La boda de Fernando y Isabel en Zaragoza, Zaragoza

Y a partir de este momento, ya todo lo recuerdo como estar en una nube. Celebramos la ceremonia, dirigida a la perfección por David Aso, leyeron cuatro personas muy importantes para nosotros. Fue muy emotiva, pero también divertida y amena.

Cuando acabamos, los invitados fueron directamente al cóctel y mientras, nosotros nos hicimos fotos en distintas estancias del hotel.

Hicimos la entrada en el cóctel y aquello fue un aluvión de gente, ya que todo el mundo quería hacerse fotos con nosotros, darnos la enhorabuena... En definitiva, demostrarnos el cariño que nos tienen.

Y ya llegó la hora de pasar al comedor, poder seguir disfrutando más tranquilamente de la compañía de todos los invitados y por supuesto, ¡comer! Mención especial quiero hacer aquí a todos los profesionales que se encargaron de que el menú estuviese exquisito.

Pasamos al momento regalos... Nosotros no queríamos que se hiciese muy pesado y por ello sólo hicimos dos regalos: un ramo de flores para nuestros padres y un cuadro a una pareja que son los próximos amigos en casarse. Además, el detalle de regalo lo habíamos dejado el día de antes en cada uno de los sitios de los invitados, por lo tanto, no teníamos a nadie repartiendo cosas entre las mesas. Después de nuestros regalos, vino el momento más temido, los regalos de los amigos. ¡Se superaron! Tanto los amigos de mi marido como los míos nos hicieron unos regalos cuanto menos sorprendentes.

Y con todo el subidón de los regalos, pasamos a abrir el baile y la barra libre. Hubo muchas risas, fotos, bailes... Una auténtica fiesta.

Recuerdo todo con mucho cariño y diversión, que era nuestro objetivo principal: que todo el mundo disfrutase el día con la misma ilusión como nosotros lo habíamos preparado.