La boda de Fran y Andrea en Lloret De Mar, Girona
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05 Oct, 2013El día de nuestra boda
Fue un día maravilloso.
El día de antes era una incertidumbre ya que cayó una granizada. Mientras yo que estaba poniéndome los rulos en la peluquería la gente me iba consolando diciendo que da suerte una boda pasada por agua.
Todo, todo incluido hasta el móvil daba agua, pero amaneció con un sol radiante y un calor de verano, yo no me lo podía creer. Me fui a la “pelu” muy tranquila y esperé a que acabaran a mi prima para irnos juntas a mi casa y el novio, que es vecino mío, ya estaba en la puerta de casa con los amigos y familiares y tuve que pedirle a mi prima que se bajara del coche y le dijese que se metiera dentro de casa.
Entré por la puerta de casa y la fotógrafa y el del vídeo ya estaban allí. Mi madre detrás de mi padre porque no se había levantado y yo me hacía las fotos en su habitación, así que una de mis primas que me iba a vestir me ayudó a ponerme un vestido corto para hacerme unas fotos con el vestido colgado y, como no, con mi suerte no podía bajarme la cremallera. Ella solo decía: “Andrea, tu no te pongas nerviosa”, y yo le decía: “trae unas tijeras que lo corto”, y ella “como lo vas a cortar!”. Al final, con los nervios, en vez de coger la tijera que estaba a su lado se fue a casa de mi tía que vive puerta con puerta con mi madre y cogió de allí la tijera y vimos que cortando un hilo ya bajaría.
Seguir leyendo »Por fin me iba a poner mi vestido, y como no, otro caos, porque me pusieron primero el can cán y los zapatos y me tuve que quitar en can cán y meterlo debajo del vestido y meterlo todo a la vez.
Bueno, una vez metido había que abrocharlo y como mis primas van tan monas siempre pues se hicieron las uñas y no podían abrocharme los botones, así que mi madre consiguió abrochar unos cuantos y el resto me los puso la fotógrafa, que ya tenía maña con estas cosas.
Ya estábamos haciendo las fotos y el vídeo, y mi padre revoloteando diciendo “va a caer una que no veas, está oscuro por el fondo”, y yo pensando “que alguien se lleve a este hombre de aquí”.
Cuando bajé las escaleras para ir al comedor estaba toda mi familia en la puerta preparados para verme, y bueno, vino la peluquera a ponerme el velo y felicitarme. Cada vez llegaba más gente a mi casa, y cuando salimos por la puerta mi padre y yo para meternos en el coche estaban todos aplaudiendo y diciéndome lo guapa que estaba, hasta mis vecinos.
Nos montamos en el coche y como no la mejor conversación a la puerta de la iglesia que tuvieron mi padre y mi tío, que era el que me llevaba, fue el que hacía mucho sol, pero que iba a llover y también hablaron de política. En fin, un cuadro.
Cuando llegué a la iglesia estaba abarrotada de gente que nos conocían en la puerta, y mientras entraba el novio yo veía a la gente que estaba allí esperando a que yo saliera del coche.
Bueno, salgo del coche y una vez más mi suerte en el aire, porque mi madre y familiares se tuvieron que meter en la iglesia para que la gente entrara, así que nadie me podía colocar el vestido y el velo y se había girado y pesaba un montón, pero la gente que estaba en la puerta que me vieron se echaron sobre mí y me lo colocaron.
Pues ya llegó la hora de entrar a la iglesia y yo no quería mirar a la gente porque soy muy llorona y ya había llorado mucho en casa, pero al escucharles ya empecé hacer pucheros y por fin llegué donde estaba el novio, que me esperaba muy nervioso y sudando como un pollo.
La misa fue muy bonita ya que contratamos un coro rociero y a la gente le encantó.
Al salir de la iglesia ya os podéis imaginar: arroz y confetis por todos lados, y por mi canalillo se metió tanto como para una paella de 8 personas.
