La boda de Javier y Laura en Murcia, Murcia

La ceremonia fue civil, la celebramos en el Restaurante Santa Ana (mismo sitio donde más tarde celebramos la comida, y la barra libre). La decoración, de parte de Petit Bouquet (floristería de Zeneta) fue simplemente perfecta, Marian tiene un gusto exquisito y captó a la perfección nuestro estilo. Nuestra ceremonia no fue típica, el ceremoniante era un amigo nuestro que con mucho gusto organizó a unos cuantos familiares y amigos que fueron interviniendo con discursos preciosos durante la ceremonia en la que él llevaba las riendas sin ser el protagonista. Lloramos todo y más con las palabras que nos dedicaron familia y amigos, y finalizamos con la lectura de nuestros votos.

Desde el principio sabíamos que no queríamos la tener la típica ceremonia de notario donde se leen las leyes y poco más, y con la participación de la gente, unido a la lectura de los votos que cada uno escribimos para el otro, conseguimos una ceremonia preciosa, emotiva e inolvidable que dejó a todos nuestros invitados impresionados.

A partir de este momento todo fue a más, lo pasamos genial, disfrutamos como enanos de la comida y no paramos ni un minuto. Todas las sorpresas que teníamos preparadas encantaron y según nos comentaron después, no aburrieron. Aunque nosotros no comimos ni bebimos mucho, disfrutamos todo el tiempo que nos dejaron de la familia. No dejamos una mesa sin visitar, una canción sin bailar, ni un “¡que se besen!” sin beso.

Después de la comida llegó el segundo momento épico del día, el baile, nadie sabía cuándo empezó a sonar el vals de la Bella y la Bestia que la música se iba a cortar de repente y que íbamos a hacer un baile super divertido con un mix que nosotros mismos habíamos preparado: no faltó Beyoncé, YMCA, Grease o la canción del Rey León entre otros. Si la gente ya estaba de por sí muy animada, cuando terminamos el baile se unieron a nosotros y lo dimos todo.

Yo no sé las horas que me pasé bailando, solo sé que cambiarme los zapatos a mis converse fue la mejor elección de la noche. En algún momento hasta perdí el aro del cancán, pero no me importó, porque disfruté el día como una enana, y eso que dicen de que con los vestidos de princesa no se puede bailar es... ¡Mentira! Os lo dice una que no paró de bailar y saltar.

Y bueno, hasta aquí mi pequeño resumen, no he entrado en muchos detalles para no aburrir, pero resumiendo fue un día genial. Es abrumador ver a tanta gente junta alegrándose por tu propia felicidad, dando tanto de manera desinteresada. A mí me emocionó profundamente ver lo felices que estaban todos mis invitados simplemente por vernos a nosotros felices.

Como pequeño consejo antes de terminar, dadle importancia a los detalles. Es verdad que muchas veces te llevan mucho tiempo y parece que no terminas nunca, pero luego la gente los aprecia mucho y agradecen que les dediquemos tiempo a nuestros invitados. Y si estáis agradecidos de tener a la gente allí, no dudéis en decírselo porque el momento se pasa y luego se quedan las cosas sin decir.

¡Bueno, termino aquí!

Besos.