La boda de Ignacio y Yanely en Cádiz, Cádiz

El día de nuestra boda

Aún recuerdo aquel día como si fuera ayer. La noche anterior nos despedimos, con tantos nervios, que diría que aquel beso y aquella mirada me supo a la primera. Él se quedó en casa de su madre con el peque de 11 años, y yo con mi hijo mayor de 14, que fue mi padrino, nos marchamos a la habitación de hotel. Todo estaba listo, atado y controlado. Al menos eso creía yo. La mañana se levantó tranquila, aunque el tiempo se dejó ver con viento y nublado. Algunas gotas, pero nada importante. Para mi sorpresa, mi tranquilidad. No estaba nada nerviosa, ni alterada. Tenía una sensación de calma, que todavía me asombra cómo podía estar así. Supongo que todo el esfuerzo, el trabajo y el cariño con el que habíamos hecho los preparativos nos dio su recompensa ese día. Yo solo tenía claro que quería vivirlo a tope, sin importar nada. Llegaron mi madre, antes que nada, y al ratito mi peluquera y maquilladora. Unas profesionales como la copa de un pino, además de ser las de siempre y tener esa confianza, que eso ya es un plus. Eternamente agradecida a las dos, que estuvieron hasta el último minuto conmigo antes de salir de la habitación, ayudándome en todo. La llegada a la ceremonia en el ayuntamiento fue algo caótica, eso es cierto. Nada que no se solucionase en unos minutos estando todo el mundo en su lugar cuando entré. La ceremonia íntima, como lo fue toda nuestra boda. El concejal que nos casó, amigo de mi marido desde su adolescencia, se entregó y nos emocionó a todos. A la salida, como buena gaditana y carnavalera, nos esperaba un trío de oro. Para mí, uno de los momentos mágicos que vivimos. Ya se sabe que cuando tienes una pasión y ese día la materializas de alguna forma, con los sentimientos a flor de piel, termina explotando en forma de lágrima. Pues imagínate, que para añadirle más, el que tienes frente a ti, canta con el corazón en la mano, con la mirada limpia, y has crecido con él. Ese ratito jamás lo olvidaré, abrazada a mi hermano pequeño y de la mano de mi ya marido. La llegada a la finca la disfruté como jamás imaginé. Los aperitivos, el almuerzo, el postre, el corte de la tarta con mi espada de Griffindor. Todo. El baile a la caída del sol con aquella vistas. Solo tengo palabras de agradecimiento para todos los que fueron partícipes, porque jamás pensé que todo saliera tan perfecto como tenía en mi cabeza, y eso, gracias al esfuerzo tantos profesionales que nos acompañaron, a mi tesón con dejarlo todo más que atado, hablado y anotado, y comprobarlo una y otra vez. Y así, pasado algo más de un año, todavía nos siguen recordando la boda, lo bien que lo pasamos y lo corta que se nos hizo. Peluquería y maquillaje: Salón Ganesha Cádiz. Coche de novios: Coche para bodas Chiclana. Finca Dehesa Bolaños, Catering Alfonso. Música y fotomatón: Evel Eventos. Animación: La fábrica Jerez. Música y DJ: Los Bingueros. Escenario y tarima: Escenarios Jerez. Fotografía: Juan López Studio Villamartín.