La boda de Gonzalo y Sonia en Hoznayo, Cantabria
Elegantes Primavera Verde 9 profesionales
G&S
18 May, 2024El día de nuestra boda
Todos los novios buscamos lo mismo, una boda original, diferente, divertida y que nuestros invitados se lleven el mejor recuerdo posible de un día inolvidable. Nosotros no somos distintos, queríamos lo mismo.
Mi madre es fotógrafa, y yo la he acompañado en varias ocasiones, lo que hacía que tuviera muchas ideas para saber qué era lo que quería, pero sobre todo lo que no quería.
Lo principal era disfrutar de todo el proceso de los preparativos y empezamos por fabricar nuestras propias alianzas, de mano de Alberto Taboada.
Otra cosa importante era contar con buenos profesionales que nos ayudaran a dar forma a nuestras ideas. Celebramos tanto la ceremonia como el convite en el Palacio de los Acevedo. Por aquel entonces acababan de abrir y nos enamoró el sitio, a esto le sumamos su experiencia por haber trabajado ya en Villa Pasiega. David y Ángela nos dieron todas las facilidades del mundo y nos ayudaron con todo, así como Ana y Juan, los camareros que estuvieron a nuestro lado ese día muy dispuestos y siempre con una sonrisa.
Seguir leyendo »Ese día puse en la habitación un reloj gigante para que todo fuese en hora, Bárbara y Ana (peluquería Babel) me peinaron y maquillaron entre risas y la complicidad de conocerlas desde hace muchos años, con mis mechas rosas y mi brilli brilli en el pelo (las tengo ya curadas de espanto), me puse mi vestido rosa (sí, rosa, un Nicole Milano que las chicas de Corinthia me personalizaron para sentirme totalmente yo), y mis pendientes, también bastante diferentes, de Tatina Soutache. Brindé con mis amigos, cogí en una mano el precioso ramo que me hizo Selma (To infinito and Beyond) y de la otra mano a mi padre, y bajamos.
En ese momento escuchamos el Ferrari en el que llegaba Gonzalo, un sonido que nos puso a todos los pelos de punta. Empezaron a sonar los acordes de una canción de Mago de Oz y comencé el camino con Gonzalo al fondo, radiante con su traje verde (las chicas de V-Man le vistieron a él y a nuestros padres, a cada cual más guapo y elegante).
Marco, nuestro oficiante, nos preparó una ceremonia preciosa, divertida, amena y muy personal. Al terminar esta, empezaron a caer gotas, ¡justo en nuestro primer beso! A cualquier pareja le hubiese dado un “telele”, pero a nosotros nos pareció hasta bonito.
Uno de los puntos fuertes de nuestra boda fue, sin duda, Óscar, un violinista eléctrico que hizo que todo el mundo estuviese “a tope” en el lunch, fue una pasada.
Uno de los recuerdos más bonitos fue ahí, Óscar estaba tocando y mi padre me cogió, nos pusimos a saltar los dos dando vueltas. Entre su cadera operada y mi pie a medio recuperar de una rotura de ligamento que me hice dos meses antes de la boda, pensé que no lo contábamos.
Después, llegó el corte de tarta: momento crítico (creo que es lo que más nos costó elegir de toda la boda, estuvimos dos horas en Valtierra con la cabeza llena de formas y sabores), finalmente creo que no pudimos escoger mejor y coronándola teníamos dos muñequitos personalizados de Mr. Candles, ¡clavaditos a nosotros!
Durante el postre, nuestros fotógrafos nos pusieron un pase de diapositivas con las fotos más bonitas de la boda, fue un momento precioso.
A partir de ahí, no recuerdo mucho (supongo que por todas las emociones), disfrutamos de nuestros invitados, de la comida (y del empacho), del baile… ¡Ah, sí! Mi hermana nos diseñó una coreografía impresionante para nuestro primer baile que no dejó a nadie indiferente.
Al día siguiente, fui el despertador, se quedaron a dormir en el palacio los familiares más cercanos y, como nos hacía ilusión desayunar todos juntos, fui por todas las habitaciones despertando a la gente, fue un momento muy bonito como colofón de un día inolvidable.
3 meses después fuimos a Galicia, a hacernos la postboda en el lugar en el que se la hicieron mis padres hace 35 años
¿Lo mejor? Que estábamos todos (bueno, casi todos) y que, gracias a ese día, tenemos uno de los recuerdos más bonitos con mi padre, que desgraciadamente nos dejó 15 días después.
¿Lo peor? Lo rápido que pasó y casi sin enterarnos, esto todos te lo cuentan, pero no te haces a la idea hasta que pasa el día y empiezas a pensar en todo lo que te quedó por hacer.
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