La boda de Fernando y Paula en Mondariz (Balneario), Pontevedra

Sobre las 11:45 empecé a vestirme, esperando a que llegaran los fotógrafos y también mi ramo y la flor del padrino. Mi hermana y mi sobrino habían llegado pronto a casa de mis padres y dispuestos a ayudar en todo, así que todo fue rápido y sencillo, unas cuantas fotos, el coche esperando y lista para salir. Ahí empezaron los nervios. Recibo una llamada que me advierte que todavía no debo salir y yo digo ¿cómo?, pero si son las 12:55 y yo soy puntual, el novio me dijo que estaría a las 12:45 y los fotógrafos que hace más de una hora que estaba listo. Me vuelven a llamar 10 minutos después e insisten en que no salga y yo, nerviosísima, que sí. Pregunté qué pasaba y me dicen que el sacerdote aún no había llegado, no lo creía y me puse a discutir por teléfono cada vez más nerviosa, así que decidí volver a subir al coche una vez más y esperar la llamada. Sobre las 13:15 me llaman que puedo salir y entonces era mi sobrino el que no se quería subir al coche, entre todos habíamos desquiciado a un niño de 5 años. El chófer, amablemente, habló con él, lo tranquilizó y lo convenció.

Por fin llego a la Capilla del Carmen del Hotel Balneario de Mondariz en Mondariz Balneario, donde me esperaban mi novio y todos los invitados, no recuerdo nada desde que llegó el coche, vi a todos y hasta que mi padre ya me entregó en el altar, ¡Menudos nervios! Ya otra vez tranquila, y a partir de aquí todo transcurrió como la seda.

Sólo recibíamos felicitaciones, los invitados encantados y nosotros más, y todo gracias al gran trabajo de todos los trabajadores del Hotel Balneario de Mondariz, en particular al metre Santi Bello, que estuvo pendiente de hasta el más minúsculo detalle, hasta del arroz (presente y a nuestra disposición en todo momento) y también a Begoña de la floristería Graniflor de Mondariz (encargada de toda la decoración).

La fiesta duró hasta las 03:00 de la madrugada, con la colaboración de Bruno (el dj) y los camareros, el metre, todos los empleados del hotel y, por supuesto, de nuestros invitados, que también estuvieron de 10.

Así que tras un mes de casados tenemos un precioso recuerdo de nuestra boda, gracias a todos, y también anécdotas para reírnos: Mis nervios, que provocaron que llegara con el velo hacia atrás y ni me diera cuenta, que no llevara la liga, que no llevara mi precioso paraguas de novia y que los pomperos para los niños sigan en casa de mis padres. Aun así, muy felices.