La boda de Enol y Carol en Avilés, Asturias
De noche Verano Rojo 4 profesionales
E&C
27 Ago, 2016El día de nuestra boda
¿Cómo podría describir el día de mi boda? ¡Mejor de lo soñado! ¿Hubo nervios? Sólo cuando hizo su aparición una nube gris durante la tarde pero no dejé que me preocupase demasiado. ¡Era novia asturiana! Aquí da igual el mes que elijas para casarte que la lluvia puede ser su compañera, así que en el momento que salí de la puerta del hotel decidí que iba a disfrutar de mi día y que daría igual los contratiempos (al final la cosa sólo quedó en una nube y no llovió). Después de tantos años soñando con ese día y dos años de planificación el día B es para vivirlo feliz de principio a fin.
Ahí va una extensa crónica de mi boda que espero que sirva para ayudar a otros novios.
El 27 de agosto subí la persiana de mi habitación dispuesta a todo porque ¡era mi día! Me di un buen desayuno y me dirigí hacía la peluquería donde me esperaba mi abuela y mi madre. Allí me encontraría también con unas invitadas muy especiales, esas que llevan toda la vida a tu lado compartiendo muchos momentos a distancia y que ese día no podían faltar. Son parte de ese grupo que se conoce como "los del pueblo" y que es una fortuna tener. El hecho de coincidir con ellas allí, sabía que me daría paz y haría de ese momento algo más especial aún.
Seguir leyendo »Después de comerme un platazo de ensaladilla (efectivamente, a mí no se me cerró el estómago por casarme) fui para el Hotel NH Collection Palacio de Avilés, el lugar elegido para el banquete, donde había quedado para maquillarme y vestirme. Hace años que sabía que no habría un sitio mejor para un día tan especial y no me equivoqué. Sonia, Santi y Cefe fueron los encargados de hacer que todo saliese de matrícula de honor como el equipo que forman junto con el resto del personal del hotel.
Abrir la puerta de la suite ya empezó a provocar emociones cuando me encontré un ramo de rosas blancas y rojas que me habían enviado mis compis de trabajo. Cuando llegó Nicolás con esa larga funda negra donde estaba mi secreto mejor guardado, fui más consciente de que llegaba como dijo mi padre “el gran día”.
El vestido lo dejé en manos de Nicolás Costura, un gran acierto. Son geniales en todo, tanto profesionalidad como trato a sus novias e invitadas. Supieron dar con el diseño que estaba en mi cabecita y, además, hicieron que el vestido de mi madre luciese como hace treinta y siete años. Habéis leído bien, el encaje de mi vestido era del vestido de boda de mi madre y es que como iréis comprobando muchos elementos de ese día eran muy familiares. El velo era en color salmón. ¿Arriesgado? Sí, pero es algo de lo que no me arrepiento, sé que aunque pasen los años y la moda seguiré enamorada de él. Tanto la corona como el aplique del vestido eran de Eva Vidal Complementos, mi Eva, otra persona que jamás olvidaré por su arte y el amor que transmite su forma de ser. Los zapatos, después de mucho buscar (no quería los típicos blancos de novia y que tampoco me hiciesen medir diez centímetros más) los encontré en Estiletto de Avilés. Tenían todo lo que quería: un toque de color, con poca altura y una comodidad de la que fui consciente ya la primera vez que me lo puse. Para el peinado confié en la peluquería Marve y el maquillaje en Virginia, todas de Avilés. Son quienes me conocen desde niña por lo que acertarían en mis gustos y sabrían qué sería lo más acertado para mí.
Media hora antes de que comenzase la ceremonia llegó el fotógrafo al hotel, el elegido fue Foto Angelin. ¿Qué mejor elección que ese día te haga las fotos quién te conoce desde hace más de veinte años? Sabía que el reportaje me gustaría pero el resultado me dejó sin palabras.
Quien me llevaría a la iglesia sería el coche de AlquiMercedes, siguiendo la línea de proveedores familiares. El coche me encantaba pero el hecho de que me llevase mi compañero de mesa en el colegio hizo que ese trayecto aún fuese más especial.
Los nervios seguían sin aparecer porque yo no podía dejar de disfrutar de cada momento, de cada felicitación que me llegaba y de esos momentos con mi padre antes de dar el paso.
