La boda de David y Inma en Sevilla, Sevilla
D&I
19 Sep, 2015El día de nuestra boda
Nuestra boda comienza con un día previo verdaderamente aterrador, pero terminó siendo un día maravilloso.
El día anterior, todo a última hora, el ramo no es exactamente como quería y lo tuvieron que recoger por mí, estuvimos por la tarde bastante tiempo preparando la alfombra y pidiéndole a Jose (amigo mío) que pusiera la música al día siguiente, la camisa de David sin planchar, tuvimos que ir a sacar al perro bastante tarde porque mi prima no pudo hacerlo sola,… La sensación no era la deseada. Me acosté de madrugada para variar y con una lista de cosas por hacer al día siguiente en cuanto amaneciese escrita en un papel de color. Intenté reescribir mi texto incluso y no me salía nada. Sólo quería acostarme con ilusión y que ambos la tuviéramos.
Pero el 19 de septiembre de 2015 fue un día brillante y espectacular. Me desperté con mucha alegría, escuchando canciones que preparé en mi móvil, me senté, cogí mi lista y escribí unas palabras preciosas (eran lo que realmente sentía, un sentimiento fresco de unidad y amor, que empezaba con “Al igual que los pájaros, que hacen su nido de ramitas y de sus propias plumas…”). Me sentía bien. Oí cómo mis padres se despertaban y me duché escuchando de fondo canciones significativas para nosotros. Me puse la ropa interior, el camisón y la bata que había elegido (florida y verdeagua, con flecos, que me costó mucho encontrar y que finalmente me compré tipo chal con la intención de poderla usar luego), y le escribí un mensaje a mi novio. Mi madre había comprado magdalenas para todos y desayunamos un poco, me senté en el banco alto de la cocina un momento como cada mañana. Fui a estar con mi gatito antes de arreglarme y terminar de preparar las cestas y cosas de la lista.
Seguir leyendo »Nos arreglamos mi madre (que era madrina) y yo en nuestro salón con la incansable ayuda de mi hermano y mi padre, con quien tuve ocasión de compartir momentos de cariño que fueron únicos. Mi madre estaba mucho más nerviosa, yo en cambio estaba riéndome mucho y todo me parecía muy divertido. ¡Estaba muy feliz, como las niñas pequeñas.
La peluquera (Peluquería Maribel), conocida desde hace años, me dejó espectacular, con un diseño de peinado hecho por mí a base de varios conceptos y llevé un lazo hecho con uno de los de mi traje a modo de pasador y unos adornos de cera que eran lo prestado de la Boda de mi querida prima MCarmen, una de mis damas.
Cuando vino Sonia Vega, amiga querida y maquilladora, que me maquilló de maravilla (y eso se puede comprobar porque después de lo que lloré, no se me quitó ni un poco del maquillaje), llegó Carlos, uno de los fotógrafos de BrunoyGarea Fotógrafos. Gregorio (el otro fotógrafo) estaba en ese momento con David, en sus preparativos. David llevaba un traje precioso que le quedaba como un guante, de Manolo (Los Palacios), quien tuvo la amabilidad de ir a vestirlo y ¡ayudarle a planchar la camisa! Se portó de maravilla y es un profesional de los pies a la cabeza. Entre tanto llegó mi prima Celia, una de las damas de honor y nos abrazamos emocionadas, mientras me ayudaba con los detalles.
Mi hermano se portó increíble, estuvo muy relajado y dispuesto a las miles de peticiones que mi madre y yo hacíamos desde nuestras sillas frente al espejo improvisado que pusimos en el salón. Desde mi ángulo podía ver a mi madre y eso me emocionaba mucho. Mi padre bajó luego y le ayudó a ponerse la mantilla.
Una vez puesto mi vestido (de Victorio y Luccino) y zapatos (Secretos de Novia con mi lazo azul (lo algo azul) que me abrochó mi padre), fuimos al porche y allí mi padre y yo bailamos un vals íntimo y nuestro, tal y como queríamos, sin personas alrededor y con tranquilidad. ¡Aquí ya empecé a emocionarme! ¡Mucho! Porque ese momento tan esperado era nuestro y acordé con nuestra inusual disposición de Madrina (mi madre) – Padrino (mi suegro), así no le robábamos protagonismo indecorosamente a nadie y mi padre no es persona de necesitar muestras así en público, con lo que lo disfrutamos muchísimo más. Ahí se cumplía ese día, que desde pequeña cuando bailaba subida en sus zapatos me había prevenido… nuestro vals.
Echamos algunas fotos y aunque intenté echarme alguna con mi gato, se asustaba de mi traje y no pudo ser.
