La boda de Javi y Gemma en Peratallada, Girona

Nuestra boda fue en una finca privada que alquilamos en el Empordà. Un jardín precioso con unas vistas impresionantes.

Ese día nos levantamos ya en la finca, y aunque daban lluvia y teníamos preparada una carpa como plan B, el cielo estaba despejado y acabamos de decorar el jardín con los últimos detalles. Decidimos, juntamente con los del catering, arriesgarnos y montar las mesas de la cena y del aperitivo al aire libre.

Al mediodía yo me fui a preparar a casa mis padres y mi pareja se preparó en la finca. La ceremonia fue por la tarde. Justo al salir de casa, en dirección a la iglesia, empezó a llover bastante. Siempre pensé que ese día (concretamente el momento de camino a la iglesia), estaría muy pero que muy nerviosa, pero no fue así. No tenía nada de nervios. Lo que sí estuve, durante ese rato, es muy preocupada por cómo estarían resolviendo el tema de la lluvia los del catering, ya que a esa hora todo estaba montado y preparadísimo para hacerse al aire libre. Estaba desesperada, me imaginaba todas las mesas, los manteles, las decoraciones… ¡todo empapado! Solo quería llamarlos para saber cómo se las estaban arreglando. Pero mi familia no me dejó.

Fue al entrar en la iglesia, el momento más bonito de todos, al ver al hombre más maravilloso del mundo que estaba guapísimo, mirándome, y esperándome delante del altar, cuando se me pasó toda la preocupación. La lluvia ya no me importaba. Solo me importaba la persona que tenía delante y pensar que en unos momentos estaríamos unidos para toda la vida. Me sentí muy feliz.

Y, a partir de ese momento, todo pasó volando. Perfecto, pero volando.

Al final, la lluvia solo duró el momento de la ceremonia cuando todos estábamos dentro de la iglesia. Los del catering tuvieron una idea brillante para que nada de lo que estaba preparado se mojara. Y, cuando la gente llegó a la finca, ya había dejado de llover y pudimos tener nuestra boda tal y como habíamos deseado y soñado tanto.

Todo salió perfecto y nosotros disfrutamos muchísimo. La gente estaba encantada con el lugar, con la comida, con los mil y un detalles que habíamos preparado, y todo el mundo nos felicitó por el baile. Además contratamos un grupo de música y la fiesta duró hasta qué amaneció.

Des del jardín, la salida del sol sobre el mar fue todo un espectáculo.

En definitiva, fue una boda de ensueño.