En las escaleras de la iglesia me esperaba la Banda de Gaitas Villa D´Avilés, de la que Enol forma parte desde el año 2000. En ese momento en el que ya empecé a estar arropada por más caras familiares, sentí total felicidad. Junto a la banda se encontraban mis peques de arras vestidos por Juvima y con corona de paniculata de Leymar. El cortejo lo formaban mis dos sobrinos, una prima de Enol y la hija de una de mis mejores amigas.
Para el recorrido del pasillo de la iglesia elegí el “Canon en Re Mayor de Pachenbel”, un miticazo, lo sé, pero desde que tenía nueve años sabía que esa canción me llevaría al altar.
Tanto mi ramo como la decoración de la iglesia y del banquete fueron a cargo de Leymar. Conchi acertó con cada detalle que colocó, su gusto, experiencia y trato fueron de gran ayuda. También mencionar su paciencia (y la de Sonia del NH) por resolver todas mis dudas y peticiones con una sonrisa acompañada de un “no te preocupes, lo que quieras hacer estará bien”. Para la decoración de la iglesia quería algo sencillo pero con magia, un aspecto logrado con los velones redondos que decoraba el suelo del pasillo y con una pizarra en la entrada donde yo había escrito: Aquí comienza nuestro “felices para siempre”.
El encuentro con Enol fue otro ¡momentazo! Así, en mayúsculas, porque creo que es la primera vez que veo en persona a un novio echarse a llorar de la emoción y fue…¡el mío!
La celebración de la misa siguió la línea familiar. Nos casó el mismo cura que en su día casó a mis padres y a mi hermano. La música corrió a cargo en el órgano por quien me conoce desde antes de tener uso de razón, acompañado por dos amigos nuestros y un coro. Las lecturas las otorgamos a nuestros dos hermanos y una amiga. La elegida fue la única que nos conocía ambos antes de estar juntos.
Tras romperme mucho la cabeza para el dónde llevar las arras y los anillos, compradas en Rosa Gallego, elegimos unas cajas en las que el padre de Enol grabó el sello de nuestra boda.
Al salir de la iglesia junto con la banda y nuestros invitados, nos esperaba nuestro grupo de baile Ximielga la Saya. Después de que bailasen una pieza, no pudimos resistirnos a pedirles que bailasen otra para unirnos a ellos.
El cóctel lo celebramos en el patio y jardines del hotel. Allí se encontraba el seatting plan que yo había diseñado, se había hecho realidad gracias a Conchi (Leymar), a Sonia (NH) y a mis suegros (ellos hicieron el marco de vidrios de colores y las letras de madera con luces). Junto a él estaba el libro de firmas, también obra del padre del novio, y unas chapas con nuestras iniciales inscritas en el logo de Batman y Superman. Las chapas se acompañaban de una foto nuestra “enfrentados” y un cartel que decía “Elige tu bando”. Esta parte se entendería mejor en el candy bar donde había otra foto con la frase “No hay bandos, son dos fuerzas que se unen”. Una novedad que pedimos colocar en el hotel era una “Beer bar” a muchos de nuestros amigos les gusta la cerveza y queríamos que tuviesen su zona y variedad de tipos.
Durante el cóctel empezaron a aparecer sorpresas. Yo canté para Enol "Chalaneru" junto a mis compañeros de Ximielga pero lo que yo no sabía era que él me sorprendería con la banda de gaitas interpretando "Moon River". Nuestros amigos nos tenían una buena preparada también cuando debajo de sus camisas aparecieron camisetas de superhéroes.
Para agradecer su aportación al grupo y a la banda les dimos unas galletas que había encargado en Mis Dulces 26 con un dibujo nuestro. ¡Estábamos riquísimos!
La música para la entrada a la cena ya mostraba que el por qué yo denomino a mi boda la “cuquifriki wedding”. No se me ocurrió mejor idea que entrar en el restaurante con la canción de “La Cantina” de la BSO de Star Wars, bailando en estilo charlestón y ataviados para la ocasión. Otro objetivo de la entrada era mezclarnos entre nuestros invitados en ese momento y no ir directos a la mesa, al son de “Ruby” de Kaiser Chiefs que a los invitados ya les sonaba por un vídeo que les habíamos enviado una semana antes con momentos de nuestras despedidas de solteros.