Después vinieron los coches y mi madre se fue en el del novio con mi cuñado y mi suegro (mi padrino), mi padre y yo, nos fuimos en el coche de los novios, que era de mi querido tío Manuel, que había fallecido el año anterior. Cuando vi a mi suegro, Tino, me emocioné un poco y tenía unas ganas tremendas de irme y ver a David.
Son nervios que parecen saltitos en el estómago, sin agobios pero con estrés, con alegría, pero expectantes.
Fuimos a la Iglesia, mi padre me ayudó a bajar del coche y me llevó del brazo hasta la puerta y en la puerta me entregó a los brazos de mi suegro. ¡Fui muy puntual! Lo más puntual que he sido en mi vida, tanto que me faltaban Damas y Damitas, pero allá que fui a las doce en punto (porque si no, el sacerdote me avisó que no me casaba y aunque era broma, yo me lo tomé demasiado en serio). No tuve una entrada correcta y ordenada con mis damas y damitas desfilando tras de mí, pero tuve la entrada más natural del mundo, decidida y feliz.
No puedo explicar lo que sentí cuando entré en la Iglesia y vi a David allí esperando. Su cara de plenitud, tranquilo y convencido, me miró con media sonrisa que delataba algo de nervios, no es fácil para ninguno de los dos prever tantas cosas y llegar sin nervios ese día. Yo estaba por dentro casi saltando de alegría. Allí estaban todos, nuestros amigos, familiares, conocidos, ¡estaban juntos, reunidos por nuestra unión! Es algo increíble e irrepetible, una sensación de gratitud y fortuna inmensas.
Sólo podía pensar en que David estaba muy guapo y sonreíamos mucho, pero creo que casi entré llorando en la iglesia. Había estado muy tranquila las semanas anteriores, y todo el día en los preparativos, supertranquila. Pero tenía tantas ganas de verle, y de que llegase ese momento, que no podía aguantar las lágrimas. Estuve llorando durante toda la ceremonia de alegría.
Y ¿qué decir de la ceremonia? No he visto una boda más bonita que la nuestra y no sé si la veremos. Me voy a permitir explicarla con detalle, porque lo que sucedió allí fue de verdad un acto de amor y sensibilidad, lleno de luz y de verdad, de sinceridad. El sacerdote, Antonio, gran amigo de la familia y entrañable misionero, ofició una ceremonia preciosa, sin una estructura ni unas consignas litúrgicas propiamente dichas, sino siguiendo el guión espontáneo que surge de las palabras del amor, de quien verdaderamente sabe que lo que está sucediendo ahí en ese momento es un acto de unión y de amor verdadero. Toda la ceremonia fue una conversación (sí, tal cual) con nosotros y con nuestros familiares, amigos, preguntándonos qué sentíamos, y porqué estábamos allí, e hilando nuestras respuestas con sus hermosos consejos sobre el cariño, el respeto, la bondad, la unión, el amor y Dios. Así nos dio la bendición.
David leyó la primera lectura, dentro de la “Lectura del Libro de la Sabiduría”, un texto hermoso que preseleccionamos con algunos versículos y cuando empezó el “La quise y la rondé desde muchacho y la pretendí como esposa, enamorado de su hermosura”, ya podéis imaginar lo mucho que lloré yo, embelesada con quien ya casi era mi marido.
¡Yo estaba muy nerviosa! Notaba cómo me tamborileaba la pierna y apretaba las manos de David y a veces las de mi madre en momentos significativos. Miraba a la gente y sólo podía sonreír y llorar de la alegría que me entraba. El sacerdote hasta me hacía bromas al respecto. Veía a mi familia, a la familia de David, a nuestros amigos, a mis damitas y a mí me daba por llorar.
Tanto el credo como las oraciones fueron a modo de conversación y ya por fin llegó el momento del sacramento del matrimonio, nos entregamos los anillos y, como todo era tan humano, al sacerdote se le pasó lo de “puedes besar a la novia”, pero allá que fuimos nosotros a darnos el beso sin pensar (ahí ya me dio por reír porque no iba en ese momento). Los anillos iban en un porta anillos cada uno en forma de libro
(caja-libro), envueltos en lazos de tul celeste, ya que nuestra amistad la unió nuestro amor por los libros (la primera vez que nos vimos nos recomendamos alguno importante) y la escritura y celebrando que ahora David es escritor. Los anillos los llevaron una sobriprima mía y una de David (Isabel y Daniela).
El vestidito de las damitas lo encontré por internet y la tienda nos hizo un precio económico al pedir varios. Como el color era el azul, los vestidos eran blancos con flores azules, de tul y satén, con diadema de florecillas.
