La boda de Dani y María en Pesqueiras, Lugo
Rústicas Verano Morado 5 profesionales
D&M
25 Jul, 2015El día de nuestra boda
El día anterior a la boda hicimos un cóctel para el recibimiento de los familiares y amigos en El Casino, en Chantada. La gente pudo conocerse y todos estuvimos en una ambiente distendido y muy ameno. Queríamos ser buenos huéspedes, desde el primer momento. Aún no estábamos tan nerviosos porque la gente vistió de manera informal y ambos pudimos disfrutar de nuestros invitados como si de otro día se tratase. No hubo grandes extravagancias, y nos fuimos relativamente temprano a dormir. ¡Había ganas de fiesta, ya!
Dormí del tirón, aunque parezca increíble. No me creía que estuviese a menos de 12 horas de casarme con Dani. Puse el despertador temprano, porque quería llegar con tiempo a la peluquería. Llegué con tiempo a la Peluquería de Ester en la Plazuela, me encontré a mis tías y a mis primas en la misma, y una vez que estaba hecha la primera parte del peinado, hasta bajé a desayunar una rica napolitana en la cafetería Parada.
Con la misma, me estaban esperando en Luxury para la sesión de maquillaje de novia, y ya me iba metiendo más en el papel. Me vi sencilla y muy bien preparada, pero me queda el toque final de mi peinado.
Seguir leyendo »Una vez terminé, a las 11:00 horas de la mañana, decidimos irnos a la casa de campo desde donde salía en coche. Me puse histérica porque el fotógrafo llegaba a las 12:00 y nadie estaba preparado todavía. Llevé un vestido tan sencillo de colocar que decidí quedarme parada esperando a que llegase, obviamente sin ponerme los zapatos, ¡que el día es muy largo! Empezaron a llegar varios primos y amigos a casa, y mi madre, que no se vistió hasta las 11:45, ¡por dios!, preocupada de las flores y los aperitivos. ¡Benditas madres!
El ramo de novia me lo trajo el amigo que me llevaría en su cochazo. Lo recibí en una cestita de mimbre, muy bien acondicionada, donde también estaban las dos réplicas que solicitamos para las niñas de las arras.
Una vez llegó el fotógrafo, vi a todo el mundo espectacular. Entonces sí que nos emocionamos y posamos con gusto. Es un día muy emocionante, donde La familia Lorenzana tuvo mucho tacto y paciencia.
El tiempo se echaba encima, y mis abuelos paternos sin llegar a la sesión previa de fotos, ¡qué horror! pero eran ya las 13:25 y nos teníamos que marchar. Quedaban 5 minutos para la hora exacta y acordada de comienzo de la ceremonia, y 8km en coche. Tampoco hay que retrasarse en exceso.
Ensayamos cómo bajarnos del coche una vez en el Pazo do Piñeiro, y el viaje hasta allí lo recuerdo divertido. Los nervios nos hicieron decir tonterías y chascarrillos, nada de lloros de momento.
Eso sí, cuando escuchas el cuarteto de cuerda que teníamos acordado, ves a la gente dentro del Pazo que asoma la cabeza, y aprecias la impresionante y elegante decoración de la mano de Floristería Camiño, en esos primeros momentos. Aún hoy se me pone la piel de gallina y quiero que vuelva ese día. Se te pone la piel de gallina.
La sensación de caminar hasta la mesa de la ceremonia (no altar, porque fue civil), es como entrar por un oscuro túnel, y con los nervios a flor de piel. No escuchas nada, ves el fondo, y sonríes todo el tiempo. Se pasa volando y titubeas en cada paso que das. Además, sientes a tu padre temblar de emoción. Las únicas que te conducen son las niñas de las arras.
Una vez llegas a la altura del novio, impresionantemente guapo y elegante, ves que el pobre está como una madalena, llorando como nunca lo habías visto hasta entonces. Besé a la madrina y saludé estúpidamente a los invitados desde allí. Estás, ahora sí, en una nube.
Nuestra ceremonia fue muy especial, oficiada por mi padrino- tío-, alcalde de Chantada y las lecturas/poemas/dedicatorias de nuestros hermanos, primos y amigos, que fueron la mejor selección que se podía haber hecho. También contamos con la música de fondo del mejor cuarteto de cuerda que podía ser, mis antiguas profesoras del conservatorio de Lalín. Todo un lujo de detalles. Por eso, resultó una boda muy muy especial.
Lloramos todos como niños. Es un día que jamás se olvidará.
He de reconocer que, contra toda recomendación, llevé un reloj regalado por mi abuela, para controlar el tiempo, y vi que íbamos con retraso. Aconsejaría que, a las que sois muy intranquilas, no llevéis reloj.
Nos dimos el "Sí, quiero ", en una atmósfera llena de amor, música escogida por nosotros, confetis que caían desde la balconada y flashes de cámaras y móviles. El día fue radiante en Galicia.
Nos echaron el arroz y los pétalos de rosas que nosotros mismos preparamos dos días antes, en cucuruchos que mi madre, con mucho acierto, decidió aconsejarnos.
Nos pasamos al aperitivo a eso de las 15:00 horas de la tarde, pero veréis que los minutos corren y uno no quiere que pase el tiempo.
