La boda de Héctor y Alexandra en Pedrajas De San Esteban, Valladolid

Valladolid- Pedrajas de San Esteban, 21 de abril de 2018

A las 07:00 sonó el despertador, ducha rápida y directa al salón de belleza con mi madre y mi hermano en un día en el que debía deslumbrar. Conozco a Chus (Miguel Iscar Peluqueros) desde hace más de 10 años, por lo que no dudé en ponerme en sus manos para el gran día al igual que mi madre.

A las 10:30 nos vino a recoger el padrino de la boda (mi padre) y nos fuimos directos al pueblo de mi madre donde tendría lugar la celebración.

Sobre las 11:00 llegamos a Pedrajas de San Esteban, a la casa de mi abuela donde ella impaciente nos estaba esperando en la puerta para recibirnos. Subí a mi habitación donde mi madre y mis tías habían colocado cuidadosamente el día anterior mi bonito vestido de novia y todos los complementos. Me empecé a vestir con la ayuda de mi madre y una amiga de mi tía que llegó en un momento perfecto para ayudarnos y calmar los nervios propios de ese día.

Eran las 11:30 cuando alguien llamó a la puerta, era Virginia, la dueña de la floristería, que me traía mi precioso ramo de novia que ella misma había elaborado con un gusto exquisito a juego con el prendedor del padrino.

A las 12:00 en punto, tal y como habíamos planeado, llegaron Javi y Juanjo con cámara en mano para capturar todos los momentos especiales que pudieran surgir ese día. Me hicieron sentir famosa por un día.

Bajé las escaleras como una princesa y en el salón mis tías y mi madre me colocaron un delicada mantilla que para mí tenía un significado muy especial, ya que había sido comprada por mi abuelo para la boda de una de estas. Fue entonces cuando, con los nervios a flor de mi piel, decidí que era un día para recordar y disfrutar al máximo, por lo que me propuse calmarme para no perderme ningún tipo de detalle.

Y así fue, a las 12:30 llegaron a la casa de mi abuela mis amigas, vestidas de forma muy elegante, para acompañarme junto con el cortejo nupcial y algunos de los invitados hasta la iglesia de San Esteban Protomartir. Fui andando del brazo de mi padre, realizando el tradicional paseíllo. Por el camino muchos de los vecinos se paraban y nos felicitaban ante tal acontecimiento. Por fin a las 12:55 llegamos a la puerta de la iglesia decorada para la ocasión.

A las 13:00 y con el último repique de campanas mi padre y yo accedimos a la iglesia por la puerta trasera desde la que asomaba una larga alfombra roja que debíamos recorrer. Al final del camino me esperaba mi futuro marido expectante por saludarme y dar comienzo al acto que cambiaría nuestras vidas. Fue una bonita celebración oficiada por el párroco de toda la vida, Don Domingo, y amenizada por bonitas canciones interpretadas en directo por grandes músicos que conocíamos y nos ayudaron a seleccionarlas.

Sobre las 14:00 recorrimos ya como marido y mujer la alfombra roja hasta la puerta donde estaban esperándonos todos los invitados con kilos y kilos de arroz, cañones de pétalos y confeti y algún que otro garbanzo. Con la ayuda de mi ya marido pude quitarme los granitos de arroz del pelo, nos quedamos por la zona haciendo fotos para el reportaje en un bonito parque cercano. Tiempo después nos vino a recoger el coche nupcial para llevarnos al restaurante Pic-Nic, lugar de la celebración del banquete.

A las 15:00 accedimos a los jardines decorados brindando por un perfecto matrimonio. En este punto del día ya estábamos totalmente relajados y disfrutando minuto a minuto, recogiendo todas las muestras de cariño y afecto por parte de todos los invitados. Fue un banquete espectacular en el que disfrutamos plenamente de un menú delicioso maridado con vino de la zona y elaborado por grandes profesionales de principio a fin. Hubo muchas sorpresas y alguna que otra lagrimilla, fue muy emotivo.

Hacia las 19:30 abríamos el baile nupcial con vals previamente ensayado y en donde a la mitad del baile demostraríamos nuestras dotes interpretativas con una canción de los Gibson Brothers "Cuba", haciendo referencia a nuestro viaje de novios en la Isla.

Pedrajas de San Esteban, 22 de abril de 2018

Eran ya las 1:00 cuando muchos invitados subían al autocar de vuelta a Valladolid, otros se quedaban en hoteles de la zona. Nosotros decidimos pasar nuestra noche de bodas en una coqueta suite de un hostal rural de Pedrajas de San Esteban donde se alojaban la mayoría de los invitados.

Amanecía un nuevo día, sobre las 13:00 organizamos una fiesta postboda para despedir a los familiares y amigos y cómo no, agradecer su asistencia a tal evento. Fue perfecto recordar una vez más momentos de la boda y apreciar lo bien que se lo habían pasado. Intentamos recogernos pronto para descansar y poner rumbo a nuestro viaje de novios.

El día de mi boda fue una experiencia única e inolvidable que recordare toda mi vida.

Héctor y Alexandra, 21/04/2018