La boda de Israel y Maria en Altafulla, Tarragona

Un día soleado, una temperatura increíble. Pese a que tuvimos varias bajas de familiares allegados, todo y con ello fuimos un total de 86 invitados. Teníamos miedo e incertidumbre de lo que pudiese pasar posteriormente. Pero la suerte jugó a nuestro favor.

He de decir que, a pesar de todos estos contratiempos, pudimos casarnos en el sitio que siempre habíamos soñado, y nada más ni nada menos que entrar montada a caballo hasta el altar, y que nuestra mascota hiciese entrega de los anillos. ¿Qué más podíamos pedir?

Los invitados disfrutaron mucho del lugar, la organización, los aperitivos, menús del banquete…

Cuando llegamos a la parte final de la boda, donde de normal se hace la conocida barra libre, pero que en aquel entonces por restricciones sanitarias no estaba permitido. Nos adaptamos a la situación, y decidimos sustituirlos por juegos en los que los invitados fueran partícipes, como bingos, carreras de sacos, juegos de pareja, etc. ¡También eran premiados por ello si ganaban el reto!

Después de 6 meses de habernos casado, escribo estas palabras entre emoción y lágrimas. A día de hoy, seguir adelante fue la mejor decisión que pudimos escoger. No hay que perder la ilusión ni que nadie te la haga perder. Porque solamente sabe quien ha pasado todo esto, quien verdaderamente ha estado en nuestra piel. Desde fuera es muy fácil opinar y decidir, pero llegó un momento que en lugar de disfrutar de los preparativos que presenta celebrar una boda, ¡era un sufrimiento! ¡Y eso no debe de ser así! Por eso no me cabía la menor duda y tenía claro que, cuando llegara ese día, lo iba a disfrutar como si fuese el último que viviese de mi vida. ¡Y así lo hice!

De nuevo, dar las gracias a Laura, nuestra wedding planner, y a todo el equipo de AG planing por toda la organización y profesionalidad que tuvieron. Sin ellos, ¡esto no habría sido posible!