La boda de Francisco y Maribel en Valencia, Valencia
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F&M
04 Jul, 2015El día de nuestra boda
Nuestra boda fue maravillosa. Ha pasado muy poco tiempo desde que nos casamos y a los dos se nos saltan las lágrimas al recordarla.
La noche de antes de casarme no podía dormir. Me fui a casa de mis padres y allí acudieron mis primas, mis tíos y mi mejor amiga. Me dieron una gran sorpresa y me pusieron el portal lleno de globos, serpentinas y pintaron en el suelo: ¡Viva la novia! En ese mismo instante pensé: “Madre mía, ya no queda nada, mi sueño se va a cumplir dentro de muy pocas horas”.
Al llegar a casa no pude reprimir mis lágrimas, ni mi madre tampoco. Entre lágrimas de emoción y sin dejar de mirar mi vestido, me quedé dormida y ya llegó el gran día. Me levanté muy emocionada, fui corriendo a ver a mi madre y al vernos nos pusimos a llorar las dos. ¡Cuánto te quiero, mamá! Eres una mujer impresionante. Al rato llegó mi padre, que es mi inspiración, mi maestro, y no pude evitar llorar.
Nos fuimos a la peluquería mi madre y yo y ahí me entraron realmente los nervios. Mi, en ese momento, futuro marido, no paraba de llamarme por ver cómo iba todo. Estaba atacado de los nervios, aunque él decía que no. Estuvimos 4 horas en la peluquería y maquillaje, pero quedamos muy guapas. Bueno, para mí lo estaba y mi madre impresionante.
Seguir leyendo »Al llegar a casa no pude ni comer y sin darme cuenta ya estaban los fotógrafos. ¡Qué nervios! Fotos por aquí, por allá y como no, la emoción de ponerme mi traje, ese traje de princesa que un año antes había escogido con tanta ilusión, a las que tantas pruebas fui y por fin era el día de lucirlo. No puedo describir la sensación, es una mezcla de sentimientos. Te sientes la mujer más guapa del mundo y realmente es así. Todas las novias están espectaculares. Tras varias fotos sola y con la familia, esa familia tan maravillosa que vino a casa y mis amigas, que casi no puedo ni saludarles. De repente, ya subidos, mi padre y yo, en ese coche tan maravilloso, un Lincoln antiguo que nos iba a conducir hasta donde estaba mi futuro marido, la basílica. Mi padre y yo lloramos durante el trayecto. Yo soy hija única y mi relación con ellos es extraordinaria, él sentía que me alejaba y yo que me iba de debajo de sus brazos de protección, pero es una simple sensación.
Al llegar a la basílica de la Virgen de los Desamparados, mis nervios crecieron y mira que pensaba que era imposible. Y allí estaba mi marido, tan guapo, tan serio, ni podía pestañear y cuando entré del brazo de mi padre lloró. Eres maravilloso, mi vida. Solo pensaba: “Voy a casarme con el hombre de mis sueños. ¿Qué más se puede pedir?”. Del momento de la iglesia casi ni me acuerdo, estaba realmente nerviosa pero lo que sí tengo que destacar es la actuación estelar de mis primitas pequeñas. Son como mis sobrinas y con la sobrina y sobrino de mi marido entraron justo antes que yo y luego llevaron los anillos y las arras. Fue emocionante verlos. Cuando terminó la ceremonia, nos tiraron / kilos de arroz y de pétalos de rosas. Me reí muchísimo. ¡Qué barbaridad! Hicimos las fotos y ya nos pusimos en marcha dirección al banquete.
Durante el trayecto mi marido y yo brindamos con champan, detalle del coche alquilado, y no parábamos de besarnos. Estábamos muy emocionados y muy contentos de ser marido y mujer y disfrutarlo con los nuestros. Ese momento íntimo de los 2 lo recordaré de por vida. Nos encantó como la gente gritaba: “¡Vivan los novios’” y cómo nos miraban. Yo estaba en una nube y pensaba que era un día maravilloso, que era muy feliz.
Al llegar al banquete, Masía de Aguas Vivas, el salón el Carmen, tocaron las campanas. Me hizo mucha ilusión y ya con todos los invitados allí comenzó el cóctel. Nosotros no probamos nada, saludando a todo el mundo, fue perfecto. Ya en el convite todo se te pasa volando, casi ni cené. Me encantaron todos los momentos, pero en especial cuando entramos al banquete. Todo el mundo levantado, aplaudiendo y brindamos con ellos. Cuando entregué los ramos a mis mejores amigas, a mi prima Mariajo y mi ramo a mi madre, fue un momento muy, muy emocionante. Cuando mi marido me cogió en brazos para cortar la tarta y nuestro baile nupcial: “la Lambada”. Llevábamos meses preparándolo y nos salió perfecto. Mi marido lo bordó, le salió el bailarín interior. Me encantó. Y ya sin darme cuenta se había terminado nuestra boda.
Nos quedamos en el Hotel Lacy, en una suite preciosa, y ahí empezamos nuestra nueva vida como marido y mujer. Volvería a vivir cada minuto, cada segundo de todo el 2014 y 2015, todos los preparativos, ir con mi marido a buscar salón, los cursos prematrimoniales, ir con mi madre a ver el traje, ir a todas las pruebas, escoger coche y todo lo que conlleva la boda. Fue un día maravilloso, inolvidable y fui muy pero que muy feliz y mi marido también.
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