La boda de Daniel y Rosalía en Sevilla, Sevilla
Elegantes Otoño Blanco 9 profesionales
D&R
07 Dic, 2019El día de nuestra boda
La idea de casarnos había sobrevolado nuestras cabezas en más de una ocasión después de 10 años de relación, pero nunca se había llegado a fraguar por unas cosas o por otras. Todo comenzó con un regalo de cumpleaños en forma de anillo que, sin embargo, no asociaba el ansiado propósito, pero que nos hizo enfrentarnos ya formalmente al: ¿por qué no? Así que nos liamos la manta a la cabeza y ahí empezó el viaje hacia la más dulce de las locuras.
Un año y dos meses de preparativos cargados de ilusión y que culminaron un 7 de diciembre de 2019 en Sevilla, en un día de sol maravilloso que enmarcó perfectamente nuestra historia. Durante todo ese tiempo de vaivenes, tuvimos experiencias para todo, los primeros meses en los que la nebulosa del tiempo no te deja ver realmente en lo que te estás metiendo, los días de hastío en los que parece que no pasa el tiempo, hasta el fin de fiesta de los últimos 15 días en los que el reloj no tiene horas para abarcar todo lo que se te viene.
Habíamos preparado el día con mucha ilusión, poniendo un poco de nosotros en cada detalle, valorando con minuciosidad cada proveedor y girando y girando sobre cada punto para que todo fuera perfecto. Si lo hacíamos, queríamos hacerlo bien. Eso era algo que teníamos claro desde el principio, aunque ello supusiera horas y horas de búsqueda, líos y “estreses” varios. Finalmente, todo superó con creces las expectativas y le dio sentido a todo aquel esfuerzo, convirtiéndolo en un precioso recuerdo.
Seguir leyendo »Para ello, lo primero que quiero destacar es la intervención de cada uno de los proveedores, porque todos aportaron su especial paso de baile para montar la mejor de las coreografías que siguió perfectamente el compás del día, haciéndolo irrepetible. Volvería a elegir a cada uno de ellos sin dudarlo. Además, agradecer a este portal por facilitar tanto la tarea de búsqueda, por resolver miles de dudas en los foros y permitirte llevar una organización tan minuciosa de cada detalle en todos los aspectos del evento. Me habéis ayudado muchísimo.
Y ahora comienzo con la historia, que quizás es un poco larga, pero no quería dejar ninguno de sus preciosos detalles atrás. El día comenzó temprano. A las 6.30 vislumbré a la maquilladora en la puerta de casa mientras la noche aún devoraba la calle. Eso nos dio margen a que reinara la tranquilidad en las horas previas. Todo parecía estar en calma, el único ruido era el de nuestras voces acompasadas por una suave música de fondo. Fue uno de los momentos que recuerdo con más cariño, las dos solas, hablando y riendo como dos amigas, mientras parecía que no había más en el mundo que ese día que ahora se te empezaba a ofrecer en pequeñas dosis de felicidad.
Las horas volaban y se transformaron en alboroto cuando aparecieron la fotógrafa y videógrafa. El compás de la canción cambió y así como el día se llenó de luz, todo se llenó de idas y venidas, entrega del ramo, gente entrando y saliendo y la locura se adueñó del panorama. En todo momento me sentí sin embargo cómoda y, sobre todo, tranquila, a pesar de que el ritmo de la canción iba cada vez más rápido. Poses, enagua, vestido, cremalleras, fotos, sonrisas, más fotos, espera que te arreglo esto, que no aparece lo otro, que como vamos en los coches y la rueda giraba y giraba. Ahora me hace gracia pensar en la perfección de aquellas fotos y el maravilloso caos que esconden tras esos momentos.
Y, finalmente, sin darme prácticamente cuenta estaba montada en un estupendo coche clásico camino del altar. Disfruté totalmente de aquel paseo, de las miradas y felicitaciones de la gente, de los piropos y de pensar en el dulce destino.
Bajamos con calma y saboreé cada paso del largo pasillo mientras la escolanía que contratamos entonaba la canción elegida maravillosamente, mis seis pajecillos que iban preciosos lo hicieron genial. íbamos despacio, sin dudar, con una sonrisa infinita en la cara y los ojos puestos en mi pareja, que brillaba de ilusión. No creo que haya palabras para definir ese momento tan único, que para mí fue uno de los clímax del día, en el que nos descubrimos en el “para siempre”, el uno frente al otro, como si empezáramos de cero.
Y comenzó la ceremonia. La hicimos muy participativa, nos leímos, nos leyeron provocando alguna que otra lagrimilla, nos cantaron y casi sin darnos cuenta ya éramos marido y mujer. Tuvimos un cura genial que supo dar dinamismo y buen humor al evento. Nos lo recomendaron y no podemos estar más agradecidos. Las felicitaciones por la elección y lo precioso de la ceremonia en su conjunto fueron repetidas.