Seguía sin llover y con un sol radiante y un calor insoportable, nos fuimos a hacer las fotos a Piña de Rosa y una vez acabadas nos fuimos al Trull para el banquete, dónde apenas nos dejaron comer ya que todos querían hacerse fotos con nosotros.
Cuando todo acabó,el metre hizo bajar a todos al comedor y nos dejó sentarnos y tomarnos algo en aquel precioso lugar.
Llegaba la hora de entrar al comedor y empezar la fiesta, la gente estaba muy animada así que todo fue genial.
Trajeron el primer plato (parrillada de pescado) y al poco llegó nuestra primera sorpresa. Mi amigo de la infancia me había hacho un viíeo de nosotros cuando éramos pequeños hasta ahora. La gente lloraba y el novio súper agradecido por haber conseguido esas fotos dónde el salía de pequeño.
Trajeron el segundo plato (solomillo con salsa paris y nido de patatas y setas) y llegó el segundo regalo, dónde se hizo una conga de las chicas de la despedida dónde me entregaron un Hoffman del día de la despedida. Y las sorpresas seguían porque mi tía apareció con un plumero recordando a un cartero real, que así es como yo le entregué su invitación, con el plumero en la cabeza y simulando ser un cartero de cuentos para la mi segunda madre, que es mi tía. Me regaló una placa en nombre de su familia y con un reloj dibujado de la hora de la boda y un muñeco que le dibujó yo en el sobre.
Todavía no habían acabado las sorpresas porque mis sobrinos aparecieron con su regalo, que era un peluche con una carta y con dinero, dónde una vez más la gente lloraba y casi que no podía leerla.
Por fin trajeron el postre (sinfonía de frutas con helado de yogurt y frambuesas), las sorpresas no acababa, trajeron la tarta (chocolate blanco con crunch de chocolate) y empezamos a repartir parejas de novios, cigüeñas, regalos a los padres, a mi hermano (que lloró como un niño) y el ramo de la novia que se lo regalé a mi prima que es como mi hermana, lloraba como una madalena...
Cuando creía yo que me iba a quitar los zapatos, no me dejaron porque nos hicieron salir a bailar unas sevillanas, y de repente apareció mi prima con un vestido de flamenca precioso, a bailar conmigo, y al acabar me preguntó: “¿Andrea, te gusta este vestido?”, y yo contesté “me encanta” y ella dijo “pues es tuyo, te lo regala tu madre como regalo de haber acabado la carrera de arquitectura como te prometió y tu tía de Sevilla ha sido cómplice porque ella te lo ha traído de allí”. Os podéis imaginar lo que yo lloraba, pero no era lo único, porque para el novio mi prima le dio un pedazo de reloj que le regalaban mis padres por agradecimiento de estar 11 años conmigo y portarse como dios manda.
Empezó el baile y yo sin poder quitarme los zapatos, abrimos el baile con la canción (“Siento celos” de Antonio Orozco), ya que tiene un significado para mí y al acabar pensé que por fin me quitaría los zapatos, pero no, había un anónimo preparado, donde nos dejaban un sobre con dinero para el mejor restaurante en tiempo de crisis: unos tickets de descuentos (MCDonalds).
Por fin me pude quitar los zapatos y no pude ni bailar porque una vez más con mi suerte se me hinchó el tobillo malo y se me puso como una pelota de tenis.
Como la gente estaba animada y controlada decidimos hacer una hora más de barra libre y, bueno, el cantante, que lo conocemos de toda la vida, le dejó el micro a mi padre y a mis tíos y allí cantaron sevillanas y todo lo que quisieron.
Al acabar nos fuimos a tomar una copa con los amigos y como estábamos cansados nos fuimos al hotel dónde al quitarme el vestido salió un puñado de arroz y me tuve que quitar el moño con la cabeza en la papelera porque no paraba de salir arroz.
Y bueno, esta fue mi caótica y preciosa boda que no la cambio por nada del mundo.
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