La boda de Emilio y Gema en Olmedo, Valladolid
Rústicas Verano Morado 7 profesionales
E&G
20 Jun, 2015El día de nuestra boda
Amaneció un fantástico día, nuestro día, el 20 de junio de 2015. Se auguraba muy buen tiempo, quizá alguna nube pero sería perfecto para apaciguar el calor.
Las Casas Cavas, en Olmedo, Valladolid era el lugar elegido para nuestro evento. Un complejo de casas rurales con varias instalaciones comunitarias que harían la estancia mucho más agradable.
Habíamos llegado la tarde anterior, viernes, en la hora de la comida, teníamos por delante un fin de semana muy intenso, tanto por el trabajo que teníamos de decoración, organización y ajustes varios como de sensaciones, emociones y vivencias.
Durante toda la tarde colocamos el salón donde celebraríamos las comidas y cenas, no había absolutamente nada hecho, tan solo habían dejado los manteles metidos en unas bolsas gigantes puesto que, no se sabe cómo, habían entendido que la novia, o sea yo, quería colocarlo todo. En fin, manos a la obra.
Después de despejar todo el salón, abrir mesas, poner manteles (ahora soy una experta), colocar vasos, platos y cubertería, empezaba lo que realmente queríamos hacer, colocar el photocall, instalar el karaoke, Candy bar, poner la impresora… en fin, todo aquello que llevábamos organizando desde hacía 9 meses.
Seguir leyendo »Los invitados iban llegando y empezamos la fiesta. Lo primero acomodarlos y lo siguiente darnos un paseo por Olmedo y cenar.
Cada familia estaba acomodada en una casa y les pedimos que escribieran algo si les apetecía para luego recogerlo todo en el libro de firmas.
Despertamos juntos a las 7 de la mañana como teníamos previsto, queríamos estar un rato tranquilos, hablar de todo lo que iba a pasar ese día y sobre todo, estar solos. En una hora íbamos a tener un trajín tremendo y necesitamos cargar pilas, nuestra única manera de hacerlo era así. Emilio es la única persona capaz de poner paz en mi vida, me da seguridad, confianza e incluso valor.
Una ducha relajante, buena música de fondo y tenerlo todo colocado hace mucho más fácil el camino.
Desayunamos con la parte de la familia que se había levantado pronto y empezamos a pasar por peluquería y maquillaje. Fuimos algo atrevidas cuando, sin conocer a las profesionales, concertamos una cita. Se presentaron puntualmente y, tras las presentaciones, nos pusimos en sus manos. Bendita decisión de loca que tomé porque el resultado fue espectacular (bajo mi punto de vista, claro) Es más, después de estar varias horas con ellas, no solo me han pintado y maquillado sino que he conocido a unas personas estupendas con las que he seguido en contacto.
Todo estaba coordinado, después de peinarme y maquillarme tenía que seguir organizando cosas puesto que el lugar de la ceremonia era un jardín común con otras casas rurales ocupadas ese fin de semana y no podían cerrarlo en exclusiva así que, un par de horas antes de la ceremonia, pudimos colocar todo: adornar sillas, poner arroz y pétalos, mesa de ceremonia…
Mientras tanto, los invitados procuraban pasar el rato lo mejor posible
Nuestros hijos ensayando.
Y nuestras sobrinas preparando su intervención
Tuvimos algún percance con algunos regalos de los invitados pero conseguimos solucionarnos y todos tuvieron su detalle de nuestra boda. Después de dejar todo en orden, nos fuimos a nuestra casa a vestirnos.
Estábamos los cinco, por fin, juntos. El hijo de Emilio, Pablo, mis hijos, Irene y Alejandro, Emilio y yo. Teníamos una hora por delante para vestirnos y pasar esos momentos juntos. Se me pasó enseguida, fue muy divertido y nuestro fotógrafo tomó nota de todo lo que nos iba sucediendo.
Hablamos, reímos, lloramos, chillamos, nos abrazamos y sobre todo nos ayudamos porque había cosas que se nos iban de las manos.
Nuestras alianzas iban en un corazón forrado en papel musical porque para nosotros la música es un pilar fundamental en nuestra relación, además Emilio es compositor y toca el bajo. A su vez, estaba sobre un libro, “Crónica insignificante” el primer libro que escribió Emilio y gracias a él nos conocimos.
