La boda de Iker y Marta en Albeiros, Orense
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I&M
13 Ago, 2016El día de nuestra boda
El 13 de agosto nos levantamos muertos de sueño. Como Iker es de Bilbao y yo de Jerez, y nos casábamos en Galicia (pues mi madre es gallega y estamos muy unidos a esa tierra), tuvimos que organizar una preboda la noche del 12 para que todos los invitados que vinieran de fuera, se conocieran y vieran un poco la ciudad de Ourense. Lo bueno es que el 13 estábamos tan cansados después de la organización de la boda y la preboda, que no quedaba sitio para los nervios. Lo malo es que nos dormíamos por las esquinas esas primeras horas del día.
Bajé yo sola a Ourense a las 9 a la peluquería, donde me eché un sueñecito antes de que empezaran a peinarme y maquillarme. La peluquería estaba exclusivamente llena de invitadas de la boda, así que desde primera hora de la mañana había mucho ambiente de celebración. Sobre las once y media llegué a mi casa de la aldea, donde mi madre y mis hermanas me ayudaron a vestirme, con el traje de Miguel Crespí, corona de Pol Núñez, zapatos de Uniqshoes y ramo de Arte Floral María. Y aún seguía sin estar nerviosa. No nos llevó mucho tiempo y sin quererlo, estaba lista una media hora antes, justo cuando Iker salía para la iglesia e iba saludando a todos los invitados.
Seguir leyendo »Mi tío Manolo se ofreció a llevarme en su Porsche el gran día y nos acompañaron mi hermano (el padrino) y mi madre. Tuvimos que hacer el trayecto muy despacio para que Iker no me viera llegar, y ahí ya fueron entrando los nervios. Desde el coche oí la música de Breaveheart que marcaba la entrada de Iker en la iglesia, y que me consta, fue muy emotiva. Pero, sin duda, para mí el momento clave fue entrar a la iglesia, ver mi parroquia de la aldea de siempre llena, cada banco, de caras conocidas. Fue el momento en el que me emocioné, viendo que Iker y yo habíamos conseguido traer a todos nuestros amigos a un sitio tan especial para nosotros, y en el día señalado.
Y, cómo no, tuvimos numerito en la ceremonia, pues nos hicimos marido y mujer sin alianzas (mi hermano se las olvidó en el coche y mi tío tuvo que salir corriendo para cogerlas), y nos las pusimos, pero a destiempo. Al salir, nos recibió una gaita y todos nuestros amigos entre lluvia de flores y arroz. Después, Iker y yo nos fuimos a hacernos las fotos de boda (las cuales no he recibido aún), mientras los demás iban llegando a mi casa.
Al llegar nosotros a casa, subimos la gran cuesta que separa la zona de comida con la de cóctel/fiesta al ritmo de Babel, de Mumford and Sons, mientras íbamos descubriendo millones de fotos que nuestros amigos habían traído para sorprendernos, de modo que subimos la cuesta haciendo un repaso a nuestra vida y nuestras amistades. A mitad de camino, teníamos una carretilla con Estrella Galicia donde Iker hizo la parada necesaria para continuar la subida hacia nuestros amigos y familia.
Una vez arriba disfrutamos del maravilloso cóctel de Boketé, todo magnífico, pero lo mejor del mundo, el pulpo con pulpeira incluida. Estuvimos casi dos horas en el cóctel, saludando, haciéndonos fotos y haciendo ganas para el resto del día. La decoración estaba organizada por Rebeca Senra, que con un gusto exquisito, logró plasmar cada idea que le había pedido, todo con un aire muy silvestre, juvenil, rural... las mesas no iban vestidas sino cubiertas por vegetación y flores silvestres. Luego comimos y recibimos uno de los regalos más curiosos: los amigos de Iker nos habían regalado dinero, pero en monedas de 1 céntimo, 20 y 1 euro, y metidas dentro de bloques de cemento, que hubo que picar, limpiar, organizar y llevar al banco (aún no hemos terminado la faena). Y a eso de las siete y media subimos a la parte de la fiesta donde Iker y yo hicimos nuestro baile con Ed Sheeran de fondo. Y después de eso, comenzó la fiesta. Se iluminaron las luces de fiesta de pueblo y comenzó a sonar la música para que todos se divirtieran. Teníamos también una zona de chill out donde había unas vistas increíbles y donde nació más de un amor de verano...
Nuestros invitados (sur y norte) se habían puesto de acuerdo para hacer una coreografía multitudinaria que nunca olvidaremos, pues denotaba las ganas que tenían de nuestra boda y de vernos felices. Y los amigos de Iker le proyectaron un vídeo de ellos mismos bailando el Aurresku (pues en el País Vasco a la salida de la ceremonia se suele llevar a un bailarín profesional que baila esto para los novios), que fue muy divertido y emotivo.
La boda duró hasta las cuatro de la mañana y con casi todos los invitados llenando el último autobús. Habíamos visto a las chicas en la peluquería desde las ocho de la mañana, y aun así, aguantaron todas hasta última hora, y nos costó desalojar la casa por lo bien que lo estábamos pasando todos.
Como la boda se celebraba en nuestra casa de la aldea, los 15 días anteriores fueron bastante completos: hicimos nosotros mismos muchos detalles para la boda, como el Photocall, la cartelería y demás, que resultaron todo un éxito, con la ayuda de mi familia, mi mejor amiga y mi suegra. Y nunca nos arrepentiremos de habernos casado en casa, donde cada verano recordaremos nuestro día como unos de los más felices del mundo, y donde caerá alguna que otra boda para recordar viejos tiempos.
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