La boda de Jaime y Sheila en San Fernando De Henares, Madrid
En el campo Invierno Granate 6 profesionales
J&S
16 Feb, 2019El día de nuestra boda
No tenemos palabras para describir nuestro día. Nos levantamos temprano porque Jaime tenía que sacar a pasear a Blacky y antes llevarme al hotel donde nos arreglamos.
Al principio estábamos tranquilos pero recuerdo que, en la habitación donde yo estaba, junto a mi madre y hermana, había bastante revuelo y, aunque estaba tranquila, el hambre no dejó tregua... aunque en mi casa no olvidan el momento de... necesito ir al baño y, el de la habitación donde estábamos ocupado por la peluquera. Así que, corriendo en pijama, atravesé el pasillo y fuí a la habitación de mi hermana, a todo esto, encontrándome con invitados a la que volvía... y Jaime escuchándome desde el piso de arriba. Pero bueno, digamos que esto fue anécdota de los primero momentos y hasta aquí estaba todo controlado. Pero, justo después de que Jaime saliera hacia la iglesia, empezaron a aparecer los nervios, aunque controlados.
Sin embargo fue todo de cuento de hadas. Desde el fantástico día que salió, soleado y caluroso (jamás lo hubieramos imaginado en pleno mes de febrero) hasta el más mínimo detalle. Jaime estaba espectacular de guapo y radiante y yo me sentía tan bien... fue emocionante el momento de acercarme hacia el altar donde él me esperaba, ver a nuestras sobrinas pequeñas lo guapísimas que estaban y lo bien que llevaron las arras y los anillos ¡nos las comíamos! y cuando menos nos habíamos dado cuenta... ¡ya nos habíamos dado el sí quiero! Y es que Martín, el párroco de Nstra. Señora del Templo, hizo una misa muy agradable y amena para todos que pasó volando.
Seguir leyendo »Una vez celebrado el enlace, fuimos a la Posta a celebrarlo y no tenemos palabras... todo estaba perfecto e iba todo al dedillo. Estábamos tan a gusto y felices y todo fue tan bien que... pasó muy rápido. Pero nos acordamos y no podemos dejar salir una sonrisa al recordar el día. La posta estaba de cuento de hadas, Pilar llevó todo a la perfección, la comida estaba riquísima y Luis no pudo amenizar mejor con su música.
Sin embargo, aunque yo me iba relajando por momentos Jaime no... ¡le preocupaba el baile! incluso en las fotos me cogía y hacía el tonto con pasos del baile porque le daba pavor no poder cogerme (había un momento en el que me cogía y me levantaba). Vale, sí... no es nada bailarín y casi no ensayamos pero... ¡Lo hizo perfecto! Salió de maravila y no pude estar más orgullosa de él.Lo mejor es que todo el mundo, al marcharse, estaba encantado con el entorno, el trato y lo bien que lo habían pasado. Nosotros, evidentemente, encantados, pues ¿que mejor ver que todo el mundo a disfrutado y lo ha pasado bien? y ya no solo eso, dos semanas después seguíamos recibiendo mensajes y no sabéis la maravilla que es. Eso sí... ¡la gente pedía más y más! y lo dimos todo hasta el final... tanto que al día siguiente seguíamos con la energía alta del gran día pero al otro... ¡No éramos personas! menos mal que distanciamos el viaje porque, personalmente, no habría aguantado el ritmo del viaje.
Aunque nunca olvidaré la reacción de unas amigas, mi hermana, mi madre y mi padre cuando le dimos ramitos y regalos especiales... hay otro momento que para mi fue muy, muy, muy especial, y no fue el baile (que también). Sino ese momento en la comida en la que Jaime se levantó y me dedicó unas palabras. No me lo podía creer. Tiene miedo escénico y ahí estaba, hablando para mí y haciéndome llorar con sus palabras.
Sé que estas palabras pueden sonar planas pero realmente nos cuesta muchísimo encontrar las palabras correctas para describir ese gran día porque no las hay. Un día de cuento de hadas se queda corto.
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