La boda de David y Ana en Hazas De Cesto, Cantabria

Los discursos fueron muy cercanos y auténticos. Nos reímos y lloramos como locos, y abrazamos a cada uno como si no hubiera nadie más en la finca.

A la entrada del banquete, bailamos "where no one goes" fluyendo a tope con cada golpe de la música y después no quisimos hacer el típico brindis, sino que dejamos que nuestras madres agradecieran el día, y fue muy bonito lo que dijeron las dos.

El baile nupcial no lo preparamos demasiado, pero aun así quedó bonito: el Danubio azul mezclado por el DJ Diego Dee, de Santander, con música House para incluir después del waltz entre nosotros y con nuestras madres, a todos los demás invitados. Fue increíble. Acabó en un abrazo colectivo y con todo el mundo bailando.

Habíamos puesto disfraces para el Photocall con el libro de firmas, pero alguien los metió en la pista de baile y, de entrada, no nos gustó, pero lo integramos porque vimos que todo el mundo estaba disfrutando como nunca.

Acabó la fiesta con fuegos artificiales que sorprendieron a todos, incluidos nosotros, pues fue muy mágico con la música de "Sky full of stars" de fondo. Y con mis amigos a las 00h con caretas de rana, - que me encantan -, porque comenzaba mi cumpleaños.

Después hubo un poco de lío con los autobuses y no todo el mundo llegó a la discoteca, pero la noche acabó también con historias interesantes y nosotros nos fuimos felices al Hotel Sardinero, en Santander.

Aunque suene a cliché, fue el día más feliz de mi vida, porque no recuerdo un otro día en el que empezara con una sonrisa de oreja a oreja y terminara literalmente igual.