Para el momento de las arras, el sacerdote nos había pedido que nos entregásemos algo verdaderamente nuestro, aquello que nos define y compromete a la pareja:
David me entregó una pluma y pergamino con un escrito suyo, que adoro, y yo le entregué mis pinturas y pinceles, y mis textos y máscara de teatro, símbolos de nuestros sueños y pasiones, ambos envueltos en una cesta de París y Londres, a dónde íbamos de Luna de Miel, y nos lo entregó mi sobriprima Inés. ¡Ahí sí que estaba llorando! Escuché a nuestros amigos decir un largo “ohhh”, y me emocioné aún más, porque era un acto sincero de entrega y ganas de compartir nuestras virtudes.
Las peticiones las leyeron Aída, mi amiga, compañera y Dama de honor, y mi padre, quienes escribieron unos textos preciosos para pedir por nosotros, por los que no están (aquí sí que lloramos mi madre, mi abuela y yo recordando a mi queridísimo tío), y después el sacerdote pidió a los presentes si alguien quería decir una petición abierta y así respondieron nuestros amigos, brindándonos amor y paciencia espontáneamente.
Después de la eucaristía, el sacerdote nos explicó que había traído una Toga con dibujos hechos a mano, de sus misiones en Argentina (me pareció algo precioso y sencillo, muy acorde con nosotros) y explicó las obras de caridad que en el amor y en la pareja han de hacerse con la misma entrega. Yo leí (o más bien intenté entre lágrimas leer el texto que había escrito, que David tuvo que terminar por mí, dando
gracias a todos por acompañarnos en nuestro camino y nuestro enlace y comenzando con la metáfora de los pájaros que crean sus nidos) y nos dio la bendición.
Después vinieron las fotos, las firmas rápidas, y la lluvia de pétalos y arroz. ¡Y los besos a todos y cada uno de los presentes!
El arroz, los pétalos, (así como los paquetes de regalo de los niños, el photocall, las cestas de Damas…) estaban preparados por mi amiga Paula, de DisÑart, con un toque divertido y con temática de superhéroes, como nosotros queríamos, ya que David trabaja como redactor y traductor de artículos de Marvel, o Dc, y a mí me encanta dibujar y todo lo que tiene que ver con los comics y la novela gráfica.
Después de dar besos y abrazos a casi todos y despedir a Mar y Juanjo (ella se encontraba mal) quienes nos regalaron una preciosa carta y (¡casualmente!) una pluma de pájaro de valor sentimental, nos montamos en el coche de mi tío, donde nos dimos un montón de abrazos, achuchones y besos, ya como marido y mujer, y nos fuimos a los exteriores del Parque Nacional Oromana a echarnos fotos.
Al llegar al convite, a la Casa Palacio Zambra mis amigos y hermano nos ayudaron a bajar las cestas y cajas y nos recibieron todos en el cóctel en el exterior. Paco, del Zambra, quien nos había guiado y asesorado todo el tiempo nos preparó el brindis de bienvenida, y luego se ocuparon de que comiésemos los aperitivos que nos habíamos perdido. ¡En el Zambra nos trataron súper bien todo el rato! Me ayudaron a recogerme el vestido, previo a la celebración nos ayudaron a preparar todos los detalles con muchas facilidades, nos atendieron estupendamente todo el rato y la comida estaba riquísima. Aún hoy, casi dos años después (y en otras bodas), nuestros primos y amigos nos recuerdan que nunca comieron tan bien en una boda como en la nuestra. ¡Y eso nos encanta!
El menú era exquisito, aperitivos, pescado (merluza con pasta y salsa) de primero, y de segundo solomillo (timbal), aunque a nuestros padres les pusieron grandes
solomillos a la brasa porque lo pidieron así. Entremedio hubo sorbetes de sabores y después los postres (sin contar el marisco, chacina y entremeses de mesa). Durante la comida charlamos con nuestros familiares, reímos, nos mirábamos con mucho amor y nos quedábamos sorprendidos de tener a toda nuestra gente allí, a quienes nos quieren y nos cuidan. Era una sensación única difícil de repetir, las sonrisas de todos, los abrazos, las palabras de felicitación.
Luego partimos la tarta y repartimos los detallitos para los invitados. A todos les entregamos unas galletas de la suerte con mensajes divertidos propios de boda y fue muy gracioso porque algunos ponían ¡Corre y besa al novio! O ¡grita vivan los novios! O ¡te tocó llevarlos al aeropuerto!
Las mujeres recibían una macetita con semillas para que celebrasen con nosotros la unión y nuestra nueva vida con una vida nueva. Y los hombres una libreta con el símbolo de Batman y una aclaración para que comiencen a escribir historias y relatos, como la nuestra (además del puro, detalle que puso mi suegro).
