La boda de Eloy y Vanesa en Sant Vicenç De Montalt, Barcelona
Al aire libre Primavera Naranja 2 profesionales
E&V
12 Abr, 2014El día de nuestra boda
Pues ya han pasado casi tres meses de ese gran día y todavía hay momentos en los que me parece que todo fue un sueño y que todavía está por llegar. Pero no. Pasó todo. Muy rápido como para casi todos, pero a la vez muy disfrutado.
Para nosotros todo empezó el día de antes. Nos tocaba ir al juzgado a firmar y ya de paso aprovechamos para hacer una celebración más íntima con los padres y los testigos, algo sencillo pero que disfrutamos mucho. De hecho yo siempre digo que esa fue la boda de mi marido, porque él siempre me decía que con algo así ya tenía suficiente. Así que se puede decir que tuvimos dos bodas, la primera a su gusto y la segunda al mío. Ya que la gran celebración que hicimos el sábado fue claramente por mí, aunque él también la disfrutó como un enano (luego me reconoció que le había encantado y que lo había disfrutado muchísimo, que nunca imaginó que lo pasaría tan bien).
La noche la pasé en nuestra casa, pero con mi madre, él se fue a casa de sus padres, desde donde saldría. Fue una noche tranquila y la mañana siguiente también, sin madrugar en exceso ya que era por la tarde y tenía la peluquería a las 10. Necesitaban un buen rato para arreglar mi pelo y no salí de allí hasta pasadas las 14 pero sin problema, tenía tiempo de sobra ya que hasta las 15 no empezaría a llegar gente a casa, el fotógrafo no llegaría hasta las 16:15 y mi madre se había encargado de ir a recoger el ramo. Pero a las 16 sí que empezó ya todo de verdad, empecé a vestirme y me ayudaron con el vestido mi madre y mi hermana que ya hacía rato que estaba por casa junto con mi padre, mi cuñado y mi abuela, justo para la llegada de los fotógrafos que fueron mega puntuales.
Seguir leyendo »Mientras me hacían el reportaje en la habitación empezó a sonar el timbre una y otra vez. Resultó que el mini bus se había adelantado y ya estaban allí, así que decidieron subirse a casa para verme, no queráis saber cómo estaba de gente nuestro pequeño pisillo y el barril de 5 litros de cerveza que habíamos preparado, ¡voló! Pero la verdad que hacía ilusión ver a toda esa gente por allí.
Llegó el momento de mi salida y de la entrega del ramo, un momento emotivo con una preciosa poesía por parte de mi padrino y chófer. La verdad es que estaba muy emocionada, pero, a pesar de lo llorona que suelo ser (anda que no he llorado leyendo las crónicas de otras bodas o viendo sus vídeos) ese día tenía tal emoción contenida, estaba en tal estado de alegría e ilusión que las lágrimas no podían salir, simplemente podía sonreír de oreja a oreja, dejar escapar esa risita nerviosa de los grandes momentos y disfrutar de todo lo que estaba viviendo.
Llegó la hora de salir hacia el lugar de la celebración y, cuando llegamos, allí estaban todos, ya esperándonos todos súper puntuales, ¡incluso la novia! aunque luego tuve que esperarme un poquito en el coche a que todo el mundo se acomodara y a que el novio hiciera su entrada. ¡Y qué entrada! porque entró bailando con su madre al son de “If I were a rich man”. En ese momento el metre ya se dio cuenta que no iba a ser una boda cualquiera y que nos íbamos a divertir muchísimo. Y qué razón tenía, ya que los bailes fueron un constante en toda la fiesta y yo, a pesar de que suelo querer tener todo siempre controlado, ese día hice caso a todos y me dejé llevar, sin preocuparme por absolutamente nada, lo que me permitió disfrutar muchísimo de todo (en eso también ayudó la magnífica organización del lugar, que nos lo hizo todo muy fácil).
Pero sigamos, porque llegó el momento de mi entrada, bajé del coche, al final de la alfombra roja, con esas preciosas vistas al mar y me cogí del brazo de mi padre para hacer los primeros metros junto a él, justo hasta el punto donde empezaba a estar la gente sentada, punto donde estaba mi madre, engañada, pensando que era para hacerse una foto, pero no que le haría cogerme del brazo y seguir los tres juntos hasta la mesa de ceremonia y todo esto con la canción “It is you” de Dana Glover (BSO de Shrek) de fondo. Y allí, de pie, estaba él, guapísimo con su traje gris, elegante como él sólo, esperando a que mis padres me "entregaran" a él para convertirme en su mujer ante los ojos de todos nuestros seres queridos.
