La boda de Iván y Sonsoles en Salamanca, Salamanca
Verano Rojo 4 profesionales
I&S
25 Jun, 2016El día de nuestra boda
Sin duda alguna, fue el mejor día de mi vida. Me levanté en casa de mis padres, con los nervios en la boca del estómago, mi casa estaba llena de gente, con mis sobrinos correteando de un lado para otro, gritando: "la tía se casa".
Cuando fui a la peluquería me empecé a tranquilizar, el comenzar con los preparativos del día B, y verme como me iba transformando poco a poco, con mi peinado y el maquillaje, me iba relajando.
Al poco de llegar a casa llegó el fotógrafo, y empezó una de las partes más bonitas. Mi madre, mi hermana y yo, vistiéndome y arreglándome para el día más importante. Todo eran emociones y también alguna que otra lágrima, sobre todo mi padre cuando me vio por primera vez de blanco, al salir de su habitación
Al acercarse la hora, llegó el coche que venía para llevarme a mi Catedral, donde ya me estaba esperando mi futuro marido. Al llegar a la plaza de la Catedral, y verle allí, tan guapo y rodeado de toda nuestra gente, se me fueron los nervios, sólo pensé por fin, llegó el gran día y lo vamos a celebrar con todos los que nos quieren.
Seguir leyendo »La ceremonia fue perfecta, mis pequeños llevaron las arras y los anillos de maravilla. Y mis sobrinos mayores leyeron las peticiones como si lo llevaran haciendo toda la vida. La música fue perfecta y hubo tantos gestos de cariño y de complicidad con mi ya marido que no puedo dejar de sonreír cada vez que los recuerdo.
El banquete fue perfecto, todo el mundo nos felicitó por lo buena que estaba la comida. Y sobre todo, lo mejor llegó cuando la gente que nos quiere nos hizo unos preciosos detalles. El cuadro que me pintó mi primo, la presentación que nos hicieron nuestros amigos y hasta un video que se curraron mis primos y mi hermana, que nos hizo reír muchísimo.
Y no puedo olvidar la cara de felicidad de mi hermana cuando le entregué el ramo de novia. Ella pensaba que se lo iba a dar a una amiga y cuando se lo di, mientras sonaba la Oreja de Van Gogh, su cara lo decía todo.
Solo me queda la espinita de que se pasó volando, y cuando me quise dar cuenta estaba entrando en la habitación del hotel, con mi ya marido. Pero eso sí, no se me va a olvidar jamás este día, lo disfrutamos muchísimo.
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