La boda de Daniel y Sandra en Navaluenga, Ávila
Al aire libre Verano Morado 7 profesionales
D&S
23 Jun, 2018El día de nuestra boda
El sueño de una noche de verano...
Cuando decidimos dar el paso (8 meses antes del enlace) teníamos claro que no queríamos una boda formal ni convencional. Nos apetecía reunir a nuestras familias y amigos en un lugar donde pasar el fin de semana, donde cada uno pudiera disfrutar libremente. Somos amantes de la naturaleza y era imprescindible celebrar nuestra boda, ya no en un jardín, si no directamente en el campo.
Visitamos la finca Quinta Esmeralda, en Navaluenga y no buscamos más: fue un flechazo. Luis y su hijo nos dieron muchas facilidades, pudimos visitar la finca en varias ocasiones para poder planificar su decoración, donde dormirían los invitados, etc.
Otra cosa que supimos desde el principio es que no queríamos un banquete rígido, donde el protocolo se impusiera. Queríamos una barbacoa o carnes asadas en espetos. Y si, queríamos que nuestros familiares pudieran moverse libremente, pero también que estuvieran bien atendidos y tuvieran una mesa digna de un banquete de bodas. Y aquí entra nuestro querido Alejandro, de Patagonia Grill. Le contamos lo que queríamos y nos pusimos manos a la obra.
Seguir leyendo »Por último, decidimos que nos íbamos a encargar de elaborar de toda la decoración de nuestra boda: desde los rincones especiales (mesa de firmas, juegos infantiles, rincones de descanso, photocall, el árbol de los que ya no están, muy importante para nosotros, etc.) hasta los regalos (shopping bag, alfileres de la novia de ganchillo, etc.); cartelería, decoración de las mesas de boda y banquete; mesa dulce (construimos un carrito de chuches); barra libre; zona de baile como una verbena,; ceremonia (arco con flores, jaulas, decoración de los bancos...)
De nuestras invitaciones se encargaron Comotinta y nos encantaron la originalidad y el acabado.
Fueron 8 meses de locos, pero no lo cambiaríamos por nada.
El día anterior de la celebración formal, 22 de Junio, firmamos en el Ayuntamiento del pueblo (¡ya estábamos casados para el Estado!). Pero al día siguiente celebraríamos nuestra boda soñada.
Las flores que decoraron nuestra boda fueron de Flor & Jardín Navaluenga; con ellas elaboramos los centros de mesas (con tarritos que estuvimos haciendo meses atrás) y el arco de la ceremonia. Alicia me hizo un precioso ramo para el tocador donde me preparé para la boda.
Al mediodía ¡la casona de tres plantas era un hervidero de gente! Ya comenzaban a llegar los invitados que faltaban y todo eran nervios y alegría. Algunos aprovecharon para pasar el día en las piscinas naturales y comer por el pueblo.
Horas antes del comienzo de la ceremonia Marta, de Milagritos Make Up, llegó para dejarme divina y transmitir ese buen rollo y profesionalidad. Por último, me colocó mi tocado que las chicas de Arbolande me había hecho con tanto mimo.
Por fin pude ponerme mi vestido de novia, elaborado artesanalmente por las chicas de El Tocador Vintage, que no pararon hasta dejármelo perfecto y como un guante.
Mis zapatos personalizados de color malva de José Illana fueron el toque final, junto con la pulsera de azahar de mi madre, el reloj de mi yaya y un juego de pendientes y anillo adornados con una finísima pluma con brillantitos, de la empresa española Cristian Lay.
Mi precioso ramo, delicado y silvestre en tonos malvas, lo realizaron los chicos de Kalatea, a juego con los prendidos del padrino y novio. También les encargué la decoración con flores de una jaula que colocamos en el altar de la ceremonia.
Mi padre me agarró del brazo mientras sonaba la canción de mi entrada; bajamos de uno en uno los escalones de piedra donde me había preparado hasta atravesar la finca. Los invitados y el novio me esperaban en una especie de torre al aire libre, rodeada de árboles y desde donde pudieron ver mi llegada.
Por fin vi a mi novio (ya marido): me esperaba bajo el arco de flores y estaba guapísimo con un traje de tres piezas en azul de Hugo Boss, zapatos, tirantes y corbata (¡de ganchillo!) de Gutteridge. Fue un detallazo tan bonito elegir esa corbata, que me emocioné (me encanta tejer).
La ceremonia fue muy emotiva: la ofició un amigo íntimo (elaboramos un guioncito con él) y realizamos el rito de unión de manos celta, en la que participaron nuestros padres y hermanos.
Cuando terminó la ceremonia, después de los besos y felicitaciones, comenzó el coctel de bienvenida. Aprovecharon para hacerse fotos divertidísimas en los dos photocall que elaboramos y en darse una vueltecita por la finca para descubrir todas las sorpresas que les habíamos preparado.
Mientras, Pablo de Foto Estudio Sur, nos realizó unas fotos preciosas en la misma finca. Después de la sesión de la preboda, Pablo ya era casi de la familia. ¡Vaya fotos nos hizo! Juzguen ustedes mismos... (Y hubo postboda como está mandado).
Y comenzó el banquete con un montón de sorpresas y momentos preciosos (nuestros invitados nos hicieron un baile sorpresa de Grease que llevaban meses preparando en casa). Para el regalo especial de nuestros padres, elegimos el Periódico de tu día y les gustó mucho.
El baile fue como una verbena, con sus farolillos y sus luces, también al aire libre al lado de la piscina.
A las 12 de la noche, siendo la Noche de San Juan, quisimos sorprender a nuestros invitados entregándoles farolillos acuáticos, invitándoles a pedir un deseo mientras los ponían en la piscina (tened en cuenta que estábamos en el campo y hay que ser muy cuidadosos con el fuego).
Nuestros invitados siguieron sorprendiéndonos con montajes de vídeos y búsquedas de tesoros; ¡cuando quise darme cuenta eran las 3 de la mañana y se estaba pasando todo tan rápido!
Como rezaba nuestro cartel de bienvenida, bailamos descalzos sobre la hierba, cantamos, reímos y lloramos, vimos amanecer y alguno terminó dándose un chapuzón en la piscina.
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