La boda de Elena y Javi en Granada, Granada

El día de nuestra boda

Nosotros vivimos juntos y esa noche, en lugar de ir cada uno con sus padres, decidimos dormir juntos. Por la mañana nos levantamos y cada uno se duchó, cogimos nuestras cosas y nos marchamos.

Yo por la mañana la verdad que estaba muy tranquila, como la boda no era hasta las 18 horas, la peluquera no llegó hasta las 13, así que mientras tanto estuve muy bien. Una vez que llegó ya empezaron los nerviecillos. Comí un poco (la verdad que ese día es cierto que no se come nada) y cuando me quise acordar ya estaban allí los fotógrafos. A partir de ahí todo me resultaba un caos, a contra reloj, cada vez más nerviosa. Tanto que se me olvidaron los anillos, las arras (tuvieron que volver a por ellas), ¡así que tenerlo en cuenta ese día! Y la liga, pasé toda la boda sin liga.

Una vez subes al coche, el corazón va a mil y en la iglesia ves a todos dentro (porque yo lo quise así), todos mirándote, llorando… y al fondo ves al novio con esa cara de nervios, lo mejor. Durante toda la ceremonia estuve súper nerviosa, pero una vez terminamos ahí se quitó todo. Ya sólo fue disfrutar de las fotos y de las risas. En la celebración estás de otra manera, más relajada, incluso a los invitados se les ve más relajados.