La boda de Damian y Almudena en Navaluenga, Ávila

Una anécdota muy curiosa es cuando fuimos a decorar la iglesia, nos encontramos al cura esperándonos con el aspirador, cepillo y trapos... Nos dijo que tendríamos que limpiar la iglesia, ya que la semana anterior estuvieron de obras en el tejado... Menudas caras se nos quedaron, ¡pero qué bien que lo pasamos!

El día de la boda no estábamos para nada nerviosos. Ultimamos detalles, como la mesa candy bar, el cóctel de bienvenida, la barra libre, photocall, la música... Todo organizado por nosotros.

Me vistieron mis amigas, hermanas y madre... Mis nervios aumentaron por los textos, tenía miedo a que me quedara en blanco, hicimos ensayos el día anterior en la iglesia y me salieron fatal...

Nuestra hija de 5 años fue la que nos llevó las arras, en ella quedará el recuerdo del día más bonito. La ceremonia quedó preciosa, corta y emotiva, con una canción de Serrat que nos aconsejó el cura y con la que emocionamos sobre todo al padre de mi marido, ya que sin saber que él iba a estar, sabíamos que a él le gustaría. Con la familia de mi marido, como son de Argentina, hicimos una videoconferencia durante toda la ceremonia. Ellos desde la distancia también estarían presentes.

Salimos de la iglesia y nos tiraron arroz y confeti y comenzaron los abrazos... Nos fuimos hacia la finca en el coche decorado con un cartel de recién casados y latas para que el pueblo se enterase de que nos habíamos casado... Y mientras la gente bebía algo refrescante, nosotros nos hicimos fotos.

Nos sentamos a cenar, el catering nos preparó las mesas en la finca y quedó todo precioso y la comida fabulosa, típica de la zona.

Otra anécdota, al traernos la tarta, al camarero se le cayó la figura y se le rompieron las piernas a los novios, así que, al volver a ponerla, la tuvimos que hundir para que no se apreciara el defecto.

Llegó la hora del baile, teníamos preparado un remix de lentos y después un remix de música movidita, quedaron las coreos geniales... Y estuvimos bailando hasta las 4 de la mañana... Nos fuimos a la cama...unos mejor y otros peor... El novio me esperaba... Dormido... Así que fue una odisea quitarme el vestido.

Al despertar, ya estábamos casados. En la puerta de la habitación había unas camisetas, con los nombres de todos los invitados, nos las pusimos y bajamos, y allí estaban todos, esperándonos con las camisetas puestas. ¡Todos iguales!