La zona de la cena parecía un sueño de noche de verano con las guirnaldas de luces que colgaban del techo, daba una iluminación muy especial y cálida. Las mesas estaban decoradas con tarritos de colores que me habían dejado, complementados con elementos de Conchi, quien supo dar con los centros de mesa que quería y en la mesa presidencial la complementamos también con elementos personales para hacerla más nuestra. En cada silla estaba el detalle que habíamos elegido para los invitados, una bolsa de tela con el lema “Amor del bueno” de mi querida Pakita Clamores y en su interior había una taza con un dibujo hecho por Enol. Buscábamos algo que fuese útil y valiese para todos los invitados adultos. Para los peques preparé junto con mi amiga Ana Rosa de la papelería Trisquel unas coronas, varitas con forma de estrellas y un pack para colorear con el mismo dibujo que dimos en las galletitas. Las mujeres, además, recibieron de regalo el conocido como “Bollo” de Avilés hecho ni más ni menos que por la propia madrina y los hombres un puro.
Hicimos corte de tarta donde estaban los muñecos que nos tocaron en un sorteo de Mariquitas Underwear, como podéis ver Enol seguía la línea de Han Solo pero Leia y yo mezclamos nuestros looks. En el postre quisimos recordar dónde estábamos hacía cinco años, en la boda de la mamá de la más peque de las arras, y la pareja tuviese su momento. Mandamos que sus porciones de tarta fuesen las últimas en aparecer de todo el salón y con la vela del aniversario mientras sonaba “Over the rainbow” que era la canción con la que ella había entrado en la iglesia.
Tras los postres llegaron las sorpresas que quisimos dar a nuestros familiares. Para nuestras madres y abuelas encargué réplicas de mi ramo, me pareció que lo más bonito que les podía regalar era uno de los elementos protagonistas del día. A nuestros padres y a los abuelos de Enol les dimos una botella de vino que nosotros mismos envolvimos con una de las cintas de mi ramo y con una etiqueta que decía “Gracias por tanto”. Como yo no tenía a mis abuelos ese día, para ellos iba a ser la mitad de mi ramo que llevé al cementerio el día siguiente y de ahí las iniciales bordadas en uno de los lazos de mi ramo, fue mi forma de llevarlos conmigo en un día tan especial. ¿Y la otra mitad del ramo? Como no podía ser de otra manera se lo di a mis dos primas, llevaba todo el día sin llorar pero ese momento ya me costó aguantar. Tampoco quedaron sin ramo dos amigas muy especiales para mí y para las que el 2017 será su año, para ellas encargué dos ramos de paniculata.
La música de cada momento especial de la cena y de la fiesta corrió a cargo de Sonifon que venía acompañado por la Ventana Indiscreta para el fotomatón. Otros dos grandes aciertos de proveedores que hicieron que después de la cena tuviéramos un gran fiestón. No estaban solos, en esta parte estaba también el candy bar que nos ayudaron a montar las chicas de The Dreams Factory con temática superhéroes con elementos que les habíamos dado.
Nuestra canción del baile fue “Letzer Tag” de Herbert Grönemeyer, una canción que escuché en varias actuaciones de la academia de danza Teresa Tessier y que me tenía hechizada. A esa canción se añadió otro clásico “Mi gran noche” de Raphael para que se unieran todos a bailar con nosotros.
A las cinco de la mañana llegó el fin de fiesta con una sensación de felicidad máxima por cómo había sido el día, sin ese mal sabor del “todo pasa rápido”. Disfrutamos de cada momento y yo creo que por eso los tiempos fueron los justos, ni muy lento ni muy rápido.
Hasta aquí llega mi crónica, no sin antes decir que si estás leyendo esto porque te vas a casar desearos que seáis tan felices en vuestro día como lo fuimos nosotros y mi consejo es que olvidéis los nervios y/o contratiempos disfrutar de vuestro gran día. Gracias Bodas.net por ser la guía, por hacer que toda búsqueda sea más fácil, por todo lo que ofrecéis y por los consejos, los vuestros y los que publicáis de otras novias que también tanto nos ayudan a tomar decisiones. Si quien lo lee es alguno de nuestros proveedores, no sé las veces que te habré dado las gracias y lo seguiré haciendo por todo lo que hiciste por nosotros, os llevo en mi corazón a cada uno de vosotros. Quien llegó hasta aquí leyendo es alguno de nuestros invitados, que sepas que si fue el mejor día de nuestras vidas fue porque ¡tú estabas allí!
Carol.
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