La boda de Isaak y Nekane en Zaragoza, Zaragoza

El día de nuestra boda

El día no salió como yo esperaba. La mayoría por cosas técnicas y personales que se escapaban a mi control.

Pero aun así guardaré este bonito recuerdo en la memoria para siempre, la ilusión y los nervios que se viven ese día son indescriptibles. Todas mis ganas, mi esfuerzo, mis ideas, sueños... todo está reflejado en mi boda. Fueron meses de preparación, organizando cosas, buscando los proveedores perfectos, haciendo mis propias manualidades, asegurándome de que todo fuera perfecto.

El vestido de mis sueños... ¡mi mayor tesoro hasta la fecha!

Luego llega el día, y todo eso se esfuma, no hay tiempo ni espacio, se pasa en un verdadero suspiro. Y realmente es cierto que no lo disfrutas, el poco tiempo en el que fui consciente de que me estaba casando, no podía parar de llorar. Me pase la mayor parte de la boda llorando, porque eso sí que se magnífica, las emociones las llevas a flor de piel, todo son sensaciones que te entran muy dentro.

Por eso puedo decir, que la boda fue el día que formalizamos la unión de nuestro amor, pero ese día es para los invitados, ellos son los que disfrutan de ese día; la ceremonia, el cóctel, las fotos, los detalles, la cena... todo eso es para ellos. Yo me quedo con lo que no se puede tocar: las lágrimas de mi marido, el discurso de mi mejor amiga, caminar del brazo de mi padre, el orgullo de mi madre, las miradas, la felicidad que flotaba en el ambiente, la electricidad cada vez que nos tocábamos... esas son las cosas que recuerdo.