La boda de David y Marta en Jerez De La Frontera, Cádiz
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D&M
13 Abr, 2024El día de nuestra boda
La magia del día B empezó a brillar el día antes, en la firma legal de nuestro matrimonio. La llegada de los invitados de fuera, las últimas reuniones con los proveedores nos hacían cosquillas en el corazón. A pesar de hacer una sencilla ceremonia civil en el ayuntamiento ese día, no faltaron las lágrimas, las risitas y las miradas cómplices, intentando dejar las emociones más fuertes para el día siguiente. Tras firmar y salir, no sólo nos aplaudieron algunos de nuestros invitados que pudieron asistir, sino también desconocidos que visitaban la preciosa plaza de la Asunción. Desde ese momento ya somos marido y mujer.
El día siguiente llegó tranquilo en casa de mis suegros. Le dije susurrando: "Nos vemos en un ratito" para no despertar a nuestro bebé, y me escapé antes de que el sol me vea, para prepararme en la casa donde se quedó mi madre. Noelia, mi peluquera y la de mi madre ese día, llegó pronto, y comenzaron todos los preparativos. Parecía que el tiempo iba despacio, pero conforme iba avanzando, más aceleraba, y en un momento, yo ya estaba vestida de blanco, sujetando mi precioso ramo preservado, frente a la ventana, esperando que mi madre venga a ayudarme a ponerme los zapatos. En ese momento me sentí como esa niña de 4 años que todavía no sabía atarse los cordones y siempre contaba con su mamá que estaba para todo. Ese día ella volvía a ponerme en pie, esta vez como novia. Para ella fui la novia más bonita del mundo, y ella, para mí, además, el pilar fundamental en mi vida. Nos abrazamos y lloramos.
Seguir leyendo »Mi llegada a la ceremonia, que para mí era un misterio hasta el último día, se descubrió en cuanto salimos a la calle. Allí estaban esperándonos dos preciosos caballos blancos con una carroza increíble que antes de llegar al sitio nos iba a dar un paseo por la ciudad. Sorpresa preparada y organizada por parte de mi marido, que en ese momento se estaba preparando en su casa, para ir a la bodega donde nos íbamos a casar.
El paseo nos sirvió para calmar un poquito los nervios, recibir cumplidos por parte de la gente de la calle, y hablar casi a solas con mi madre, que seguía pendiente que todo saliera bien.
Una vez que llegamos al sitio, noté como el corazón empezó a latir más fuerte, todavía llegaban algunos invitados. Carmen y John, dos profesionales increíbles, nos atendieron con copas de agua y bonitas palabras que ayudaron a tranquilizarme. Mi entrada a la ceremonia fue un cúmulo de emociones. La música, el ambiente, los ojos brillantes de todo el mundo y el amor de mi vida al final del pasillo, hicieron que ese momento se grabara para siempre en nuestra memoria. Nuestro oficiante y amigos nos hicieron un discurso muy ameno y emotivo, hicimos la ceremonia del vino, y yo recibí los votos más bonitos del mundo, tras decir los míos.
El tiempo había cogido una velocidad increíble, y de repente, volvíamos a estar frente a todo el mundo, recibiendo una lluvia de arroz con algunas flores de lavanda al grito de "¡Vivan los novios!". Antes de poder saludar a la gente, llegó el momento de la sorpresa que le tenía preparada al novio. Toni Piojo con un compañero vino a cantarle 5 pasodobles que le elegí a mi marido, sabiendo que le encanta el carnaval. Fue muy especial, sobre todo escucharle a él cantarlo en bajito, ya que se sabía de memoria la letra.
Pasamos a hacernos una sesión muy rápida de fotos en la bodega, mientras nuestros invitados pasaban al patio de los aperitivos. Sergio y Paula nos hicieron sentir muy cómodos mientras recorríamos los pasillos entre las botas centenarias de vino. Cuando nos incorporamos, todos nuestros invitados venían a saludarnos, a echarnos fotos, a felicitarnos, y al verlos allí tan felices y atentos, nos volvía a invadir el cuerpo de cálida felicidad que uno siente cuando cumple un sueño.
Entre bromas, risas, abrazos, besos, llegó el momento de pasar al banquete. Quería parar el tiempo, ¡todo estaba pasando demasiado rápido! Entramos con la canción "Ready for the ride", muy apropiada para nuestra temática de ciudades visitadas juntos, como nombres de mesa. Incluso durante la comida seguimos recibiendo algunos invitados que nos querían saludar y felicitar por ese día tan especial, y nosotros estuvimos encantados de recibirlos a todos.
Nuestra tarta era un bizcocho típico de Lituania, que nos sirvió de forma simbólica, y luego fue repartido en la barra libre a quienes se animaban a probarla, regalamos ramos a nuestras madres, y botellas de vino Lustau a nuestros padres. La comida y el postre se llevaron los mejores cumplidos por parte de todos los invitados. Tanto la calidad como la atención del servicio fueron inmejorables.
Continuamos con la barra libre en el patio, inaugurándola con un grupo de música en directo. Bailamos todos, nos divertimos sin parar y nos llenamos el corazón de alegría. Hablamos con tíos, primos, familiares que venían de otras ciudades, incluso países. Amigos de nuestra infancia, compañeros de universidad, trabajo, y vida. Brindamos por ese momento, por los que estábamos allí y por los que ya no. Abrimos hora loca con un par de dinosaurios que animaron a salir a la pista hasta a los más tímidos. Los niños estuvieron disfrutando de su castillo hinchable la mayor parte del tiempo, hasta que se unieron a bailar hasta la última hora, e igual que muchos de los adultos, no se querían ir llegada la hora...
Cuando al final quedó todo en silencio y recogido, abrazados en silencio, pudimos sentir como el ritmo de nuestros corazones afirmaban que sí, que ese había sido el mejor día de nuestras vidas.
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