Nos hicimos las fotos de rigor, y es cuando te ves con tu marido cara a cara, siendo consciente que será una unión eterna. Hablamos de chascarrillos y sensaciones de la boda. Nos dijimos lo guapos que íbamos y nos dimos nuestro primer beso en "privado", mientras las fotos corrían como agua de mayo.
Poco o nada comimos, salvo con lo que alguna alma caritativa nos trajo a las manos. Espectacular la comida y la atención en el Pazo. El control que María José, gerente y directora de operaciones del mismo banquete, es increíble.
La gente fue pasando al comedor y ahí nos esperaban hambrientos. Hicimos nuestra entrada triunfal a destiempo, a pesar de haber acordado con el Dj la Gramola el momento exacto. Pero, ¡es que no oyes nada! tienes de nuevo la sensación de exaltación y solo agarras fuerte la copita de champagne y la mano de tu querido.
Durante la comida nosotros decidimos no dar regalos ni levantarnos demasiado para que la gente comiera tranquila. Ya hay tiempo después de hacer los detalles en el postre. Me sorprendió poder apreciar los manjares que nos habían preparado y disfrutar de nuestros padres, hermanos y abuela en la mesa. Nos besamos un par de veces, pero calificaría el tiempo de estancia en el comedor como algo ameno y tranquilo. Cruzamos miradas de complicidad con los comensales más cercanos.
Las mesas redondas, en su mayoría, estaban estratégicamente colocadas, tras un par de cambios, añadidos y sorpresas las semanas previas.
Mi peluquera vino antes del postre para cambiarme el peinado, dejarme un pequeño recogido y el resto del pelo suelto, para cumplir el gusto de mi madre. Es decir, me ausenté 10 minutos previos al corte triunfal de la tarta.
Entregamos los regalos con nuestros padrinos y, como la mayoría de las fotos de pose estaban hechas en el aperitivo, solo el vídeo y las fotos se realizaron a lo largo de la comida.
Para nosotros fue una sorpresa el tener 3 power points de familiares y amigos. De nuevo, los ojos se llenaron de lágrimas ante recuerdos bonitos y emotivos.
Por fin, abandonamos el salón a eso de las 19:00. Todavía nos hicimos unas fotitos de rigor. El momento más absurdo para mí, fue el de la Liga, que me sentí avergonzada en medio de la pista y, en fin, pues un paso más, la verdad. No me gustó.
Lo que sí hizo mucha gracia fueron los intentos de lanzamiento del ramo y los grititos de las solteras que tenía a la espera. Mis buenas primas y amigas no querían cogerlo, se hicieron de rogar. Fue muy gracioso.
¡Y ya estaba la fiesta asegurada en la explanada del Pazo!
Nos marcamos un baile semi-tradicional de boda. Habíamos practicado el mismo varias veces, en casa, con sus enfados correspondientes. Yo hice una especie de coreografía y llegó el fin; el cambio que me permitía abandonar mis zapatitos bonitos, pero matadores, de boda.
A decir verdad, fue el día que menos bailé en mi vida, porque entre los saludos y las despedidas, quería estar con todos. Encima quedaba lo mejor, para mi aún era temprano.
Había contratado con Pirocalvo una sesión de fuegos artificiales que nadie sabía, salvo mi hermano, mi compinche. Por eso, no quería que la gente desaparecieses, porque aunque llevase 12 horas de boda, para uno no han pasado más que unos minutos.
¡Sorpresa máxima para todos! hasta pulsamos nosotros el botón de activación. Fue precioso. Cierto que me encantaron y a los invitados vi que también, entonces sí que una parte importante de la boda se esfumó.
Los jóvenes seguimos entre vítores, saltos, bailes, y un aperitivo que ofrecimos para ganar fuerzas con chocolates, bocaditos y tartas de Candea e Miño. Yo quería que no acabase nunca y la gente se despide y te felicita por tu tarta.
Solo los más fiesteros soportaron los saltos, bailes y vítores hasta las 3:30. Yo, que había hecho cálculos hasta las 08.00 horas, pero a decir verdad, le dijimos al Dj que parase con la música al ver que nadie podía continuar.
Se acaba la boda. ¡Oh dios!, tienes melancolía de que haya pasado en tan poco tiempo medio año de preparación. Sí, solo medio año, suficiente si tienes las ideas claras, y por suerte no está reservado el local escogido. Ahí nos pasamos nuestra primera noche de casados, que quedará entre nosotros, obvio.
Nos vinieron a tocar a la puerta a la mañana siguiente, ¡Qué horror!, creímos que nos habíamos quedado dormidos más de 24 horas.
Al final, es un sentimiento controvertido; felicidad por lo que se ha celebrado y pena por lo que ya ha pasado.
Aprovechad cada minuto de la boda. Se puede ser consciente de todo, porque nosotros lo fuimos. Tan solo hay que abrir bien los ojos y poner los oídos en todo.
Cierto que no es día de ponerte solo con tus amigos, porque todos los que han ido a tu boda, es porque te quieren. De todos sacarás buenos momentos y han de entender que dediques un poquito a cada uno, y al novio, que tampoco se quede descolgado.
Pasadlo bien en vuestra boda, y nadie es impasible a la siguiente.
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