La boda de Dalila y Ismael en Telde, Las Palmas
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D&I
03 May, 2014El día de nuestra boda
Fue increíble. Hacia un día soleado, tranquilo y se respiraba felicidad. Pasamos la noche juntos en nuestra casa, ya se notaban los nervios desde la semana antes, pero al fin ese día había llegado. Después de tanto tiempo preparando e imaginando como seria, ya estaba aquí. La mañana fue corta entre tantos preparativos. Ya cuando llegué a la peluquería, comenzaron los nervios a flor de piel, quería llorar, reír y solo imaginaba el momento de verlo.
Mi suegra estuvo conmigo, que para mí era muy importante, porque mi madre decidió que no quería compartir ese momento conmigo (tenemos mala relación desde hace tiempo) y, a pesar de que le pedí e insistí en que viniese, no quiso. Esto hizo ese día un poco más difícil. La figura de mi suegra lo fue todo, sentí su apoyo, su emoción y eso me convenció para disfrutar mi momento.
La boda fue a las 19:00 horas y yo salí de la peluquería a las 18:15. El fotógrafo estaba de los nervios, aún quedaban cosas pendientes: las fotos de casa, vestirme… Pero todo salió muy bien. Mi mejor amiga estaba esperándome en casa, junto con más amigos. Me sentí súper arropada y querida. El novio ya se había ido a casa de su madre a arreglarse.
Seguir leyendo »Comenzaron el trajín y las prisas: me aparcaron el coche, me empezaron a vestir mientras el fotógrafo hacia lo mejor que le sale. Cuando ya mis dos amigas habían terminado y nos vimos las tres, empezamos a llorar. Ese momento fue uno de los más emotivos. Mi hija de 6 años se acercó y me dijo: "Mamá me siento muy orgullosa de ti". Ella es fruto de mi primera relación y que me dijera eso fue muy importante, su apoyo lo es todo.
Ya vestida y después de tantas emociones, salí de mi cuarto y todos me vieron, mi abuelo (mi padrino) sonrió y me dio un beso, todo estaba listo. Mi coche era una sorpresa, yo lo vería en ese mismo momento, un Jaguar antiguo. Conducía mi mejor amigo y mi abuelo y yo íbamos detrás. Ese trayecto fue todo, pensé de todo, recorrí mi vida, mis recuerdos y mis sentimientos por Ismael. No dejaban de sudarme las manos, y los ojos no paraban de lagrimear. Mi abuelo se sacó un reloj antiguo que fue de la bisabuela de mi abuela y me lo puso, hasta el último momento no tuve nada viejo que ponerme.
Íbamos tarde ya, salí de casa a las 19:15. Le metí prisa al chofer pero por más que insistí lo que me dijo fue: "Daly, este es tu momento, no voy a acelerar así que disfruta el paseo". Y eso hice, intenté relajarme y sólo pude sonreír.
¡Llegamos al fin! Mi padre vino a recogerme y me dió un beso, me paré unos instantes y busqué a mi madre en la plaza por si en el último momento había decidido a venir al menos a verme casar. No la encontré. Entonces subí la cabeza, me agarré del brazo de mi abuelo con más fuerza que nunca y comenzó lo que ha sido el día más feliz de mi vida.
Sonaba la música nupcial, las niñas iban preciosas y él estaba ahí, radiante, guapísimo, esperándome con una mirada fija. Todo el salón estaba expectante y yo no podía parar de emocionarme. Fue una ceremonia preciosa, a pesar de que fue civil. La concejala dijo unas palabras muy bonitas. Los consentimientos, el intercambio de anillos y la firma, todo fue espectacular. Mi suegra me dio un abrazo enorme y las dos nos emocionamos mucho.
Ya cuando la gente empezó a salir para luego salir nosotros vi a mi hija llorando. Mi cuñada quiso cogerla para llevársela por si me iba a entorpecer, pero yo la cogí, me arrodille en el suelo y le pregunté qué le pasaba, la pobre no paraba de llorar. Me dijo que no sabía, que estaba llorando de emoción. Aquello fue increíble, empecé a llorar y le expliqué que lo que le pasaba era que estaba llorando de felicidad, que de eso también se podía llorar.