La ceremonia fue sencilla pero para mí preciosa. Dos amigos salieron a decir unas palabras, cada uno en su estilo; el primero nos hizo reír a carcajada limpia porque aquello fue un monólogo en toda regla, no lo olvidaremos nunca, y el segundo nos emocionó recordando momentos vividos juntos. Luego la emoción de ver por fin los anillos, ya que para mí eran una sorpresa, los hicieron mi suegro y mi marido y no los vi hasta el momento de la ceremonia. ¡El momento del sí quiero, el intercambio de anillos y el beso! todos momentos inolvidables. La salida, entre pétalos y arroz y, como no, bailando, dio paso a un primer brindis y a nuestra sesión de fotos. Nos fuimos directos a los jardines para hacernos el reportaje mientras los invitados disfrutaban de un cóctel. La verdad es que el tema fotos pensaba que no lo llevaría muy bien, ya que soy más dada a hacer fotos que a que me las hagan, pero la verdad es que tanto el fotógrafo como el chico del vídeo nos lo hicieron todo muy fácil y ameno, con lo que no nos costó mucho.
Cuando volvimos, el aperitivo acababa de comenzar. Muchos me habían dicho que no probaría bocado y qué razón tenían, pero por el motivo equivocado. Todo el mundo me decía que no probaría nada porque de la emoción no tendría hambre, pero al contrario, tenía mucha hambre, no había comido nada al medio día, pero entre saludos y felicitaciones apenas probé un par de cosas. Y eso que todo el mundo luego nos dijo que estaba todo delicioso y con una gran variedad, quedaron encantados.
El paso al salón lo hicimos de forma progresiva. Los invitados iban pasando para hacerse una foto con nosotros y a continuación les indicaban qué mesa les tocaba para que pasaran al salón. Allí cada uno encontró en su plato los regalitos que habíamos preparado para ellos, unos jabones naturales para las chicas (regalo de nuestro sobrino), un imán de nevera para los chicos hechos por mí y un muñequito marca sitio con su nombre, también hechos a mano.
Una vez dentro se acabaron los formalismos y empezó la fiesta. La entrada al son de “Te voy a esperar” (BSO de Tadeo Jones) fue dando brincos y bailando. Entre plato y plato aprovechamos para movernos por las mesas y hablar con todos nuestros invitados. Y llegó la sorpresa del pastel. Somos de dulce pero no de pasteles, así que nosotros renunciamos al típico pastel y preferimos servir unas ricas comptesas, quedó muy original y, lo que es mejor, a todo el mundo le encantó y no sobró nada.
Después un pequeño brindis de agradecimiento a todo el mundo, algún que otro bailoteo más y llegó el momento de los regalos. No hicimos mucha cosa, tampoco somos muy dados a esto, pero sí dimos algunos. El primero fue un detalle a los padres, un marco con tres fotos, una de novios, una caricatura nuestra vestidos de novios y una de cuando éramos pequeños, todo ello acompañado de la frase "Ayer novia, hoy mujer, siempre vuestra niña" (bueno la suya en masculino claro). La idea era después cambiar la caricatura por una foto de la boda, pero les gustó tanto que ninguna de las dos familias quiere cambiarlo. El segundo fue un detalle para mi hermana, un folio-imán con un calendario y detalles de su boda y la nuestra, como recuerdo. Algo parecido les dimos a los hermanos de mi marido. El tercero fue un poco locura. Preparé un ramo falso de goma-eva y al ritmo de “Todos los días sale el sol, de Bongo Botrako, fui sacando a todos los solteros mientras mi marido sacaba a todas las solteras”, hicimos un pequeño baile-guerra, chicos contra chicas, totalmente improvisado y finalmente lanzamos el ramo. El último fue la entrega del ramo. Ramo que dividimos en dos, la mitad para mi abuela y la otra mitad para llevar al cementerio, en recuerdo de una persona especial para mi marido.
Durante los cafés repartimos barritas luminosas y recibimos varios regalitos por parte de nuestros invitados. Y por fin llegó el momento del baile, un primer baile sencillo, a ritmo de vals, pero con una música muy especial para nosotros, se oye una canción de la BSO de la Bella y la Bestia pero cantada por la entrañable señora Pots. La segunda canción fue “Cuando me enamoro”, que nos permitió sacar a nuestros padres y ya animar a todo el mundo a bailar, para que se animara la fiesta. ¡Y vaya si se animó! Lo pasamos en grande.
El único pero fue cuando nos vinieron a avisar que aquello llegaba a su fin y que teníamos que empezar a recoger. Qué lástima cuando te das cuenta que todo se ha pasado. Pero qué ilusión hace recordar cada momento y saber que todo el mundo estuvo allí con nosotros, disfrutando de ese día, haciendo que fuera aún más especial si cabe.
¿Lo repetiría? Sí, sí y sí, una y mil veces más, aunque no sé si volvería a ser lo mismo, porque la emoción de ese día creo que es algo irrepetible.
Pero ahora nos quedan todas las fotos y vídeos de recuerdo, que nos permiten revivir una y otra vez todos esos momentos. Por lo que no quiero terminar sin recomendar a todos los futuros novios que, en la medida de lo posible, tengan fotógrafo y vídeo en su boda, ya que después de todo eso es lo que queda y, por lo menos en nuestro caso, nos hubiéramos arrepentido muchísimo de no contratarlo porque ahora no tendríamos grabado todas esas maravillosas palabras que nos dedicaron nuestros amigos, ni tendríamos todas esas fotos que irradian felicidad por todas partes ni nos reiríamos viendo de nuevo todos nuestros bailes.
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