En un grupo de lectura de Facebook se leía su libro y yo me apunté a leerlo, nos conocimos y… aquí estamos…
Las flores, tulipanes morados. Mi flor y mi color, no podían faltar en un día como este. Aunque cuatro días antes de la boda me dijeron en la floristería que no me los podían conseguir porque estaban fuera de temporada y que la única solución era comprar 50 tulipanes del mismo color, Emilio me dijo que no se casaba si no había tulipanes ;-)
Y aquí empieza el follón. Nos damos cuenta de que ninguno sabe hacer el nudo de las corbatas y, como no queremos llamar a ningún invitado, empiezan las risas y los nervios. Mi chico le pregunta al fotógrafo que si se ha visto en esta tesitura en alguna boda y, José Luis, sonriendo, deja la cámara en la mesa y nos dice que no es la primera vez y se teme que no será la última. No hay foto porque fueron momentos de nervios, pero fue un detallazo por su parte.
Eran unos momentos en los que se respiraba un cariño extraordinario, cada gesto, cada caricia, cada sonrisa llevaba implícito un te quiero.
Y mi último regalo para mis hombres, como ya os he dicho mi chico es autor de varias canciones y toca la guitarra, así que busqué una guitarra en miniatura para ponérsela junto al prendido y a mis chicos como les gustan tantos las maquinitas, busqué los mandos también.
Y empiezan la emociones fuertes…
La ceremonia empieza aquí, Alejandro lleva nuestros anillos, Pablo acompaña a su padre, Irene me acompaña a mí.
El alcalde de Olmedo ofició nuestra ceremonia, entre los tres la habíamos preparado intercambiando unos mails y visitándole unas semanas antes. La verdad es que fue muy atento, colaborador y amable, siempre abierto a nuevas ideas y sin problemas para incluir todo lo que quisiéramos.
Nos dedicó unas palabras preciosas, con mucha verdad en ellas, de esas que notas que están dichas con todo el cariño, desde el corazón.
Nuestros hijos habían preparado también unos discursos, como los llamaban ellos, cargados de emoción y totalmente lacrimógenos hicieron llorar hasta a los trabajadores de la finca.
Irene principalmente, le daba las gracias a Emilio por hacerme tan feliz.
Pablo, nos daba la gracias por un montón de cosas.
Y Alejandro recordaba cuando les hablé de Emilio por primera vez.
Entres tantas lágrimas yo no podía parar de sonreír y de decirle a la gente “por favor, que esto es una boda”.
Se hizo la lectura de los artículos. Aceptamos el matrimonio e intercambiamos los anillos.
Y para terminar hicimos la ceremonia de la arena, mientras el alcalde explicaba lo que significaba nosotros derramábamos la arena por todos lados y nos echábamos unas risas.
Dejamos para el final la lectura de nuestros votos, más que votos eran nuestras reflexiones y deseos para nuestro recién estrenado matrimonio, unas palabras que guardaremos con todo nuestro cariño.
Arroz, parabienes, pétalos, brindis, abrazos, cariño, muchísimo cariño por parte de nuestra pequeña comitiva que se reunió con nosotros como testigo de un día grande.
Nuestro salón, listo para guardar en su memoria el día de nuestra boda. Decorado, arreglado y totalmente personalizado.
A cada invitado le teníamos un sitio reservado y corazones con una dedicatoria personalizada.
Los meseros, 4, eran las carátulas de los libros que ha escrito Emilio.
Nuestro seating estaba hecho con discos de vinilos, fotos de nuestros invitados y las carátulas de los libros.
El photocall incluía boas, marcos, bigotes, pelucas, globos y cosas divertidas. Tuvo mucho éxito porque nadie lo había visto antes, así que, nos hicimos un montón de fotos. Además pusimos unos paloselfies y una impresora para que cada invitado conectara su móvil y se pudiera llevar las fotos en el momento.
El Candy bar
El karaoke
Y el paseo en el coche de caballos para recorrer algunas calles de Olmedo como colofón.
Después de casi cuatro años de relación, tres hijos no comunes y una convivencia excepcional faltaba poner una fecha para la guinda del pastel. La estancia en Las Casas Cavas en el verano pasado nos hizo plantearnos que sería un buen lugar para celebrar una boda íntima, muy a nuestro estilo particular. Queríamos una celebración a pequeña escala, a nuestro parecer una segunda boda como la nuestra no pedía la presencia de tanta gente, decidimos que tan solo la familia directa asistiría al enlace. Un fin de semana en un entorno rural y con muchas ganas de pasarlo bien.
El recuerdo de aquellos días me da una paz interior infinita, calma, felicidad, cariño, ternura… no solo por todo lo que hicimos sino todo lo que nos dijimos, porque salía de corazón. Emilio y yo vivimos una relación muy intensa, saboreando el día a día y no olvidando nuestro pasado para poder disfrutar mejor del presente y del futuro.
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