La boda de David y Myriam en Zamora, Zamora

Llegamos al viernes, compras de última hora, algún alfiler mono para la mantilla, unas tapitas, unos vinos, unos pinchos en el Lobo... hasta ahí íbamos bien. Terminamos de comer, ayudamos a recoger, me cojo un piti, me salgo al huerto para estar 5 puñeteros minutos para estar tranquila... pues a los 10 segundos ya viene mi padre a preguntarme no sé qué y claro le solté: “Papá, habla con Vicky lo que sea por Dios, habla con Vicky, déjame 5 minutos para fumar tranquila”, y que se empieza a descojonar, bueno al menos se lo tomó con humor.

El viernes fue de relax, luego ya fue llegando la gente, nos fuimos a cenar de tapas y de cortos y guay.

Llega el día D, en la peluquería hubo un momento de lágrimas porque bueno, se mentaron a personas que no iban a poder estar ese día, como es mi abuela y el abuelo de mi ya marido que falleció este mayo pasado, pero bueno también hubo lágrimas de felicidad porque mi amiga Vicky le mandó en secreto (yo no tenía ni repajolera idea) la ubicación a mi amiga Mayte (mi mejor amiga desde los tres años y su hijo me llevaba las arras) de la peluquería... yo claro, cuando oigo una voz tan familiar... ¡Hadita! Bueno, bueno, la maquilladora casi me mata.

Ya una vez en casa, una vez ya vestida y que me hubieran hecho las fotos y demás, mi madre, mi hermana, mi amiga Vicky y mi abuelo se bajan con el taxista (al que asaltamos de mala manera, pero ya es uno más de la familia). Me salgo a fumar en plan tranquilo para hacer algo de tiempo y tener la cabeza ocupada, ¿y dónde estaba mi cola? ¡Que la gente se había ido y no me habían colocado la cola! Mira, a mí porque me dio por reír, pero teníais que haber visto a mi tío y a mi padre poniéndome la cola, pobrecines míos...

Pero bueno, el cura (conocido de la familia) nos dijo que la ceremonia empezaba a las 6 y allí estaba yo como un clavo. Total, que al salir del coche ahí sí que me empezaron los nervios, luego ya cuando entré en la iglesia solo vi a mi amiga Mayte y se me pasó, pero al ver a Davi en el altar... Nervios no, ¡que me emocioné! Apreté el brazo de mi padre e hice sprint hasta el altar. Yo me decía para mis adentros, ‘como no corras empezamos a llorar aquí mismo’.

La ceremonia la verdad es que se me pasó lenta, pero en el buen sentido, no se me hizo larga, me encantó, una misa muy bonita, el sermón que hizo Juan Luis precioso porque contó nuestra historia con los datos que le habíamos dado nosotros en la entrevista previa e hizo un relato precioso.

Luego a la salida, muchos besos, muchos achuchones, nos hicimos las fotos y luego en la finca la verdad es que porque me había llevado las deportivas para el día siguiente por que las zapatillas tan monas que tenía me las dejé en casa, pero la verdad es que lo pasé como una enana.

¡Lo repetiría una y mil veces!