La boda de Humberto y África en Torrelavit, Barcelona
Rústicas Verano Verde 4 profesionales
H&Á
28 Sep, 2014El día de nuestra boda
Bueno salió mal, todo lo que podía salir mal y más, os cuento:
El martes vamos a la prueba definitiva de vestido, y los tirantes no se aguantaban fijos, como yo quería a última hora, cita nueva para el jueves. El miércoles de esa semana nos dicen en el restaurante que nos han cambiado el salón porque les ha salido un congreso y que como somos cuatro gatos, pues eso. Los detalles de boda nos los mandaron descoordinados y no eran ni siquiera iguales, el libro de firmas nos mandaron uno de comunión. El jueves ahora sí, vestido perfecto, planchadito ya precioso, por fin me siento como una novia.
El viernes nos llama el cura, que el alcalde lo acababa de llamar y que no nos podía casar en el horario previsto o que una hora más tarde que estaba prevista una celebración del fin de la cosecha (¿Eso no lo sabían meses antes cuando escogimos la fecha?). Por la tarde vamos al restaurante, y de poder escoger colores de mantelerías etc. como se había hablado previamente, nada de nada, o color blanco gris cachumbo o burdeos con mi verde lima de complementos, madre mía. Yo quedándome calva a última hora de tanto estrés.
Seguir leyendo »El sábado llegan unos amigos de Madrid y los recibimos y les presentamos a nuestros mejores amigos y padrinos (luego cenaríamos todos juntos), y nos vamos al ensayo de la boda, y a montar la iglesia para el día siguiente. No nos aprendíamos el qué hacer, le dije a mi futuro marido cuidado al pasillito de subir al altar que el vestido de mañana no es como este, no me vayas a pisar mañana que es blanco.
Terminamos de la cena sobre las dos de la madrugada, y terminando eso, nos faltaba a mi madrina y a mí (yo dormía con mis tres niñas en su casa, y mi marido en nuestra casa) planchar las camisas, terminar las flores de los coches, y algún detallito más. Teniendo que levantarnos a las seis de la mañana porque teníamos cita en la peluquería. Siete de la mañana del día D, entra Sandra en mi cuarto y me grita vamos tarde. Yo me levanto con una tranquilidad pasmosa, le digo, tranquila vamos a desayunar bien, ya vamos tarde y eso no tiene solución, no te estreses que hoy ya no se soluciona nada (mi amiga creyó que esa noche me habían abducido). Me ducho, me echo la cremita a juego con mi perfume que compré para ese día, me pongo mis cositas, la batita de novia etc, y nos vamos para la peluquería.
Una vez allí todo mal, pagué más de 400 euros para mi maquillaje, peluquería y los de mis tres hijas; mi hija grande resulta que el día anterior le cortaron el pelo para poder hacerle el peinado, y ese día quedaba corto. Cero estrés, ya todo me daba igual, no le maquillan ni los granitos (supuestamente para no cambiarle la personalidad, menuda excusa). A la pequeña bien, y a la mediana también, pero porque era algo más libre, así que no hay mérito en eso. A mí no me maquillaba ni las imperfecciones ni nada, tuve que terminar de maquillarme yo, ante la ofensa de la peluquera, y mi enojo de que encima se ofendiera, cuando había solicitado un ahumado y bien contorneado, y parecía una maruja asesina. En fin, el peinado había dejado claro que no quería nido de abeja arriba, si no todo para atrás un peinado fresco y cómodo, y me encontré con una imagen súper rococó que para nada va conmigo, enseñando mis entradas (cosa que había dejado muy claro que no quería que así fuera) y encima más redonda que mi redondez habitual); para colmo llena de heridas de la depilación del día anterior, y moratones.
Hasta el momento no llovía, eso sí tal como me vinieron a recoger en la peluquería empezó a diluviar, el día anterior fue de sol espectacular, y el de después también aunque eso no lo sabía todavía. Llegamos a casa de Sandra para las fotos, no me gusta demasiado las poses que me ponen, hasta una foto con las esponjitas para que no duelan los zapatos, pero ya vamos en tiempo de descuento. Cuando me ponen el traje hay demasiada gente, yo les recuerdo que mejor se vayan a la iglesia y estén sentados cuando yo llegue, pero se quedan y me intimidan, me siento desnuda en bragas para ponerme el traje, total que da cuatro dedos por debajo de cómo tiene que quedar y se me clavan todas las varillas, pero con el enfado total no quiero que me lo recoloquen, ya vamos para adelante como sea. Llego a la iglesia, diluviando, con la liga por los tobillos, y todo el mundo en la puerta, le digo a mi padrino que si no se sientan yo no entro, mi marido solo en el altar pensando porque si he llegado, no entro a la iglesia, y el cura enfadado dice a la gente que hagan el favor de entrar y sentarse, que es un sacramento y no un espectáculo.
Entro como puedo a la iglesia, chorreando, el pelo desmoronado y pegado al cuerpo, mi padrino me entrega a mi novio, hoy marido, y cuando hacemos el paseíto al altar me pisa el vestido y me lo pone negro, y no pude controlarlo. Hago mis votos en primer lugar (de otra manera no hubiera podido) y cuando noto que ya me he calmado, veo que he dejado llorando a mi familia y amigos, que sensación. Les llega, están ahí por nosotros, pero me giro y veo a mi futuro marido y lo he desmontado con mis palabras, no sé si llorar o aguantar. Aguanto, el coge su papel con lo que llevaba preparado y entre sollozos dice que tenía algo preparado, pero que ante mis palabras no puede decir eso, porque sería demasiado poco, que no sabe que decir más que gracias y que me ama, y llora como un niño, después de trece años juntos, y de preparar la boda, en ese instante: sé que no me he equivocado, hasta mi hija de cuatro años se echaba para atrás para aguantar el llanto de emoción.
Nos casamos, es una tontería, al menos yo así lo veía antes, pero sientes algo por dentro, ya nada vuelve a ser igual, ese hombre es tu marido. Salimos y nos echan arroz y pétalos bajo el agua. Todo parece desmoronado, y de hecho lo estaba, pero era fantástico. Firmamos, y nos vamos al restaurante, mi traje es medio negro medio marfil, entramos al pica pica. Siento un temblor en las piernas cada vez que mi marido me mira, y eso que llevábamos una semana discutiendo a más no poder. Bajamos al salón, la comida no es exactamente como habíamos catado en su día, da lo mismo, el día es estupendo. Nos tiramos horas, buscando las canciones para todo, y no se nos pone ninguna de las solicitadas, no importa, estamos genial, nuestra familia y amigos, y nosotros, los cinco, todo es posible.
Llega la tarta, no es una tarta entera, como habíamos solicitado, si no mini tartas, decido con la espada, aprovechando la excusa de las fotos partirlas casi todas para que tengan que traerlas como habíamos acordado, tarta entera en el salón y preparados los platos en la cocina, ya que no aceptaban que se cortase y se sirviese en el salón. Barra libre y baile, todo fantástico, fuente de chocolate, la gente entusiasmada, todo el mundo repitiendo lo bien que han estado y como han disfrutado. Mi recomendación es hacerlo una vez en la vida, es fantástico.
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