estilo románico, decorada en blanco y rojo, con un pasillo adornado de velas a los pies y pétalos. La novia entra, nerviosa, emocionada, agarrada del brazo de su padre mientras suena “The song of the siren”, una de las canciones escogidas por los novios.

La ceremonia íntima, amena, familiar y muy cercana gracias a Flo, nuestro párroco quien dijo: “¡ya se han casado!”. Los invitados aplauden y los novios sonríen emocionados mirando a todos desde el altar; la felicidad nos invade.

Las fotos y video, increíbles gracias a Christian y Nacho, que traen un dron consiguiendo espectaculares planos aéreos de toda la sierra, la vieja estación de tren, el palacio, el viaje en el escarabajo.

Amenizamos el cóctel con música de los Rolling Stoney de los Beatles. La comida, perfecta: jamón ibérico, brochetas de queso curado, uvas y nueces, morcilla de la tierra, y otras cosas varias que los novios apenas llegamos a comer. No importa, verles a todos disfrutar es lo mejor.

El restaurante es un palacio con distintas estancias, todas ellas íntegras y disponibles para la boda. Preciosos jardines, patio con columnas, salón de baile con techos de madera, escenario ideal para nuestra soñada boda rústica y vintage. Elaboramos claquetas de cine con películas para cada una de las mesas, personalizamos cada asiento, cuidamos cada detalle.

El banquete pasa rápido entre crema de marisco, velas, bacalao confitado con manzana, floreros con puntillas y lechazo asado; discurso de agradecimiento, ponche segoviano, lágrimas de la abuela y más lágrimas del tío, pasa demasiado rápido.

Repartimos ramos de flores, piruletas gigantes de corazón rojas, pomperos de jabón, zapatillas rojas para las chicas y Ribera del Duero para los chicos. Preparamos un Photocall rústico con sombreros de paja y botijo de barro incluido, por dónde pasa todo el mundo para ser fotografiado para desgracia de nuestros agotados fotógrafos.

Llega nuestro baile que tanto ensayamos, que sale más que aceptable. Vestido que no se pisa demasiado, todo el mundo con la boca abierta. Impresionante, dicen. Casi tanto como el tema que dedica el novio, cantando acompañado de dos amigos a las guitarras, a la novia: “no puedo vivir sin ti, no hay manera”.

Muchas risas, muchos bailes; con la madrina, con el padrino, con las amigas. Todo el mundo baila y dicen no recordar una boda donde lo pasaran mejor. Se va poniendo el sol que ha brillado con fuerza durante toda la celebración. Autobús de vuelta al pueblo y continúa la fiesta en el jardín de nuestra casa, la noche se hace larga.

Hasta aquí el breve relato del día más intenso y feliz de nuestras vidas. Todo salió estupendo, perfecto, mejor de lo planeado. Gracias a todos los que asististeis a ella.