La boda de Inma y José Alfonso en Molina De Segura, Murcia
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21 Abr, 2012El día de nuestra boda
Os cuento el día de mi boda, el 21 de abril de 2012. Me levanté sobre las 8:30 y fui junto a mi novio, aunque dicen que no se le debe ver hasta la boda, a llevar las flores al salón de celebraciones, ya que el día de antes no nos había dado tiempo. Luego, peluquería y a comprar cosas olvidadas como las medias, que las dejé para el final y por poco me voy sin ellas, y alfileres para recogerme la cola para el banquete. Al final se me olvidaron, de modo que acabé recogiendo la cola con dos alpetones de los que entregué a las mujeres.
Después fui a recoger el ramo y ahí pude ver cómo había quedado el coche de novios. La elección de la floristería fue todo un acierto: el ramo, precioso. Los ramos de madres, hermana, arreglos del coche, de la iglesia, que subieron ellos directamente a colocarlos, fueron preciosos.
Subí a dejar algo de ropa a la nueva casa, con todo el lío apenas tenía, y luego a comer. Solo pude tomar medio pastel de carne porque la esteticien llegó a su hora y no me dio tiempo a más. Cuando terminó, llegaron también puntuales los fotógrafos y de allí, a la iglesia.
Seguir leyendo »Como siempre había querido, me subí andando; el tiempo acompañó y mucho. Mis sobrinos, a quienes habíamos elegido de pajes (niño y niña), se portaron muchísimo mejor de lo que podíamos soñar. Llevaron las arras y los anillos no solamente en la iglesia, sino que fueron ensayando por el camino, todo el tiempo delante de mi padre y de mí. Todavía lo recuerdo y no me lo creo.
Cuando llegué a la iglesia, estaba todo el mundo esperándome en la puerta, incluido mi novio, al que tuve que hacerle señas desde la distancia para que se metiese; según me dijo, todo el mundo estaba fuera esperando a que llegase y le daba palo estar solo dentro. Me puse a saludar a todo el mundo, estaba supertranquila a pesar de los nervios que había tenido los días anteriores.
Contratamos soprano, violín y órgano para la ceremonia; otro gran acierto. Nosotros, que ya los habíamos visto en una audición, estábamos maravillados, pero los invitados que no lo sabían, alucinaron. El momento en que empezaron a sonar los acordes del Canon de Pachelbel cuando entré es indescriptible. La anécdota la puso mi cuñado al que le dejamos encargado de pagarles y se salió antes de tiempo, ¡que sofoco me di!
Luego, las fotos. Nos fuimos al centro de Murcia, por el casco antiguo, y cuando las veo, observo la gran elección del escenario. Salieron hermosísimas.
Por último, la llegada al restaurante. Simplemente no hay palabras para describirlo. El restaurante hace dos entradas para los novios; una, a la llegada al recinto y otra, a la entrada del salón. Cuando llegas al recinto hacen un tipo "Lluvia de estrellas" con salida desde una especie de altar con humo. Es superemotiva y emocionante al mismo tiempo. Nosotros también contábamos con el factor sorpresa y es que ninguno de nuestros invitados lo había visto, así que ellos la vivieron también como nosotros. Como nos aconsejaron en el restaurante, buscamos fuegos artificiales para acompañar y el resultado fue impresionante.
El restaurante también fue todo un acierto. Los camareros, tremendamente amables con todo el mundo, muy pendientes. Había uno con los niños ayudándoles a cortar la carne, hinchables fuera, una maquilladora para las mujeres... ¡Una mesa incluso le hizo la ola a su camarero! De verdad que estaba en una nube, no podía creerme que después de todos los nervios y temores todo salía genial.
Nada más empezar la cena, todas las amigas salieron a entregarme junto a mi hermana y mis cuñadas un ramo de rosas; y después, todos los amigos junto a mi cuñado salieron a entregarle a mi marido una copia del DVD que pusieron de nosotros desde la infancia hasta ahora. ¡Además, nos regalaron una sesión de spa para dos!
Luego, a mitad de la cena más o menos, les entregamos ramos y detalles a nuestros padres y un poco después, para no quitarle emoción a los momentos especiales, a entregarles detalles a nuestros hermanos y cuñado/as. La nota más emotiva de todas fue cuando le entregué el ramo a mi hermana. Se emocionó muchísimo y yo también. Toda la gente que estaba en la sala lo vivió como si fuese suyo y de repente teníamos a casi todas las mujeres llorando y diciendo: "¡esto se avisa!". Fue superespecial.
Luego, para el momento de la tarta, habíamos hablado con el restaurante para que nos colocaran encima de la tarta un proyector de luz, para que pareciese que flotan cristalitos en el aire; no es una bola de discoteca, sino otra cosa. Como digo, en el restaurante se portaron genial y buscaron lo que nos podía valer. El resultado fue impresionante, ¡tanto les gustó, que la han dejado colocada!
De verdad, que con todos los miedos que tenía y que no me dejaron disfrutar de los preparativos, todo salió mejor de lo esperado.
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