Me ayudaron a repartir mi hermano, mi cuñado y mis Damas de Honor, que eran mi amiga Aida y mis queridas primas Carmen, Celia y Fati. ¡Qué risas nos pegamos organizando todo previamente y qué bien nos lo pasamos!
Después me ayudaron (Marta del Zambra) a recogerme el vestido porque mi madre estaba atendiendo a mi abuela que se quería marchar y no la veía, esto me dio mucha pena (y a mi madre más) porque mi abuela se fue sin echarnos una foto las dos juntas y mi madre no pudo ponerme el alfiler. ¡Yo a mi abuela es que la adoro, siempre la adoraré! Y desgraciadamente no tenemos una foto en condiciones, aunque pasamos rato juntas y abrazadas. Celebraré siempre con muchísima ilusión que ella pudiese estar en el día de mi boda, porque la perdí no mucho más tarde y la quiero con locura.
Después bajamos al salón de abajo para el Baile Nupcial. Bailamos una coreografía que yo preparé pero que ensayamos la noche anterior, pero nos encanta bailar
juntos y nos salió muy bien, al compás de la increíble voz de Elvis Presley en “My way” (una canción que dice mucho de nosotros y un cantante que me apasiona). Después me fijé justo al acabar que no estaban mis padres ¡otro disgusto! Los entretuvieron fuera y no pudieron ver el baile, pero entonces la Banda que contratamos (¡Qué grandes profesionales, por cierto! ¡Acierto total!), cantaron la canción de “Jóvenes eternamente” que les habíamos pedido y repetimos la coreografía para que mis padres la viesen (aunque admito que en alguna foto salgo haciendo morros). La Banda fue una de las mejores cosas, la gente disfruta muchísimo con la música en directo y nosotros tuvimos la suerte de encontrar una banda que encajaba 100% con nuestros gustos musicales rockeros-pop, eran Radio Pop, contratados a través de Aviarte. ¡Y fueron alucinantes! ¡Tener un concierto para vosotros solos en vuestro día más importante es un lujo!
Cantaron Bunbury (nos encanta), hicimos coreografías espontáneas (no olvidéis que yo hago teatro y mi compañía y amigos teatreros y yo tenemos muchos juegos para animar las fiestas con música). Además, hicimos coros, cantamos, saltamos, reímos y disfrutamos muchísimo. ¡Pero se nos hizo tan corto!
Además, una de las sorpresas es que la familia de mi marido y yo nos habíamos preparado la semana antes un flashmove con un remix variado de Grease y con la sorpresa de que él no sabía nada y al final entre bailes nos disfrazaron de Catwoman y Batman con unas máscaras realistas que compré por internet.
Fuera, hicimos muchas fotos divertidas con los fotógrafos, el photocall y las personas más tranquilas que disfrutaban de su barra libre o café.
Las personas de cuando en cuando pusieron sus huellas en nuestro Árbol que hoy adorna nuestro recibidor de casa, es precioso, lo hizo mi padre, y nos dejaban mensajes bonitos o graciosos en un libro de firma.
Finalmente los invitados (que la mayoría eran de fuera) tuvieron que coger los autobuses y nos quedamos con quienes quedaban a tomar algo en el bar, me puse las Converse para estar más a gusto, y zás, me resbalé de culo nada más aparecer con ellas. ¡Otra anécdota entre risas y más risas!
Después mi prima Celia y su ya marido Santiago, nos llevaron a nuestro Hotel, Alcalat, a la suite, donde me esperaba un precioso cuarto adornado con miles de pétalos de rosas, rosas rojas, champán y bombones, preparado por David, para nuestra Noche de Bodas.
Si algo recuerdo bien es la sensación de que todo era maravilloso y que todo pasaba muy rápido, tan pronto me estaba arreglando como ya estaba casada y en el convite y ya iba a terminar Nuestro Gran Día y…. ¡No quería quitarme el vestido!
Todo fue maravilloso y aunque yo nunca fui una niña de esas que soñaban desde pequeñas con casarse (más bien al contrario, soñaba estar siempre soltera rodeada de gatos), es verdad que es un día que te cambia para siempre. El amor se contagia, se multiplica y se expande y compartirlo con los tuyos lo hace aún más grande. Más fuerte, más tierno, más inquebrantable.
Disfrutad, disfrutad muchísimo de vuestro día, juntos, en unión, decidiendo lo que vosotros queráis y mostrando vuestro cariño con orgullo, porque el amor es poderoso y hacerlo unión es algo casi mágico.
Gracias por leerme, y ¡siento que sea tan largo! Podéis preguntarme lo que queráis y os iré informando, y si estáis pendientes de casaros ¡enhorabuena! ¡Sed muy felices y disfrutadlo!
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