Mi marido y yo nos cogimos de la mano y nos preparamos para bajar. Fuera estaba todo el mundo que tenía que estar, las personas justas y necesarias que nos querían y habían decidido acompañarnos en esta andadura. Ismael me dijo: "Ahora nos van a llenar de arroz”. Yo le dije: “Disfruta".
El resto pasó muy rápido: besos, abrazos, lagrimas, fotos....
Llegamos al salón y ahí comenzó la fiesta. La música estuvo genial, dimos un cóctel en un patio. La comida y el servicio fueron buenísimo. La entrada al salón, también. Todo el mundo nos arropó, nos aplaudió, nos sentimos los reyes del mundo. Nos acercamos al escenario a decir unas palabras con el micrófono y llegó mi sorpresa al novio, en pleno discurso suyo, un camarero interrumpió y le dio un paquete y le dijo que lo enviaba un invitado que no podía estar, pero que le mandaba eso. Todo el mundo se calló y se quedó expectantes para ver qué era y de quién era. Era una fotografía de su abuelo (D.E.P.) junto a él en el día de su comunión con la frase: “Yo siempre estaré a tu lado”. Ismael se dio la vuelta y empezó a llorar, su madre también y los amigos, toda la familia, fue muy muy emotivo.
Luego él me dio un paquete a mí con dos camisas, una para él y otra para mí, que tenían por detrás una figura de una pareja y al rededor la frase recién casados, Ismael y Dalila. En seguida me la puse, me encantó el detalle, de hecho no me la quité en toda la luna de miel.
Empezó a salir comida y más comida, estaba todo genial. La verdad que el catering superó lo que yo me esperaba. Llegaron los momentos de la noche, los regalos, los puros, el baile (elegimos la canción de Carlos Vives, Quiero casarme contigo). La gente bailó, el libro de firmas triunfó, bebieron, hicimos congas, dedicamos canciones, brindis…
Lo recuerdo y desearía que el tiempo no hubiese pasado. El fotógrafo estuvo toda la noche con nosotros. La verdad que se portó genial, sacó fotos de todos los momentos y estoy deseando verlas, ¡solo tengo dos!
El día de mi boda no acabó esa noche. Después de la fiesta, nuestra luna de miel comenzó. Teníamos pasajes para las 07:00 de la mañana a Fuerteventura. Nos llevaron a casa unos amigos muy especiales, recogimos las maletas y directamente nos cogimos un taxi al aeropuerto ¡vestidos de novios! Lo único que me cambié fueron los zapatos, pero me fui con mi traje. Todo el mundo en el aeropuerto tenía que ver con nosotros, casi no cabía sentada en el Binter.
Cuando aterrizamos, resultó que el piloto es amigo de Ismael y nos dejó entrar en la cabina del avión y sacarnos fotos. Después de pasearme por toda la pista y disfrutar como nunca de mi marido y mi traje, cogimos nuestro coche de alquiler y pusimos rumbo al hotel.
Desayuné con mi traje puesto en el buffet delante de todo el mundo, eran las 10 de la mañana y estábamos paseando por los jardines. En definitiva, me quité la ropa a las 12 del mediodía y de verdad que lo recomiendo a todo el mundo. Es la mejor manera de disfrutar tu ropa. Después de tanto dinero y tanto sacrificio, qué menos que todo el mundo vea lo feliz que se puede ser con el hombre que se ama.
Esta ha sido mi crónica y de verdad que me da una pena tener que escribirla, porque eso significa que ya todo ha terminado, aunque haya comenzado una vida increíble. Tengo que decir que ha comenzado una nueva vida, que no podría haber encontrado a un hombre más perfecto que él, que me lo da todo. Le digo a todo el mundo que se case, que si se aman y están seguros, que lo hagan, que la experiencia es la más satisfactoria para demostrarle a todo el mundo lo feliz que eres.
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