La boda de Iván y Vanessa en Constanti, Tarragona
Elegantes Verano Morado 7 profesionales
I&V
09 Jun, 2018El día de nuestra boda
Recuerdo el día de nuestra boda como un día que amaneció soleado tras varios días anteriores en los que cayeron algunas gotas. Mi día empezó yendo a la peluquería. Yo los días antes de la boda estuve muy muy tranquila, pero esa mañana yo no se si fueron los nervios o qué, pero tenía en mi tripa un constante dolor con pinchazos incluidos.
Tras salir de la peluquería y ya sola en mi casa me relaje y se me paso todo tipo de dolor abdominal. Ese día decidí maquillarme yo. Ya me habían hecho varias pruebas de maquillaje y no me gustaron, así que en casa sola me dedique a dejarme bien guapa.
Ya por la tarde, me fui a casa de mis padres donde sobre las 16.30h llegaban los fotógrafos para hacer el reportaje. Estaba tranquila, como no siendo consciente de que me casaba.
Era como estar en una nube, no sé, es como que no eres consciente de que ese es tú día.
Me hicieron muchas, muchas fotos por los jardines de casa de mis padres y ya sobre las 18.10h salimos hacia la finca donde nos íbamos a casar.
Seguir leyendo »Mientras íbamos hacia allí, por la autopista estaba mi amiga Marta, que iba tarde. Mi padre les adelanto con el coche y me hizo mucha ilusión verme ya vestida de novia aunque fuera fugaz por la velocidad de los coches.
Al llegar allí fue todo muy rápido, me baje del coche y sin darme cuenta ya estaba andando hacia el altar con mi futuro marido mirándome embobado aguantándose las ganas de llorar de la emoción al verme.
Yo al verle solo pensé que iba guapísimo! Tenía mucho miedo de que traje hubiera elegido para ese precioso día y teniendo en cuenta lo maniática y perfeccionista que soy yo, me daba ansiedad de pensar que no me podía gustar el traje de mi marido. Pero al verle, ¡Dios!, ni yo lo habría elegido mejor. Estaba, simplemente, espectacular.
Ya después todo fue rodado. Nos hicimos las fotos correspondientes en los jardines del lugar y tras la sesión fotográfica, tocaba comer lo poco que nos dejaron del picapica.
Hablamos con los invitados, nos hicimos fotos y ya terminado ese rato, nos fuimos corriendo al salón donde íbamos hacer nuestra entrada. No fue una entrada común, ya que decidimos hacerlo mediante un truco de magia.
Yo salía de una jaula en llamas e Iván lo hizo de un baúl de madera. Dejamos a los invitados alucinados.
Después ya empezó la cena, en la que cada cierto tiempo los invitados nos pedía besos, etc., y ya luego pasamos a la entrega de regalos a la familia.
Tanto a mis padres como a mis suegros les regalamos uno marcos de fotos de madera con una foto nuestra del reportaje del preboda, con flores preservadas iguales al porta alianzas que encargamos para llevar nuestros anillos y también unas portadas de un diario de la época en la que nuestros padres se casaron con unas fotos de ellos del día de su boda.
A nuestros hermanos les regalamos unas caricaturas de ellos, ¡y les encantó!
Como coincidía que nuestra boda fue el día del cumpleaños de mi madre, la dejamos sin trozo de pastel hasta que me levante y le lleve a la mesa su trocito de pastel con una bengala y todos los presentes le cantaron el cumpleaños feliz. Mi madre se emocionó muchísimo.
Mientras entregábamos los regalitos y dábamos vueltas entre las mesas, Iván me iba pisando todo el rato el vestido, ¡qué rabia! No se aún como no rasgo el tul de la falda.
Mis primas nos hicieron un juego de preguntas y al final nos regalaron un lienzo grande con una foto nuestra y los amigos de la infancia de Iván nos hicieron una prueba de correr con unos globos y tras la prueba nos regalaron un cofre con dinerito.
Ya después de eso vino el baile. Ni a Iván ni a mí nos gusta bailar, así que fue un baile de dar pasito para un lado y para otro agarraditos y poco más.
Después se unieron todos los invitados al centro de la pista ya empezó la hora de discoteca.
Mientras unos bailan, otros hablan, otros salen a los jardines a fumar otros solo quieren hablar contigo, quieren darte “el sobrecito” y tú das la sensación de que no das abasto.
Ya pasada 1 hora de la discoteca en el mismo salón del banquete, nos trasladamos al espacio destinado como discoteca como tal.
Mucha gente se quedó fuera, sentados hablado y comiendo unos minis salados y dulces que sacaron así como haciéndose fotos en el fotomatón que contratamos.
Y sobre las 3.30h aproximadamente se terminó la fiesta. Nos fuimos al hotel mi familia directa y casi todas mis churrys que también se quedaron en nuestro hotel. Llegamos agotadísimos, pero mereció la pena.
Ese día nos reímos mucho, pasamos nervios en momentos puntuales pero ahora coincidimos con todos los novios que nos decían que ese día se te pasa volando y no eres consciente del tiempo ni de nada. No comes lo que quieres y es todo como estar en una película.
Miramos atrás y recordamos ese día como el maravilloso día de nuestra boda.
Desde pequeña siempre había soñado con casarme, con verme con un vestido de princesa blanco y por circunstancias de la vida, llegué a pensar que a mi ese día nunca me iba a llegar, y me equivoqué, me llegó y me sentí, nos sentimos, los más felices del mundo.
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