De nuevo, casi sin darnos cuenta salimos de la iglesia, arroz, saludos, fotos, felicitaciones y besos, muchos besos, con mi marido, con los amigos, con la familia y si me llegan a poner a un desconocido creo que también caería, jeje. Y así, en la nube de la felicidad nos montamos en el coche con el fotógrafo y el videógrafo para hacernos el reportaje en los Alcázares.
Aquí comienza una parte de la aventura que dio pie a la distensión y el buen humor. La historia se inicia un 7 de diciembre, en pleno puente, en pleno centro, en Sevilla, lo demás lo podéis imaginar… Colapso absoluto de coches y peatones. Nos costó entrar, llegar y salir, pero sobrevivimos entre nuevos piropos, dedicatorias y miradas de la gente que asociados a las risas y charlas de dentro del coche en un ambiente totalmente de “entre amigos”, lograron que lo demás se convirtiera en anécdota y a cambio tengamos unas fotos espectaculares de un lugar único.
Tras sobrevivir a aquello, logramos llegar casi al final del cóctel. Habíamos decorado el espacio con algunas cosas, pero, sin duda, lo que más triunfó fue un mural de fotos de todas las bodas previas de amigos y familiares, como homenaje a ellos y a su también momento especial, al que ahora se sumaba el nuestro. A destacar también en este momento otra para el "anecdotario" ya que mi entrada triunfal se culminó con un manchurrón de mojo picón de un tamaño considerable en todo el blanco nuclear del vestido. No de mayonesa, no de salsa tártara o de alioli, no, no, ¡de mojo! Momento crisis que se resolvió con una sonrisa y un comité de expertas en limpieza que junto con el cebralín obraron el milagro y la mancha formó también parte de libro de anécdotas del día.
Entramos al banquete, todo precioso, los regalos individuales sobre los platos que gustaron mucho. Habíamos aprovechado dos hitos de nuestro año para asociarlos a nuestro evento, así regalamos junto con la explicación correspondiente, llaveros para ellos con un mapamundi en honor al V centenario de la primera circunvolución al mundo y una pulsera para ellas con una golondrina por el poema de Bécquer, ya que se había descubierto por fin dónde estaba el famoso balcón que inspiró al poeta.
Tras los aplausos, comida y más comida y, sobre todo, una sensación de culillo inquieto que no nos dejaba estar sentados y que aprovechamos para saludar a las mesas y compartir parte de esa felicidad mezclada con nervios, así como tantear el ambiente. Aquel tour tuvo sus frutos ya que nos ayudó a calmarnos y el feedback fue tan positivo que aún nos sentíamos mejor por cómo fluía todo. Además, algunas personas se fueron tras el almuerzo por lo que agradecemos desde aquí a nuestros “culillos inquietos” también el permitirnos estar un poco con todos para saludar y charlar un rato. Al respecto de comer, comimos, pero el estado de levitación que mantendríamos todo el día no nos dejó ser muy conscientes de cualquier necesidad física. Así que recuerdo un poco en una nebulosa todo el aspecto culinario.
Tras eso entregamos los regalos a los amigos y familia, queríamos tener ese detalle con las personas que habían marcado nuestra vida y nos habían llevado hasta este dulce día para hacerlas partícipes de nuestra felicidad y que tuvieran algo que siempre los llevara de vuelta a ese momento. Y más fotos y más besos y casi sin darnos cuenta ya estábamos en la barra libre.
Entregué primero el ramo a mi hermana. Fue uno de los momentos también más emotivos para mí. Y de ahí a nuestro baile. Para ser sinceros habíamos ensayado la tarde de antes porque mi ahora marido, me daba largas con el tema y nos vimos en una vorágine de última hora y pasos para acá y para allá. Así que a día 6 hasta las 22h nos tenías dando vueltas y vueltas en el salón intentando sacar algo en claro con poco éxito y mucha pelea. Finalmente, y contra todo pronóstico, nos quedó algo decente y encima salió con bastante dignidad adelante el día en cuestión.
De ahí a culminar la celebración con un pedazo de fiesta, música, fotomatón, mesa dulce, copas, calcomanías, máquina de café, pins… Dimos todo lo que pudimos en todos los sentidos.
Y el día acabó entre las despedidas de los más marchosos, el cansancio y la plenitud máxima.
Nos fuimos a descansar al hotel y a seguir soñando despiertos hasta que caímos rendidos por agotamiento extremo. Luego vino el viaje y ahora que estamos apenas aterrizando de la nube de todos aquellos momentos, somos cada vez más conscientes de lo afortunados que fuimos por haber podido tener un día tan maravilloso, aunque estamos seguros de que lo mejor está por llegar…
Gracias a todos los que lo hicieron posible y a vosotros por compartirlo ahora con nosotros.
Servicios y Profesionales de la Boda de Daniel y Rosalía





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